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Los hinchas de San Lorenzo están desnudos. Tanto, como el equipo que los representa en el césped. Juega como puede, lucha sin fuerza y suele trastabillar. En la Promoción desde que empezó este traumático Clausura y con Tigre al acecho (quedó a tres puntos del Ciclón), los simpatizantes tienen un sólo camino: ofrecer el corazón. No juegan, claro. Pero al menos, lanzan una advertencia: el calor popular está ahí. Se escucha: sólo hay que tomarlo, abrazarse al canto de gorriones. Sin embargo, el equipo no canta: juega. Como puede. Boca le ganó casi, casi, por decantación. Y detrás de la derrota (lógica, por el presente, dolorosa, por la historia, traumática, por el futuro), surgen puntos en común que viajan en el tiempo. Que advierten: San Lorenzo está mal. No tiene mucho más que este puñado de voluntades. Que pueden salir adelante, claro. Pero que deben darse cuenta ya. Ahora mismo. Potenciar lo que tiene, disimular lo que le falta y..., portarse bien. Cuatro expulsiones en cuatro partidos derrumban a cualquiera.
1- Pocas variantes. Por expulsiones o por lesiones, San Lorenzo no puede armar la misma formación. No sólo un equipo: una estructura más o menos fiable. Fernando Meza es zaguero, pero juega como lateral derecho. José Luis Palomino es zaguero, pero actúa como lateral izquierdo. Cristian Chávez se fue a Napoli, volvió con poco rodaje (actuó apenas 19 minutos en dos partidos) y saltó a la cancha. Es delantero, pero jugó como volante derecho. Hay otros casos: Pablo Alvarado actuó en varios puestos, pero ahora se sitúa en el centro de la defensa. Y Gonzalo Bazán, ex defensor, es volante por la izquierda. Con la derrota por 1 a 0, Leo Madelón transformó el equipo: tres defensores (salió Palomino) y tres delanteros y un enganche (Romagnoli; Salgueiro, Bueno y el pibe Benítez). El Ciclón tuvo menos variantes, porque el escenario lo embriaga: no se trata de esquemas, sino de nombres de limitada jerarquía. Cuando traban una pelota y la pierden... el promedio les aparece como un fantasma en sus cabezas. Se juega con el cerebro partido. El mediocampo tiene una figurita ausente: el sector derecho. Casi, casi, no hay un volante confiable por ese sector desde la salida de Diego Rivero a Boca, por un insólito conflicto interno con Ramón Díaz.
2- Hechos en casa. La decisión es arriesgada: ir a la batalla final con hombres y chicos surgidos en casa. Conocen el club, se criaron entre esas paredes y tienen un respaldo mayor desde las tribunas. ¿Alcanzará? El problema no es el amor (que lo tienen, se nota en cada balón dividido) por el Ciclón, sino la capacidad de reacción individual en este tramo complejo. Nereo Champagne (27 años), Pablo Alvarado (26), Jonathan Bottinelli (26), Fernando Meza (21), José Luis Palomino (22), Cristian Chávez (24), Gonzalo Bazán (22), Leandro Romagnoli (30) y Nahuel Benítez (21): todos estos futbolistas, que jugaron ayer, aunque sea unos minutos, son de la cantera del Ciclón. Sobra voluntad, no tanto calidad. Pipi es un ejemplo: juega unos minutos, porque Madelón no lo ve diez puntos y porque prefiere un esquema sin enlace. Trata, intenta, pero no puede. Quedan en el banco, Ezequiel Mastrolía (20; el tercer arquero, mientras que Pablo Miglire no acepte ser suplente) y Germán Voboril (24; abandonó Godoy Cruz, regresó y rápidamente perdió la titularidad). Nadie más que ellos, los nacidos en casa, para entender qué se juega el Ciclón este semestre. Despojado de viejas locuras, Jonathan Bottinelli puede ser el espejo. El desempeño contra Boca y, sobre todo, la vergüenza deportiva en el traspié, deben ser entendidos como el mejor mensaje. "Hablar poco y trabajar mucho", es el argumento del capitán.
3- El mal de las tarjetas. En realidad, es un asunto añejo en la vida de San Lorenzo. Se recuerdan las expulsiones a Jonathan Bottinelli, a Chaco Torres, a tantos otros. Este tiempo exige mucho cuidado. Las pulsaciones explotan, es cierto. Se juega con fuego, es verdad. Pero el Ciclón tiene un plantel demasiado corto como para que algunas piezas entren en cólera y perjudiquen al equipo. Al futuro del equipo, en realidad. En el verano, Leandro Romagnoli fue expulsado por un cabezazo contra el Mencho Bustos, de San Martín de San Juan. Hubo arrepentimiento interno. Las presiones no saben de amistosos ni de juegos oficiales: en la primera fecha, fueron expulsados Nicolás Bianchi Arce y Fernando Meza en los últimos minutos del 1-4 contra Lanús; contra Boca, fueron echados Gabriel Méndez y Carlos Bueno, cuando el 0-2 era inexorable. La psicología también va a jugar su propio torneo.
DIXIT:
Leonardo MADELÓN (DT de San Lorenzo)



