Argentina: el país de los 15.000 directores técnicos de fútbol

Son 15.000 los entrenadores de fútbol recibidos en el país, registrados por la asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (Atfa), aunque sólo hay 28 clubes de primera división. "Marca la forma en la que los argentinos vivimos el fútbol. Cuando vienen de otros lugares se asombran de la cifra, no es común en otros países. Hay muchos que lo hacen simplemente para poder chapear con sus amigos en el café", dice el Secretario General de Atfa, Victorio Cocco. A su cargo están las 34 escuelas reconocidas por la AFA para realizar el curso de Director Técnico.

Para dirigir en categorías oficiales de la AFA hay que hacer el curso. Sin embargo, Gabriel Heinze , actual técnico de Vélez, se pudo sentar en el banco de Godoy Cruz, en 2015, sin el título habilitante. Fue gracias a una medida cautelar dictada por la justicia, aunque finalmente terminó recibiéndose de entrenador. "Ahora vas a poder ejercer el cargo con dignidad", le dijo entonces Cocco.

Para obtener el título, casi todos debieron cursar cuatro horas, tres veces a la semana, durante dos años. Casi todos, porque Diego Maradona fue el único caso donde se le otorgó el título oficial y públicamente a una persona que no había dado ningún examen.

Diego Maradona fue el único caso donde se le otorgó el título oficial y públicamente a una persona que no había dado ningún examen

A pesar de las horas y el esfuerzo dedicados por los estudiantes, el diploma no está reconocido como terciario por el Ministerio de Educación. Cocco explica la razón: "Me pedían que exija terminar la secundaria como requisito para entrar. Hay jugadores con mucho nombre a los que no les podés pedir eso".

Hay también instituciones estatales en la Ciudad de Buenos Aires y Rosario que ofrecen cursos similares con categoría de terciarios: el Instituto Superior de Deporte (Isde), dependiente del Gobierno Porteño, y el Instituto Superior de Educación Física (Isef 11) en la ciudad de Messi. Quienes se reciben en estas instituciones deben realizar revalidas en Atfa para poder dirigir en AFA. Sin embargo, al ser terciarios avalados por el Ministerio de Educación, los títulos de las instituciones públicas tienen un reconocimiento en el exterior mayor que el de Atfa.

La Superliga Argentina, máxima categoría local, cuenta sólo con dos entrenadores que no fueron jugadores en la máxima categoría del fútbol argentino. Uno es Juan Pablo Pumpido y dirige en Patronato. Es hijo de Nery, arquero campeón mundial en 1986. El otro es Ariel Holan, de Independiente. El entrenador de la Selección Argentina, Jorge Sampaoli, también se suma a la lista de quienes triunfaron como entrenadores sin haber cobrado nunca por jugar al fútbol. Otros miles quedaron, o están, en el camino.

Los que sueñan con triunfar

Uno de los que busca hacer su camino como entrenador es Christian Acosta. Hoy está como DT en la quinta división de Lugano, equipo de la primera D. Tiene tres hijos pequeños, vive en Mataderos y es vendedor en un local de electrodomésticos en Palermo. Durante dos años llegó tres días a la semana a la medianoche a su casa: estaba haciendo el curso de Director Técnico. Tiene 37 años y jugó de mediocampista por derecha en las inferiores de Yupanqui, club que también milita en la D.

"Decidí ser técnico porque el fútbol es mi lugar en el mundo, estar todos los días pensando en esto para mi era común, imagínate lo que siento ahora, que es realidad", dice Acosta, que a los dos años se subía a los camiones con acoplado para ir a la cancha a ver a Chicago con su papá.

Asegura que lo más importante de hacer el curso de técnico fueron las personas que conoció: "Mas allá de los excelentes profesores como Carlos Borzi, gracias a la carrera conocí a la gente con la que pude formar un grupo de trabajo: Dante Peña, Francisco Aostri y Alexis que son los que me acompañan en esta locura hermosa". Y sueña:"Quiero consolidarme haciendo un trabajo diferencial en la categoría , para después ir progresando hasta llegar a primera división".

Peña y Aostri son además, junto con Maximiliano Fuhrmann, entrenadores en La Joya: una escuela de fútbol femenino en Parque Centenario.En los entrenamientos, los profesores plasman los conocimientos adquiridos en el curso e hilvanan ejercicios globales y analíticos para que la formación de las chicas sea lo suficientemente completa y puedan luego plasmar en los partidos, lo que semana a semana aprenden en los entrenamientos.

La dirección técnica no es solo cosa de hombres: Florencia Montoya empezó a jugar al fútbol en la escuela Mariano Acosta. Participaba de torneos organizados por cadenas de TV infantil. Actualmente está jugando Futsal y dirigiendo en dos Clubes. Da clases de Futsal Femenino a menores de 16 años en Marchigiana, un Club barrial de Caballito. Hoy dirige chicos de 11,12 y 13 años en Sportivo Barracas. Tiene el título de Directora Técnica, tanto de fútbol 11 como de Futsal y se recibió del Profesorado de Educación Física.

Tengo ganas de seguir aprendiendo para que el Fútbol Femenino se siga desarrollando, en igualdad de condiciones al masculino

Decidió seguir la carrera por los entrenadores que la marcaron, "para bien y para mal" como jugadora: "Como soy una agradecida eterna a todas las cosas que me brindaron ellos, mis compañeras, y el Fútbol en general, decidí capacitarme para transmitir eso a otros chicos. Entiendo también al deporte como una herramienta de transformación social".

Montoya asegura que es otra después de haber hecho el curso: "me brindó un bagaje teórico amplio, recursos para convencerme de una idea de juego, como transmitirla. Pero sobre todo valoro las experiencias compartidas con mis compañeros, los profesores".

Pensando en el futuro, ninguno de los dos se conforma: "Tengo ganas de seguir aprendiendo y compartiendo experiencias, tanto desde el lado de jugadora como técnica. Sin dudas aportando todo lo que pueda para que el Fútbol Femenino se siga desarrollando, en igualdad de condiciones al masculino", dice la entrenadora. Acosta, Peña, Aostri y Montoya son cuatro historias entre miles de entrenadores que van construyendo su porvenir.