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El cotizado futbolista brasileño que nunca marcó un gol ni disputó un partido completo en 20 años de carrera
Le decían “Kaiser” y fue famoso por sus lesiones; según la FIFA, el jugador pasó por 11 equipos durante los años 80 y 90
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Hay un dicho que dice: “Un deseo sin un plan es solo un sueño. Pero cuando tienes una estrategia, se convierte en un objetivo”. Son muchas las personas que desde una temprana edad soñaron con ser grandes deportistas, desde nadadores, hasta tenistas o incluso futbolistas. Sin embargo, este sueño suele verse atropellado por la dura realidad que a veces hace que tomen otro camino, o, por el contrario, esta misma se vuelve un impulso para alcanzar sus metas. Este es el caso de Carlos Henrique Raposo, o más conocido como ‘Kaiser’, el hombre que soñaba ser futbolista sin jugar fútbol.
Su historia es muy complicada, pues no se puede corroborar del todo. De su boca salen verdades que parecen mentiras y mentiras que después de todo son verdades. Pero al final, de lo que sí se puede tener certeza es que Kaiser fue uno de los jugadores más cotizados en la década de 1980, a pesar de nunca haber metido un gol.
Para entender mejor cómo este futbolista alcanzó la fama sin jugar un solo partido, hay que remontarnos a su origen. Restrepo nació en 1963 en Río de Janeiro. O por lo menos eso es lo que presume, pues de por sí, su nacimiento es un misterio.
Hay dos versiones de la historia. La primera, documentada por el periodista Rob Smyth, dice que su madre biológica lo abandonó con la mujer que al final lo había criado. Se supone que se lo había encomendado por un tiempo, pero nunca volvió.
La segunda versión, dicha a Lisette Arévalo, periodista del proyecto Radio Ambulante, asegura que su madre biológica era ama de llaves en la casa de un político muy importante. Cuando la dejó embarazada, le dio dinero para que desapareciera y criara al bebé. Ahí fue cuando en Porto Alegre se lo dio a una conocida -la madre adoptiva de Kaiser- para que se lo cuidara, pero al volver, la mujer le dijo que había muerto. En otras palabras, la vida de este mentiroso comenzó con una farsa. Y esta solo habría sido la primera de muchas.
Botafogo: el comienzo de todo
A sus 10 años, Kaiser comenzó a entrenar en la categoría juvenil, con uno de los equipos más importantes de Brasil: el Botafogo. Según cuenta, después de varias audiciones y pruebas, fue legítimamente contratado para utilizar la camisa blanca y negra. Desde entonces se dejó envolver por el mundo del deporte y empezó a soñar con ser un gran futbolista. Pero esto se rompió tiempo después, cuando se enteró que su madre -quien era alcohólica y tenía problemas financieros- se había llevado junto a su representante más del 80 por ciento de sus primeras ganancias como futbolista. Había sido engañado y ahora le habían pasado la pelota para jugar lo que sería el partido de su vida.
Su objetivo principal era seguir en el mundo del fútbol, pero sin tener que jugarlo, ya que había quedado muy decepcionado con su experiencia en Botafogo y no quería seguir entrenando. Pero el dinero y la fama lo mantuvieron en la línea. Fue por eso que se las ingenió para poder seguir en la cancha, sin mover un dedo. El ‘modus operandi’ de Raposo consistía en fingir una lesión en la primera sesión de entrenamiento. Después de esto, según se dice, creaba toda una serie de escenarios llenos de incapacidades y afecciones médicas, lo que hacía que viera desde la banca todos los partidos que nunca jugó.
Vistió la camisa a rayas durante un año, hasta que increíblemente lo compró el Flamengo, equipo al que había sido recomendado por su gran amigo Renato Gaúcho. Allí estuvo durante un año. Es importante recordar que Kaiser jamás se fue sin cobrar un cheque, pero sí sin haber cobrado un penal. Fue entonces cuando después de cuatro supuestas lesiones y cientos de historias maravillosas, el Puebla Fútbol Club de México lo incluyó en su equipo. La prensa jugó un papel importante en este momento de su vida. Muchos de los cronistas que lo entrevistaron creyeron en sus dichos y lo presentaban como un el ‘as’ del fútbol que simplemente no podía jugar por su mala suerte con las lesiones.
En Puebla estuvo seis meses sin jugar un solo partido, pero sí jugó a ser ‘el chico malo’. Según lo que cuenta la periodista Lisette Arévalo, el hombre fingía contusiones, peleaba con el equipo, los árbitros y siempre estaba provocando a quien estuviese a sus alrededores para justificar sus ausencias de alguna manera. Y al final le habría funcionado. Después volvió a Río para jugar con uno de los equipos con más potencial de la época: el Atlético Bangú. Su estancia fue corta, pero muy fructífera, pues allí fue cuando se le abrió la oportunidad más grande de su vida: irse a la liga francesa, puntualmente para el equipo Ajaccio. No obstante, esto no fue realmente por sus habilidades. Su amigo Fabio Barros, conocido como Fabinho, lo había recomendado al venderlo como una de las promesas de Bangú.
Allí le fue muy bien. Pero no por su talento con el balón, sino por su habilidades sociales. Supo como ganarse al equipo y, sobre todo, como conquistar a una hinchada que solamente lo vio jugar una vez en su vida, durante unos cortos 20 minutos. O eso es lo que supuestamente había sucedido. La historia en este punto es difusa. Se sabe a ciencia cierta que volvió a Bangú. Prueba de ello es que el periódico Jornal dos Sports publicó en esa época una nota con el título: “Bangu ya tiene su rey: Carlos Kaiser”. Pero no se sabe si había sido de manera independiente o como ‘préstamo’. Pero lo que sí se sabe es que su gran carrera estaba en los últimos minutos de reposición.
El fin de una carrera, pero no de una historia
A Carlos lo habían apodado ‘Kaiser’ por su atlética figura, la cual parecía la de una botella de cerveza que tenía ese mismo nombre. O esa es una de las versiones. La segunda apunta a que lo habían llamado así por su gran talento y en honor al último emperador alemán ‘Dutche Kaiser’. Aun así, sin importar la historia, la grandeza de Carlos Henrique Raposo finalizó en el 2003, cuando repentinamente dejó sus guayos y permaneció alejado de los reflectores. En el 2015, una empresa británica realizó una película sobre el gran denominado por algunos como el farsante del mundo del fútbol. Esta incluye entrevistas con leyendas del fútbol brasileño como Carlos Alberto, Zico, Júnior, Bebeto y Renato Gaúcho.
Entre ellas está la de Fabinho, quien dijo que Carlos nunca había pisado una cancha en Francia. Es decir, que su pasada por Ajaccio habría sido mentira, y que su amigo se habría aprovechado de la oportunidad de él para decir que también hacía parte del equipo.
Al final del documental se puede ver cómo va la vida actual del exjugador de fútbol. Hasta el momento sigue firme en sus historias y después de la película que hicieron sobre él, siguió contándolas para los medios que lo llaman. Es entrenador personal en São Paulo, Brasil, se rebusca la vida dando clases en gimnasios y goza de la atención que recibe por parte de quienes quieren saber la historia del gran estafador del fútbol.
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