Jorge Pérez: “Un gran coleccionista de arte es como un drogadicto”
Dos containers repletos de obras de arte llegaron el mes pasado, en plena pandemia, hasta el barrio Allapattah, en Miami. “Y siguen llegando. Un gran coleccionista es como un drogadicto. Se te pega esto y no te lo saca nadie”, confesó el empresario argentino Jorge Pérez en una conversación abierta por Zoom con Diego Costa Peuser, director de la feria Pinta, como parte de una programación que continúa hasta mediados de mes en el sitio pinta.art.
En una ciudad golpeada como pocas por el coronavirus, que obligó a cancelar la edición presencial de Art Basel y de otras ferias que generan ganancias millonarias para la economía local durante la primera semana de diciembre, El Espacio 23 inaugurado por Pérez hace un año es una de las pocas instituciones que recibe al público. En grupos reducidos y con los recaudos de seguridad, es posible participar de visitas guiadas por la muestra Testigo: perspectivas afro en la colección Jorge M. Pérez.
Ese acervo, iniciado hace más de cuatro décadas con piezas de grandes maestros latinoamericanos, tomó un rumbo contemporáneo luego de que el fundador de Related -una de las desarrolladoras inmobiliarias más importantes de Estados Unidos- donara hace casi una década las que llevaba acumuladas al Miami Art Museum. El museo público se convirtió entonces en el Pérez Art Museum Miami (PAMM), al que promete ceder el resto de su colección para convertirlo en “uno de los grandes museos de arte contemporáneo del mundo”.
La representación de artistas latinoamericanos en ese futuro legado será muy importante, ya que el coleccionista reconoce sus raíces en esas obras. Hijo de cubanos que perdieron su patrimonio con la revolución liderada por Fidel Castro, vivió en La Lucila hasta los 9 años y luego en Colombia. “Como representante de la comunidad latina, me enorgullece que tengamos un museo importante con un nombre nuestro”, dijo el hombre que inició su fortuna con la construcción de viviendas sociales para familias de bajos ingresos.
A ese interés natural por el arte de su tierra se sumó, en los últimos años, la pasión por el arte africano. Surgida por casualidad, por sugerencia de un amigo mientras Pérez realizaba un safari con su mujer y uno de sus hijos. “Yo conocía a William Kentridge y a El Anatsui, pero cuando hablaban de arte africano contemporáneo creía que era arte de las tribus africanas -reconoció-. Me llevaron a ver a varias galerías y extendí tres días mi viaje para quedarme en Ciudad del Cabo y en Johannesburgo. Empecé a ir a los estudios de los artistas blancos y negros, mezclas de diferentes razas, y me enamoré del país, de lo que ha pasado esa gente. Mandela, al igual que Gandhi, fue un líder que ha sufrido y ha podido perdonar, y crear un país basado en el amor por el prójimo, no en el odio. Y entonces empecé a coleccionar y a involucrarme más y más”.
“Yo quería hacer mis propias exhibiciones, con curadores importantes, para hablar sobre los problemas sociales en América latina y en África. Es una historia diferente pero parecida, con el colonialismo europeo. Empecé a ver las conexiones entre los dos continentes del sur, y a hablar sobre esas injusticias que tenemos en nuestros países. El Espacio 23 empezó como un lugar donde puedo expresar lo que me gusta sobre la sociedad, interpretada por los artistas”, agregó durante la charla con Costa Peuser, y adelantó que las próximas muestras podrían estar dedicadas a artistas cubanos y a la producción de mujeres latinoamericanas.
Ni la pandemia pudo detener ese nuevo interés. Más bien, logró todo lo contrario. Liberado de su rutina diaria en la oficina durante los meses de cuarentena, Pérez se dedicó a estudiar y a evaluar las propuestas que le llegaban. “A las casas de subastas les ha ido extremadamente bien durante este periodo porque imagino que mucha gente está como yo, que no tiene mucho más que hacer que meterse en Internet a ver qué es lo que están vendiendo -explicó-. Las galerías también me están mandando lo que están mostrando en Pinta y en Art Basel Miami, y nos hemos vuelto muy adictos a esto. Hemos estado comprando mucho más arte que antes, porque nos han ofrecido muchas más cosas”.
En ese sentido, el coleccionista opinó que los cambios tecnológicos forzados por el encierro provocarán “un gran cambio en el mundo del arte”. “Yo creía que para visitar una galería en Buenos Aires tenía que ir a Buenos Aires, y ahora me lo mandan dijo-. Es muy difícil para mí comprar artistas que no conozco, comprar obras si no las has visto antes en persona. Pero ya cuando conoces a los artistas, me ha dado la oportunidad de seguir viendo y comprando arte. He ido a decenas de reuniones por Zoom, organizadas por galerías para grupos de cinco a diez coleccionistas, que nos permitieron hablar en persona con los artistas en sus estudios. Esto va a crear cambios que van a seguir”.
Para finalizar el encuentro virtual, que se sumó a una de las actividades “pop up” de Pinta en El Espacio 23, Costa Peuser le preguntó a Pérez qué consejo le daría a los jóvenes que están empezando a coleccionar. “Primero, que escuchen propia voz: ¿qué les gusta naturalmente? -respondió el empresario-. Después, experimentar y estudiar mucho, porque el gusto va creciendo”.
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