Alexis Mac Allister recordó como Riquelme lo dejó ir de Boca: “Yo quería quedarme y los dirigentes no”
El campeón del mundo revivió el momento en que debió marcharse del club del que es hincha
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Alexis Mac Allister, con 26 años, se consagró campeón del mundo con la selección argentina en Qatar, levantó la Premier League con Liverpool y fue recientemente nominado al Balón de Oro. Pero detrás de esa carrera ascendente, se esconde un momento bisagra que lo marcó profundamente. En un artículo publicado por The Players’ Tribune, el mediocampista hizo pública una decepción que había quedado en silencio: su salida anticipada de Boca, en 2020, por decisión de Juan Román Riquelme.
“Para mí era un sueño estar en Boca”, dijo para el medio, que sube historias contadas en primera persona. Mac Allister había llegado a préstamo desde Brighton, a la espera de la visa para emigrar a Inglaterra, tras su venta desde Argentinos Juniors. Sin embargo, todo cambió tras las elecciones de diciembre de 2019, cuando la nueva dirigencia, con Jorge Amor Ameal como presidente y Riquelme como responsable del fútbol, optó por no extender su permanencia.
“Quería quedarme y disfrutar de esos seis meses más, pero como el préstamo era sin opción, los dirigentes no querían que me quedara”, contó con crudeza. Al no haber opción de compra, no había margen de negociación. Sin embargo, para el jugador, lo simbólico pesó más que lo administrativo. “Para mí no fue nada fácil tener que irme de esa manera, porque la persona que tomó la decisión fue Riquelme, que era mi ídolo”, insistió.

El gesto no fue menor: Riquelme, desde su lugar como vicepresidente segundo y responsable del consejo de fútbol, había decidido dejarlo ir. Para un futbolista criado en una familia xeneize, con un padre ídolo del club, y que desde chico lo había admirado como modelo de futbolista, la herida fue doble.
Su ciclo en Boca fue breve. Llegó en julio de 2019 a préstamo por doce meses, sin opción de compra, y rápidamente se ganó un lugar en el equipo dirigido por Gustavo Alfaro. Debutó oficialmente el 24 de julio ante Athletico Paranaense por los octavos de final de la Copa Libertadores. En ese mismo partido, marcó su primer gol con la camiseta xeneize, con un derechazo desde afuera del área que fue ampliamente celebrado por los hinchas, ya que le dio la victoria en Brasil por 1-0.
En total, disputó 20 partidos, marcó dos goles y dio cuatro asistencias. Su rendimiento fue consistente, y su versatilidad en el mediocampo lo posicionó como una de las revelaciones del semestre. Además, a pesar de ya no estar en el plantel, fue parte del equipo que logró el famoso título ante River en la última fecha del torneo 2019/20.
El episodio tuvo un impacto mayor del que podía imaginarse entonces. Su desvinculación de Boca no solo implicó un adiós prematuro al club del que es hincha y del país, también lo dejó sin rodaje de cara a una aventura incierta en Inglaterra. Brighton lo esperaba tras el préstamo, pero sin garantías de minutos. La pandemia, además, se encargaría de aislarlo del mundo.
“Yo estaba en mi departamento en Brighton, ella (su madre) estaba en su casa en Buenos Aires. ‘Ma, no puedo más. Me vuelvo a casa. Necesito irme de acá’, le dije. Yo ya tenía las valijas listas”, recordó. La frustración era total. Ni jugaba ni hablaba inglés, y sentía que su carrera se apagaba antes de despegar. “Era frustrante, porque tenía la camiseta 10 de un club de la Premier League, que es el sueño de un montón de chicos en la Argentina, pero a la vez no era nadie. Mi nombre no era nada”.
Durante esa etapa, contó, tuvo dos ofertas sobre la mesa —una de Rusia y otra de España— y estuvo cerca de aceptar alguna. Pero fue su madre, Silvina, quien logró detenerlo. “Mi mamá me salvó”, resume. “Ella me hizo acordar cuando era chico, cuando jugábamos en el patio con mis hermanos…”. En ese momento de duda y nostalgia, se abrió paso otra idea: la de resistir.
Lejos de derrumbarse, Mac Allister transformó esa decepción en un impulso. Su crecimiento en Inglaterra fue lento pero firme. Primero en Brighton, bajo la conducción de Roberto De Zerbi, encontró regularidad y nivel. “Cuando le metí dos goles al Everton en enero de 2022, ahí terminé de hacer el click”, contó. Ese rendimiento le abrió las puertas de la selección argentina.
En diciembre de ese mismo año, ya no era un suplente con potencial, sino un titular en la final del Mundial. Fue uno de los puntos altos del equipo de Lionel Scaloni y clave en la jugada del segundo gol ante Francia. “Cuando le pasé la pelota a Di María, fue como una película”, recordó.
Hoy, ya consolidado en Liverpool, campeón de la Premier League y figura internacional, Mac Allister mira hacia atrás y reconstruye ese momento inicial con otra perspectiva. “¿Te imaginás si me hubiera ido a España? ¿O a Rusia? Hoy en Inglaterra yo sería uno de esos nombres difíciles que hay que adivinar en los concursos que se hacen en los pubs”, ironizó. Y luego volvió al núcleo de toda esta historia: “Ese no fue mi destino. Mi mamá me salvó”.
La decisión de Boca, que en su momento pareció una pérdida para el club y un retroceso en la carrera del jugador, terminó funcionando como una bisagra. Aquel joven que lloraba por videollamada con su madre, sin lugar en su equipo ni rumbo claro, fue el mismo que dos años más tarde le hizo una asistencia clave a Ángel Di María en la final del Mundial y que hoy brilla en el fútbol inglés.
Mac Allister no lo dice con resentimiento. En su carta no hay reproches directos. Pero sí hay una decepción íntima, apenas disfrazada. El gesto de quien admiraba profundamente a Riquelme y recibió, de él, su primer revés en el fútbol profesional. “Fue mi primer gran golpe en el fútbol”, repite. Y esa frase resuena más allá del testimonio: retrata el momento en que el jugador dejó de ser promesa y empezó a forjar su propia identidad, lejos de casa y del club al que amaba.
El mediocampista respondió en la cancha y también en lo emocional. “Muchos pueden pensar que nací en cunita de oro, que todo me resultó fácil, pero no se imaginan el sacrificio que hay atrás”, escribió. La figura de su madre, las de sus hermanos —también futbolistas, Francis y Kevin— y la de su padre —Carlos Javier Mac Allister— aparecen como sostén de una historia familiar atravesada por el fútbol.
Pese a todo, no hay menciones directas a una posible vuelta a Boca, ni gestos públicos de reconciliación con quienes decidieron su salida. Tampoco parece buscarlo. Su carrera tomó otro rumbo, y lo hizo desde la adversidad. Como él mismo sintetizó en el cierre de su carta: “En 2020, ni jugaba en Brighton. Lloraba con mi mamá por FaceTime, rogando volver a casa. Dos años más tarde, era campeón mundial. Después, la Copa América. Ahora, soy campeón de la Premier League. Nominado al Balón de Oro”.
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