Lanús goleó 6-2 a Bolívar con la potencia de sus juveniles y avanzó a los cuartos de final de la Sudamericana
En el Día del Hincha de Lanús, el regalo fue de los jugadores. La fecha del título de 2007, en la Bombonera, se convirtió en un festejo eterno para los Granates, que vibraron con la goleada 6-2 sobre Bolívar y se clasificaron a los cuartos de final de la Copa Sudamericana. Una actuación superlativa, después de un inicio con dudas. Una victoria que enseñó a varios de los juveniles que hasta ayer eran promesas y ya se convierten en realidad bajo la tutela de Luis Zubeldía. Con Tomás Belmonte y Franco Orozco como banderas de esa renovación constante que ensayan en el Sur, la diferencia de funcionamiento y velocidad con el conjunto boliviano resultó abismal. Los paceños fueron apabullados, aun cuando la diferencia en el resultado global era de dos goles para los paceños.
Revertir el 1-2, ese que Bolívar construyó en los minutos finales en la altura de La Paz, era la premisa de Lanús. Sin la experiencia y la capacidad goleadora de su referente de área José Sand y con Pedro De la Vega entre los suplentes, debido a las molestias en el aductor izquierdo que lo dejaron fuera del viaje a Bolivia, descubrir la reacción de los juveniles, sostenidos por Lautaro Acosta y Facundo Quignon era un desafío. Prueba aprobada, con actuaciones de altísimo nivel.
La victoria con goleada empezó de la peor forma, porque después de una tibia reacción de Alexis Pérez en una pelota dividida con Marcos Riquelme, el delantero argentino impuso su experiencia, desacomodó al juvenil zaguero y ante la salida de Lautaro Morales definió. Un golpe más para la aventura, una estocada que podía desequilibrar la planificación, pero que sin embargo ayudó a desarrollar la estrategia. Veinticinco minutos demoró Lanús en hacer blanco, y desde ese momento, y a pesar de tener el resultado global en contra, quedó en evidencia que tenía la ambición que le faltaba a los bolivianos.
Desbordó Bernabei, que escaló todo el partido convencido que marcaba la diferencia, aún más cuando Bejarano se marchó lesionado. El centro casi se convierte en gol en contra de Justino y aunque la reacción del arquero Rojas fue notable, el rebote corto lo recogió Orozco para anotar el transitorio empate. Aceleró Lanús, como si intuyera que el rival estaba confundido, aturdido, después de la igualdad. Rojas se agigantó ante un cabezazo de Quignon y Belmonte no tuvo puntería, también con un remate de cabeza, tras el pase de Acosta.
Orozco tiene la rebeldía de los juveniles, el desparpajo de un chico de 18 años que a pesar de las responsabilidades entiende que se trata de un juego. Encaró, perdió, se cayó, se levantó, recuperó la pelota, asistió a Belmonte que, de derecha, definió cruzado, lejos del esfuerzo del guardavalla. En 40 minutos, Lanús emparejaba la serie, aunque espiaba la posibilidad de no tener que recurrir a los penales para superar el objetivo.
Lo hizo en el segundo tiempo, en apenas 18 minutos dejó de rodillas a Bolívar, que era desbordado por los laterales y por el centro no encontraba la posición de los volantes de Lanús. De un tiro de esquina que ejecutó Acosta, Belmonte, tirándose al piso y por el centro del área, anotó el 3-1, con el que los Granates lograban la clasificación. La misma fórmula e idéntico resultado, para estirar el marcador a 4-1: el Laucha Acosta lanzó el tiro de esquina, la duda del español Rey para despejar y Orozco, con repentización, de cabeza anota su segundo gol en la noche.
Cinco minutos transcurrieron entre el tercer y cuarto gol, y apenas nueve más para que Acosta señalara el suyo y rompiera una larga serie de partidos sin festejos propios. Del centro a la derecha viajó la pelota, Aguirre ubicó con precisión el pase y el Laucha, de cabeza y entre los centrales que solo miraron, no le dio oportunidad al arquero Rojas. Con 25 minutos por delante, la serie estaba sentenciada. Solo quedó tiempo para que Lanús desacelerara después de realizar el gasto -una constante presión sobre el rival y una dinámica que abrumó a los paceños-, y Bolívar tuviera el espacio para atacar. Morales hizo gala de sus reflejos y con dos estiradas envió al córner un cabezazo de Riquelme y un remate de Anderson. En la tercera, Rey descontó, aunque el daño fue mínimo: Orsini apiló a tres defensores y selló la goleada 6-2 (7-4 en el global) para que Lanús, en el día del hincha, celebrara de la mano de los jugadores.
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