Boca es cómplice del derrumbe por la ineptitud de la gestión
Boca fue estafado por el VAR. Y no una, dos veces en siete días, una secuencia que pareció burlona. La culpa tendría que devorárselo por dentro: resultó cómplice de su derrumbe. Y enseguida le volvió a suceder con el sainete del corredor sanitario. No tuvo previsión, no supo gestionar el problema. No movió las piezas antes del desborde. Y las huellas de su ineptitud quedaron por todos lados: jugó el martes, volvió al país el miércoles y presentó la carta de ‘excepcionalidad’ en el ministerio de Salud el viernes al mediodía. Prácticamente a la misma hora que jugaba la Reserva y no preservaba ninguna pieza por si tenía que recurrir a estos futbolistas un día después. ¿Buscó presionar? Estallaría su inmadurez. El sopor de Boca, y luego, la histeria para repartir señalamientos. Los dirigentes de Boca no defienden al club.
Tal vez Boca creyó que por sola portación de su nombre le iba a alcanzar. Se equivocó. Tal vez fue engañado y alguien le prometió algo que luego se esfumó. En ese caso, también falló: no se trata de delegar, sino de actuar. De involucrarse. De estar presente. Hay que viajar, discutir. Tener respuesta y plan A, plan B, plan C. A control remoto desde Don Torcuato o al lado de una parrilla en el predio de Ezeiza no alcanza. Con diplomáticos como Bermúdez y Cascini tampoco funciona. Si Boca se quedó con que un papelito de la Conmebol garantizaba que la burbuja no se había roto, o descansó en la palabra y el compromiso de Daniel Scioli…, volvió a equivocarse. Y ya con niveles de ingenuidad que en cualquier empresa alentarían el despido.
Si Boca fue víctima de una interna del Gobierno, si el gobernador Kicillof le torció el brazo a Alberto Fernández de madrugada, a Boca no le cabe el lugar del desahuciado. ¿Pensó que con miles de varados en el exterior le iban a conceder el privilegio del corredor sanitario, desoyendo el ministerio su propia exigencia de los siete días de aislamiento? Aterra ese candor o inconsciencia.
Si Boca se busca oponentes como el Gobierno, la Conmebol y la Liga Profesional, antes debe revisar su artillería. Los argumentos, la espesura de su posición, los antecedentes, las consecuencias de un mal paso… Y tener presencia, estar en el campo, en la trinchera. ¿Ahora Boca no quiere exponer a sus juveniles, no se presentaría esta noche con Banfield? Lo debió pensar con antelación. Eso es conducir, gestionar antes de los acontecimientos. Pero Boca no cuenta con gente capacitada. Tal vez no haya dirigentes preparados en ningún sector político del club xeneize. En definitiva, pertenece al rebaño de incompetentes que juegan al circo y al barullo en el fútbol argentino.
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