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Los controles antidoping en el boxeo –y probablemente en otros deportes- tienen parámetros distintos en su aplicación, dureza y resultados para quienes los desaprueben. Y esto se reflejó, recientemente, en lo acaecido con dos muy buenos campeones del momento: el kazajo Zhanibek Alimkhanuly, titular mediano (FIB y OMB) y el puertorriqueño Subriel Matías, poseedor el cetro welter junior (CMB), víctimas de dos fármacos que azoran cada vez que se los menciona en este ambiente: el meldonium, “el remedio que cura todo” y la ostarina, “el veneno del hígado”.
Este conflicto causó mucha más inquietud que la mismísima destitución del cinturón de los supermedianos (CMB) al estadounidense Terrence Crawford, vencedor legítimo del mexicano Saúl Canelo Alvarez, en septiembre último. ¿El motivo? Atrasos en los pagos de aranceles por sus combates al (CMB). Tal si fuese un desalojo inmobiliario; en una industria como esta, en la que los méritos importan cada vez menos. Asímismo, Crawford pidió a viva voz al jeque árabe Turki Alalshik presionar a favor del proyecto político dirigido al Congreso americano tendiente al desconocimiento definitivo de las organizaciones pugilísticas internacionales.

Alimkhanuly, kazajo, debía combatir hoy en Las Vegas, en la pelea más esperada del mes, contra el cubano Erislandy Lara por un tercer cinturón, el de la AMB, pero el match se canceló por la sanción impuesta por VADA (Asociación Voluntaria de Doping Deportivo) al fallar en sus pruebas de dopaje. La causa: la aparición de meldonium en su organismo. Esta droga de origen ruso fue abolida en 2016 en un período muy particular para los atletas de esa región; tanto la tenista Maria Sharapova como el campeón pesado Alex Povetkin fueron suspendidos por 15 meses al comprobarse que ambos consumían el fármaco vedado. ¿Que produce el mismo? Incremento de la resistencia, recuperación rápida tras los entrenamientos, protección ante el estrés y una mejora en la activación del sistema nervioso.
Nadie defendió ni pidió abiertamente contrapruebas o clemencia en favor de Alimkhanuly, que pasó por arriba a quien se cruzó en su camino de campeón invicto con 17 victorias (12 por KO).

El puertorriqueño Subriel Matías, de 33 años, consagrado campeón mundial por primera vez ante el argentino Jeremías Ponce, en 2023, no aprobó su análisis de doping, según VADA el encontrarse restos de ostarina en sus chequeos previos a su defensa del cetro welter (AMB) ante el inglés Dalton Smith, el 10 de enero venidero en Nueva York. Sin embargo, distintas comisiones de boxeo norteamericanas sostuvieron que el margen químico era mínimo y no alcanzaba porcentajes prohibitivos. Fue en una decisión muy polémica. El Consejo Mundial de boxeo, muy permeable últimamente a los intereses de los promotores ingleses –que manejan a Matías-, avaló esta medida y dio el apto para el cotejo oficial. Prometió, además, rever y renovar este tipo de pruebas.
¿Que provoca la ostarina? El aumento de la masa muscular y la mejora en su rendimiento. Sensible a una futura y extraña atrofia en los mismos.

Se agregan también todas las dudas sobre este tipo de experiencias en Inglaterra. El pesado neozelandés Joseph Parker, quien se quejó públicamente tras su derrota mundialista con el londinense Fabio Wardley, el mes último, fue suspendido tras hallarse restos de cocaína en su test final. Algo parecido ocurrió con el mexicano Francisco Rodríguez, coronado ante el británico Galai Yafai, tras sucumbir en los test antidrogas con un diagnóstico letal: positivo de heptaminol, un estimulante de la circulación sanguínea cerebral. Suspensión y destitución del cetro mosca (CMB) interino.
Hoy todos están bajo la lupa: boxeadores, laboratoristas y dirigentes. Todos tienen algo de razón y mucho de culpa. El gran dilema será saber cómo se sale de este pozo.



