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A San Lorenzo lo gobierna el caos. El caos se llama Marcelo Moretti. En realidad, lo gobernaba. Salvo que la Justicia le dé la razón en su denuncia de supuestas irregularidades durante la reunión de la comisión directiva y, en consecuencia, impugne la acefalía en la que el club cayó el miércoles pasado. Moretti recurrió y recurre a cualquier vericueto legal posible en su afán de no dejar la presidencia. Quiere continuar pese a los insultos, las amenazas y a una enorme masa de hinchas en su contra. Si su salud parece estar en riesgo, no le importa. Si algún conocido le hace notar lo peligroso de su permanencia, no escucha y sigue.
Las irregularidades que denunció son discutibles. Una de ellas, por ejemplo, es que Leonardo Virardi, uno de los dirigentes que figura que renunció, no lo habría hecho. Los pares de comisión aseguran que Virardi lo ratificó hasta en un correo electrónico personal. Otra es que el desarrollo de la reunión se plasmó en un acta volante, no en el libro de actas reglamentario. Bien, muchos aseguran que el propio Moretti se había llevado el libro del club. “No le creemos más”, se escucha desde hace más de un año en intimidad y desde hace meses en público de aquellos que antes lo rodeaban.
A veces, igualmente, las relaciones son de ida y vuelta. El directivo más cercano que le queda a Moretti es Néstor Ortigoza, el autor del gol más importante de la historia de San Lorenzo (el penal a Nacional de Paraguay que valió la única Copa Libertadores que atesora el club). Ortigoza fue el mismo que lo acusó de sacar a la luz un video casero con una agresión a su pareja y quien, luego, lo denunció penalmente. En su presentación, aseguró tener “la absoluta certeza de que Moretti engañó a la gente, obteniendo dineros a cambio de promesas de imposible cumplimiento que consistían en hacer jugar a futbolistas de divisiones menores a cambio de que ‘donara’ cuantiosas sumas de dinero en dólares, sin declarar, sin emitir recibos y que nunca ingresaron a las arcas del club”. Esto sucedió en abril. En el repaso del 2025, San Lorenzo tiene su propio anuario.
El ajeno desprovisto de toda información tal vez justifique a Moretti cuando lo escucha. Repite algunas verdades: que el equipo jugó una semifinal de torneo en el primer semestre y se clasificó a la Sudamericana en el segundo, que el plantel tiene jóvenes para vender por millones y que en lo institucional había heredado problemas que pudo resolver. El que sabe pormenores de la institución puede repreguntarle y dejarlo en evidencia. En su gestión, el club vendió por 25 millones de dólares, hoy le debe a todo aquel que pasó cerca y en campaña se llenó de promesas que no pudo cumplir.

El lunes se elegirían en asamblea, si todo sigue su cauce, a los 20 integrantes de la comisión directiva transitoria que gobernará al club hasta la realización de las próximas elecciones, que también quedarán fijadas ese día y no podrán ser antes del 22 de marzo. El martes, con las nuevas autoridades, probablemente aparecerán nuevos problemas. San Lorenzo enfrenta 14 inhibiciones que debe levantar para luego poder incorporar refuerzos, finalizaciones de contratos de futbolistas, nuevas intimaciones de jugadores del plantel profesional y vínculos a firmar con juveniles para que no queden libres.
Nadie puede asegurar cuántos vencimientos de pagos habrá en el corto plazo. La masa salarial del plantel supera los 800 millones de pesos mensuales; las de los demás empleados alcanza 1,1 millón. Los recursos no alcanzan. Hasta las cuotas sociales tienen su pérdida: se pagan mediante una empresa que le adelanta la recaudación al club. Claro, luego se queda con el 8% del total. Moretti preguntó en un par de entrevistas durante esta semana por qué no se habla de que el club pagó 15 millones de dólares de deuda durante su gestión. Cuesta hacerlo cuando en San Lorenzo no se presentan los balances.
Tampoco nadie responde con certeza la razón por la que Moretti quiere quedarse. Está dentro del plazo de cuatro años para el cual los socios lo eligieron, cierto. Pero no se descarta que haya un motivo extra; la devolución de favores o préstamos, por ejemplo. Mientras, tiene otros frentes abiertos en la Justicia, como la causa por administración fraudulenta que le iniciaron con las imágenes que lo mostraron guardándose un fajo de 25 mil dólares en el bolsillo.

Esta semana fue procesado. Sin embargo, tratará de que la causa pase al ámbito de la Justicia nacional y abandone la porteña, con lo que tendría más garantías de ser declarado inocente. Los eternos artilugios judiciales. Los lazos entre los clubes y la conducción del fútbol argentino siempre quedan a la vista. Juan Bautista Mahiques, fiscal general de la Ciudad de Buenos Aires, fue elegido este año presidente de la Comisión de Ética de la Conmebol. Su hermano Esteban es miembro del Tribunal de Disciplina de la AFA.
Se repite una frase alrededor de este club caótico: “No hay nadie con quien hablar”. No lo encuentran aquellos que quieren presentar una propuesta de compra del pase de un futbolista. Tampoco el entrenador Damián Ayude, que no se fue pese al desamparo. Hay sólo una señal positiva en San Lorenzo: si no lo destruyeron con todo lo que sucedió en este tiempo, no lo destruyen más.



