Con Nicolás De la Cruz, el River de Gallardo pone la lupa y se potencia con el mercado uruguayo
Con el arribo de De la Cruz se consolidó una búsqueda: cuatro de los siete refuerzos extranjeros que contrató el técnico fueron charrúas; además valorizó a Carlos Sánchez y Rodrigo Mora; el Muñeco conoce el ambiente porque allí se retiró como futbolista y arrancó su carrera de entrenador; el rol del manager Francescoli
El fútbol uruguayo tendrá siempre un sabor especial para Marcelo Gallardo . Allí eligió terminar su carrera como jugador y empezar su camino como director técnico. Con dos títulos locales en cada rol entre 2010 y 2012, dejó una buena imagen en Nacional y sorprendió en su primera experiencia como DT. Dos años después asumió en River y, desde entonces, repetidas veces ha mirado hacia el Río de La Plata a la hora de buscar jugadores para reforzar sus planteles. Uruguay es una carta que el Muñeco siempre tiene bajo la manga.
Cuando Rodolfo D’Onofrio ganó las elecciones presidenciales en diciembre de 2013, el ídolo Enzo Francescoli asumió como manager. Ex compañero de Gallardo en el equipo campeón de la Copa Libertadores 1996, el ex futbolista uruguayo se ocupa de las búsquedas y negociaciones de jugadores que podrían llegar al club. Asiduas reuniones con el DT y el presidente de por medio, Enzo se volvió un nexo seductor entre el club y los apuntados para arribar a Núñez. Y más si son uruguayos.
La última gran apuesta fue Nicolás De La Cruz , una de las grandes promesas del fútbol uruguayo, que todavía no debutó en River. Medio hermano de Carlos Sánchez, con 20 años y tras ser campeón del Sudamericano Sub-20 y cuarto en el Mundial de Corea del Sur, el ex jugador de Liverpool de Uruguay llegó a cambio de cuatro millones de dólares por el 30% del pase, con una cláusula de rescisión tasada en 22 millones y la posibilidad de incorporar otro 20% en un futuro.
Tras no poder emigrar a Europa y al ver el interés real de River para incorporarlo, su representante Paco Casal, socio e íntimo amigo de Francescoli, apuntó los cañones directamente hacia Buenos Aires y la dirigencia le cumplió el deseo a Gallardo, quien insistió para realizar la operación ya que confía en el potencial del volante ofensivo, quien puede jugar de enganche o media punta. “Es un buen pasador, con pegada y desequilibrio en el uno contra uno. Tiene muchas cualidades para mostrar. Son características distintas de las que tiene Pity, por ejemplo, es más pasador. Lo va a ir demostrando con el tiempo”, lo describió el DT.
El caso de De La Cruz no es aislado, sino una constante, ya que Uruguay tiene encima una lupa especial del Muñeco. No fue una sorpresa que haya elegido optar por la continuidad de Carlos Sánchez –se fue en 2016 a México– y Rodrigo Mora –en plena recuperación de la operación en su cadera–, quienes habían emigrado a préstamo tras ser relegados por Ramón Díaz. De su mano, fueron figuras indiscutidas en las conquistas internacionales.
A su vez, uno de los primeros refuerzos fue Camilo Mayada. Llegó en enero de 2015 desde Danubio por 1,5 millones de dólares a cambio del 55% de su pase. El volante, quien también era pretendido por Racing, se convirtió en un jugador esencial para el técnico. Valorado por su versatilidad y su fácil adaptación a distintos puestos por las bandas, hoy está suspendido provisionalmente por doping -resta conocer la sanción definitiva- pero ya tramita la ciudadanía argentina para dejar de ocupar cupo extranjero, al igual que lo hizo Mora tiempo atrás.
Es lindo que dos hermanos pasen por una institución tan grande como River. Carlos (Sánchez) dejó una huella, yo quiero hacer lo mismo
Caso especial fue el de Tabaré Viudez, uno de los más pedidos de Gallardo, quien había sido compañero y dirigido suyo en Nacional. River abonó 2,5 millones de dólares por el 70% de su pase en julio de 2015, pero fue una gran decepción: marcó un solo gol en 28 partidos y, tras distintas lesiones, regresó al año al Bolso, que adquirió un 20% de su ficha a cambio de la cancelación de una deuda por Iván Alonso, otro uruguayo del último tiempo.
A los 36 años, Alonso llegó a Núñez a cambio de 260 mil dólares por su pase como un recambio para la delantera. Pese a no tener continuidad, dejó una buena imagen con siete goles en 39 encuentros y el grito esencial del 4-3 ante Rosario Central para ganar la final de la Copa Argentina 2016. Rescindió hace un mes y abrió el cupo que el club buscaba para sumar a De La Cruz. Pero éste no sería el último uruguayo en llegar.
Tras la reciente habilitación del quinto cupo de extranjeros, River aceleraría las negociaciones por Marcelo Saracchi, de Danubio. Tiene 19 años, es zurdo y juega como lateral o mediocampista izquierdo. Lleva 56 partidos en primera y suma tres goles, y además integró las selecciones Sub-15, Sub-17 y Sub-20 de Uruguay, siendo compañero de De La Cruz en el Sudamericano y el Mundial del presente año.
Más allá de los charrúas que llegaron o pueden llegar, el arquero Fernando Muslera -nacido en la Argentina, pero nacionalizado uruguayo- y el defensor Diego Polenta han sido dos grandes anhelos en más de un libro de pases que no se concretaron. Además, han sonado el arquero Rodrigo Múñoz, el lateral Álvaro Pereira y el delantero Maximiliano Gómez, entre otros nombres.
No sorprende entonces que, de los siete extranjeros incorporados en los tres años del ciclo Gallardo, cuatro hayan sido uruguayos –lo completan el paraguayo Moreira, el ecuatoriano Mina y el colombiano Santos Borré–. Con Francescoli de mánager y el conocimiento especial que tiene el DT del fútbol rioplatense, Uruguay tiene su lugar de privilegio en Núñez.
Dónde se imagina De la Cruz
Nicolás de la Cruz es un enganche que también puede jugar por las bandas, sabe reubicarse para ser desequilibrante. Gallardo lo puede utilizar como mediapunta en el 4-3-2-1 que utilizó a comienzos de la pretemporada o como acompañante de Alario.
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