Dos goles de colección para la victoria de Lanús, que resiste con el estilo del toque
JUNÍN.- Perdía Lanús. Otra vez, el desarrollo lo invitaba al suplicio: perdía con Sarmiento, en esta bella ciudad, por un gol de Maximiliano Fornari. Perdía Lanús, como contra Tigre (al final, empató), como contra Quilmes, al cabo, por ese 1-0. De propuesta arriesgada y sutil, el campeón en los últimos tiempos se parece a una formación ordinaria, una más. Extravió la frescura y, también, la solidez: nunca fue un equipo de nariz respingada, también era noble en el arte del esfuerzo.
Perdía y estaba, otra vez, de capa caída: pases a los costados, control de la situación, timidez en el arco, un escenario que suele angustiarlo: suma ocasiones, marca muy pocas. Tiene una virtud fascinante el equipo granate: nunca se traiciona, no se marea con centros estériles, no transforma su ideología. Así cambió la escena: un cabezazo de Sand, luego de una selección de toques y desmarques de los de antes y un toque de Acosta, después de un unipersonal de Alejandro Silva.
El 9 de toda la vida, el viejo 7 y el respaldo de una estructura que resiste el paso del tiempo. Lanús vive, qué bella noticia.
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