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Es esloveno, no tiene edad para manejar y su mamá debe conducirlo a los entrenamientos, pero es uno de los mayores talentos basquetbolísticos europeos de los últimos 10 años. Se mueve dentro de un campo de juego como si hubiera nacido allí. “Luka tenía tres meses y cuando lloraba por alguna molestia, la única forma de calmarlo era tomar el carrito, acostarlo allí e ir hasta la cancha donde se entrenaba su padre Sasha. En cuanto oía el pique del balón y el rechinar de las zapatillas se acababan las quejas”, contó su mamá Mirjam. Hoy cumple los 18 años. Y más allá que ahora podrá ir a sacar su registro para conducir, desde hace mucho tiempo que los caza talentos lo ven como una pieza diseñada exclusivamente para practicar este deporte. Luka Doncic tiene rendido al Viejo Continente a sus pies, es una de las estrellas de Real Madrid y varias franquicias de la NBA lo tienen en carpeta para quedarse con su elección en el Draft de 2018.
Sasha Doncic llegó a integrar el equipo más poderoso de Eslovenia, el Olimpija Ljubljana. Para el pequeño Luka ir al básquetbol encerraba dos placeres especiales: ver a Marko Miilic, capaz de volcar un balón saltando un automóvil, y poder pasarle el lampazo a la cancha para secar el sudor de los jugadores cada vez que se caían. Esa actividad escondía otro objetivo: aprovechar cada interrupción del partido y el entretiempo para poder lanzar al aro.

“Ahora mismo estoy en 2,02 metros sin zapatillas y creo que me queda otro poco”, dijo hace poco en una entrevista con El País. Impresiona por su plasticidad para jugar y es capaz de tomar la base de Real Madrid con la naturalidad de, por ejemplo, su compañero Sergio Llull, último MVP en la Copa del Rey española. Lo sigue atentamente su madre Mirjam, excampeona mundial de danza, para evitar que lo mareen los flashes y que la posibilidad de habitar el universo de la NBA lo saque de foco. Incluso Andrés Nocioni, su compañero en el equipo blanco, parece haberlo puesto bajo su ala: “Trato de darle experiencia y que las cosas malas que he aprendido a golpes, él las aprenda de mejor manera” cuenta el santafesino a la nación. “Trato de enseñarle cosas positivas o que a mí me han ayudado, así como las negativas para que vaya haciendo su propia historia. Está en una edad en la que tiene que equivocarse, es normal. Es muy joven, todos nos hicimos a base de errores y aciertos”.
La NBA lo quiere ya, sus números impresionan a los especialistas estadounidense: en tres temporadas en la casa blanca el esloveno superó los 570 puntos, las 230 asistencias y los 300 rebotes. Jonathan Givony, uno de los periodistas más versados en el Draft y en evaluaciones de Scouting, se animó a afirmar: “Está haciendo méritos para ser número uno del draft. Es muy fácil enamorarse de su manejo de balón, su creatividad, su capacidad de jugar en las tres posiciones abiertas y la confianza que tiene siendo tan joven”.
Doncic llegó a Real Madrid cuando tenía 12 años e inmediatamente acaparó la atención. Con 15 años y ocho meses apareció en las convocatorias para el primer equipo y en abril de 2015, con 16 años y dos meses, se volvió el debutante más joven de la historia del club.
Suele sonrojarse cuando recibe elogios, como cualquier adolescente, aunque dentro del campo tiene la cabeza de un veterano. “Las cosas que hace Doncic son sorprendentes”, dijo Nikola Mirotic, el montenegrino-español de Chicago Bulls. Goran Dragic, el esloveno base de Miami Heat, también se mostró atento: “Es un jugador muy especial y ya está demostrando todo su talento con buenos números en la Euroliga y con solo 17 años”.
Ya no pasa el lampazo: dentro de la cancha desparrama rivales, quema redes y emana talento.





