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Copa de la Liga: Boca y su vida al límite siempre están jugando una final, como la de este domingo contra Tigre
El equipo de Battaglia llega a la definición tras superar varios momentos críticos, con altibajos futbolísticos y casos delicados dentro del plantel
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CÓRDOBA.- Una final siempre es especial, la atmósfera es diferente a todo lo precedente. Su condición de definitiva, determinante, instala a los dos equipos en un punto de no retorno. Se juegan todo porque en ningún otro partido la diferencia entre ganar y perder es tan tajante y divisoria. No hay grises a primera vista, aunque una segunda lectura más reposada pueda aportar el consuelo y las justificaciones derivadas del juego y de los imponderables tan frecuentes en un desarrollo.
Boca y Tigre, que ya se midieron por la Zona 2 -una formación alternativa del xeneize venció 2-0 en Victoria-, se enfrentarán este domingo por la Copa de la Liga. Lo harán, desde las 16, en el estadio Mario Alberto Kempes, donde hace tres años, un Tigre que había descendido en las semanas anteriores venció a Boca en la final de la Copa Superliga. En caso de empate se disputarán 30 minutos de suplementario y, de ser necesarios, se ejecutarán penales.
Las calles de la capital de Córdoba se vieron invadidas por hinchas de los dos equipos. Para Boca se reservaron 35.000 lugares y Tigre, tras algunas gestiones, consiguió un cupo de casi 20.000 entradas. Con la popular a un valor de $3500 -en la final de 2019 costaba $850, toda una muestra de la galopante inflación-, la dirigencia de El Matador subsidió con $1500 a varios simpatizantes, además de organizar la salida de varios ómnibus con precios más bajos que los de mercado.
El partido equipara a dos equipos de un potencial y con obligaciones dispares. Para Boca es una final, una más de las tantas que viene disputando por su dinámica un tanto enloquecedora, entre sus altibajos futbolísticos, estallidos de indisciplina dentro del plantel, el desgaste al que se vio sometido Sebastián Battaglia, el peso de la palabra de Juan Román Riquelme y, como si todo eso fuera poco, la segunda denuncia contra Sebastián Villa por abuso sexual agravado, tratada hasta ahora institucionalmente por Boca con mucha indulgencia, lo cual generó distintas reacciones de repudio. Una de las últimas fue la de la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, que instó a la AFA y a los clubes a comprometerse en la lucha contra la violencia de género.
En el caso Villa, Boca subvierte las prioridades, pone por encima de todo la importancia futbolística del colombiano, hoy por hoy uno de los tres jugadores más determinantes del plantel. En su afán por encubrirlo, Riquelme hasta lo ensalzó como un profesional ante el que se saca el sombrero. En este ítem, el colombiano tampoco es ejemplar si se recuerda que el año pasado se fue durante casi un mes a Colombia, disgustado porque Boca no aceptaba una oferta para transferirlo al exterior. Cuando volvió, el club amenazó con una sanción ejemplar, pero terminó siendo permisivo por el mismo motivo que ahora: hay pocos delanteros más desequilibrantes que Villa, segundo goleador del equipo en la Copa de la Liga, con cinco, detrás de Darío Benedetto, con siete.
A una final no siempre se arriba por un camino allanado y plácido. Muchas veces hay que superar adversidades, contratiempos, corregirse, ser resiliente. Todo eso formó parte de la hoja de ruta de Boca, que llega al último día de la Copa de la Liga tapando más de un incendio. Cuando parecía que iba a reducirse a cenizas, se rehacía como el Ave Fénix. Por momentos, su lema es “cuanto peor, mejor. Denme por muerto que revivo. Sáquenme de carrera que en la final estoy yo”.
Ya lo dijo Battaglia a mediados de marzo: “Acá son todas críticas”. Para ahorrarse esos cuestionamientos, Boca muchas veces no evita los daños autoinfligidos. El día a día es agotador, por cada momento de tranquilidad y sosiego hay varios de turbulencias. Apenas empezada la copa, Riquelme vio un “equipo un poco inocente”. La respuesta llegó de su capitán Carlos Izquierdoz: “Hace 15 años que soy profesional. Si fuera tan inocente, no estaría en la primera de Boca”.
Después de la derrota en la Bombonera ante Huracán, Battaglia se jugó el puesto de visitante frente a Estudiantes y River. El equipo dio la cara por su entrenador, lo respaldó desde la cancha con entrega y destellos de calidad. Dos victorias lo dejaron en pie. ¿Definitivamente? No, porque en Boca todo es provisional, inestable. Tras el empate con Godoy Cruz, el Consejo de Fútbol deliberó hasta la madrugada. Se especuló con que Battaglia estaba despedido. Al día siguiente, Riquelme mantuvo una charla con el plantel, mientras que el resto del Consejo de Fútbol (Bermúdez, Cascini y Delgado) se reunió con el entrenador. Momentos de tensión e incertidumbre. A la pregunta de si sentía respaldado, Battaglia respondió que sentía “el apoyo de la gente”.
Hoy será titular Alan Varela, que en un momento estuvo al margen por un comportamiento poco profesional, no tan grave como el de Agustín Almendra, excluido definitivamente por Battaglia por faltarle el respeto. Mientras el entrenador trataba públicamente el caso con mesura para preservar la integridad del plantel, Benedetto condenó a Almendra con palabras desmedidas para un compañero. Más leña al fuego.
Tigre alineará a siete jugadores que hace un semestre exacto consiguieron el ascenso frente a Barracas Central, más los exBoca Mateo Retegui -a préstamo, debe volver- y Facundo Colidio como refuerzos ofensivos . De otro tenor, el Matador también su roce en una final. Dio el mayor batacazo al eliminar a River en el Monumental y no se cayó anímicamente en los penales ante un Argentinos que le había empatado con un jugador menos. Su técnico, Diego Martínez, potencia virtudes y esconde defectos.
“Puede ser que hayamos ido de menor a mayor, se fue formando el equipo. Tenemos que hacer un gran partido para ser campeones”, expresó anoche Izquierdoz, tras la llegada a Córdoba.
Tigre tiene mucha ilusión y menos responsabilidad que Boca, protagonista de la obra “mi vida es una constante final”. Tras la de hoy le espera la del jueves contra Deportivo Cali, al que debe vencer para pasar a los octavos de final de la Copa Libertadores. Siempre al límite, a puro vértigo.
Las probables formaciones
- Boca: Rossi; Advíncula, Izquierdoz, Rojo y Fabra; Guillermo Fernández, Varela y Oscar Romero: Salvio, Benedetto y Villa. Director técnico: Sebastián Battaglia.
- Tigre: Marinelli; Blondel, Cabrera, Luciatti y Prietto; Ezequiel Fernández y Prediger; Zabala y Nicolás Castro; Colidio y Retegui. Director técnico: Diego Martínez.
- Árbitro: Darío Herrera
- Estadio: Mario Kempes, Córdoba.
- Hora y TV: 16, ESPN Premium y TNT Sports.
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