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Volvió para ser campeón. Como lo fue en la temporada 1986/87, aunque aquella vez con la camiseta. Ahora el Patón Edgardo Bauza usa un buzo, con el escudo de su club que late junto al corazón. "Logramos el campeonato, nos llevamos lo que vinimos a buscar. Lo felicité a Pedro Troglio, porque fue un partido durísimo. Lo pudimos ganar nosotros, por penales, aunque quizás lo pudimos definir en el primer tiempo, con el cabezazo de Zampedri", dice, al borde de la emoción el director técnico que no sabe si seguirá conduciendo en 2019. El año próximo el Canalla tendrá la Supercopa Argentina frente a Boca y la participación de la Copa Libertadores.
Las lesiones de Gil, Camacho y Zampedri le quitaron a tres de sus pateadores preferidos de penales a Bauza, siempre acompañado junto a la línea con su amigo Di Leo, que es mucho más que un simple ayudante de campo. "Venimos demostrando que este plante se recupera, supera todo", comenta el entrenador, que recuerda el apoyo de su familia a cada momento. En la tribuna, 20 mil hinchas lloran, se abrazan, despliegan banderas… En el campo de juego, los futbolistas abrazan al Patón, y buscan el cheque, el premio de 4.900.000 pesos. Luego será el turno de las medallas y de levantar la Copa Argentina, el trofeo esquivo que finalmente el capitán Marco Ruben logra regalarle al público.
"Me acuerdo de mi familia, de ésta gente, porque yo sé lo que va a ser Rosario en un rato, mañana… Toda la semana, porque esto se va a festejar toda la semana", relata Bauza, el director técnico que en el recorrido de la Copa Argentina se impuso cuatro veces por penales y dos en los 90 minutos; claro, uno de esos triunfos fue ante Newell’s, en la cancha de Arsenal.
Festeja el patón, celebra Rosario Central.