Argentina-Brasil y el clásico de la batalla mental en el vóleibol: cómo abstraerse de la medalla en juego

TOKIO.- La cabeza, todo tiene que ver con la cabeza. La cabeza fría y la cabeza dura. En las 36 horas que pasarán desde la derrota con Francia en las semifinales hasta el duelo frente a Brasil por el tercer puesto, lo único que hará la selección argentina de voleibol será pensar. Y recuperarse físicamente, lógico, pero la primera tarea es figurarse cómo medirse con el rival más motivante para la Argentina, el mismo que en este torneo olímpico les activó un clic a los jugadores que sirvió para enderezar el rumbo y ganarles luego a los Estados Unidos e Italia, hasta posicionarse entre los cuatro primeros de Tokio 2020.

“Hay que seguir con la cabeza dura y no dejarse abatir. Y así como contra Brasil perdimos un partido importante y nos levantamos y aprendimos, lo que nos pasó ante Francia es una chance para aprender de nuevo y seguir adelante”, recomienda Facundo Conte, el jugador que abre enormes los ojos en la cancha cuando el árbitro extiende su brazo hacia el lado argentino y convalida el punto. “Hay que tener la cabeza fría, tratar de estudiar bien al rival para llevarnos la próxima victoria. Seguimos con la misma ilusión, más allá de la tristeza que tenemos en este momento, porque contábamos con una oportunidad”, asegura Bruno Lima, en la misma línea de la obligación de mantenerse equilibrados en el aspecto anímico.

Por estas horas, Marcelo Méndez estuvo intentando atacar dos cuestiones: quitarles el mal sabor de un match ante Francia que se escurrió en tres sets y refrescar el concepto de que la lucha por una medalla sigue intacta. Reforzar el objetivo del podio, que se mantiene vivo por más que la dura caída con los franceses haya provocado retroceder varios casilleros en la confianza, después del tremendo envión del grupo tras la victoria sobre Italia. “Dejamos grandes candidatos atrás en este torneo, como Estados Unidos e Italia. Polonia no quedó entre los cuatro; tenemos que estar orgullosos. Lo que pasa es que cuando se llega a esta instancia de semifinales se quiere un poco más, una medalla. Los jugadores vienen dando el máximo y juegan en sus límites técnicos y físicos. A nadie le gusta perder, pero es parte de esto. Esperemos recuperarnos para jugar bien contra Brasil”, apunta el entrenador.

La batalla psicológica consistirá, en gran medida, en cuál de los dos equipos será capaz de abstraerse de que hay en juego un metal de bronce, nada menos. “El hecho de pelear por una medalla significará un partido totalmente diferente al de la etapa de grupos. Ninguno va a querer quedarse con las manos vacías, va a ser un partido duro, largo”, asegura Cristian Poglajen, cuyos tres Juegos Olímpicos disputados le permiten entender cómo es la dinámica. Sebastián Solé coloca todo en la balanza, la posibilidad de una recompensa grande y un cara a cara que tiene reminiscencias de aquel que entablaron ambas selecciones en Seúl ‘88. “Es una final, vamos a intentar no pensar en la medalla, es una linda oportunidad y hay que tratar de pensarla como lo que es: un gran partido y una gran chance”.

Todo es un gran combo mental: el reciente mal paso ante Francia y el significado de enfrentarse con el clásico oponente, pero también la vivencia de cada jugador por la selección a lo largo de los años. Luciano de Cecco, ya con 33 de edad, admite: “Perder una semifinal olímpica no es fácil de asimilar, porque a lo mejor no volvemos a jugar una. Pero tenemos que manejar esa frustración”. El capitán se inclina por bajar varios decibeles, desacelerarse y entregarse al análisis: “Hay que estudiar bien lo que podamos mejorar, la revancha la tenemos en unas horas y ahí nos enfocaremos”.