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Martín Perelman se formó en las inferiores de Defensores de Belgrano. Sin embargo, su debut profesional fue en Hapoel Tel Aviv y su lugar de pertenencia terminó siendo Argentino de Merlo, donde finalizó su carrera como jugador e inmediatamente se calzó el buzo de entrenador. Más tarde, a fines de 2021, ganó el Torneo Complemento de Primera B con Comunicaciones, y puso proa hacia los Estados Unidos. Lo esperaba la dirección técnica del equipo B de Orlando City. Allí, rápidamente se destacó y fue promovido a ayudante de campo del colombiano Oscar Pareja, aún hoy técnico del equipo principal.
“Mi mamá siempre fue muy insistente y me hizo estudiar inglés y una carrera (Psicología). Yo no entendía por qué ella insistía con eso, yo no le daba valor, y si hay hoy un motivo por el que estoy acá es por el inglés y por esa carrera”, reconoce, y agradece el consejo materno durante la entrevista con LA NACIÓN. Hoy vive y disfruta intensamente de un nuevo capítulo en lo profesional, trabajando nada más ni nada menos que en el clásico rival del Inter Miami de Lionel Messi.
-Más allá de la infraestructura de primer nivel que uno puede imaginarse, ¿con qué mundo te encontraste en el fútbol de Estados Unidos?
-Tuve la oportunidad de conocer un poco la liga italiana y otras ligas de Europa, pero yo creo que a nivel infraestructura y logística la MLS, si no es la mejor, debe estar empatada, sobre todo teniendo en cuenta las distancias que hay acá. La logística es maravillosa, y la infraestructura y la organización de cada detalle es top. Acá realmente te ocupás de trabajar, del resto se ocupan ellos. Los clubes son organizaciones muy grandes y con responsabilidades muy grandes en las comunidades, en un país donde hacer lo correcto es muy importante. El manejo dentro de estas empresas difiere de lo que estamos acostumbrados, por eso dirigir en la MLS no es para cualquiera.
-¿Cómo es la cultura e idiosincrasia de los equipos de la MLS? ¿Son similares, son más o menos homogéneas?
-No todos los equipos son iguales, pero lo que decís está muy bueno, porque hay una cosa básica. La liga está cumpliendo 30 años, y pasó un periodo inicial complejo donde casi dejó de existir, porque por unos cuantos años competían 8 o 10 equipos. Hoy son 30 equipos, de los cuales el 50% no debe de tener más de 10 o 15 años,y hay equipos que tienen uno, dos o tres años. Entonces, no es el mismo sentido de pertenencia que se puede tener con un equipo en Inglaterra o en Argentina, donde los clubes tienen 120 o 130 años. Acá realmente es un entretenimiento, aunque es cierto que cada vez más se va desarrollando esa pasión, esa fidelidad, y las canchas están llenas. Los hinchas quieren ganar, son seguidores, son fieles a su equipo y te hacen sentir el afecto, pero no es lo mismo. El sonido ambiente en un partido de MLS todavía no tiene algunas características de Argentina, Brasil, Inglaterra, Italia o España, pero va en desarrollo. Es cuestión de tiempo.
-¿Están un poco más libres de la crítica externa entonces?
-Yo no diría libres, yo diría que no es igual, pero sí existe, y hay que ganar. Cada club es un mundo, cada organización tiene sus objetivos y sus necesidades. Algunos equipos son más tradicionales y tienen algunas exigencias que otros no, pero es un contexto diferente y demandante, porque hay que competir y hay que ganar. Acá en MLS el contexto es muy confortable y brinda mucha seguridad. Entonces es el entrenador el que tiene que incomodar un poco más, apretar un poco más las tuercas y ser el que exige, el que incomoda.
-El clásico con Inter Miami tomó color con la incorporación de Messi. ¿Cómo es esa experiencia de tener que enfrentarlo?
-Es maravillosa y muy especial la experiencia de enfrentar a Messi, pero también a Suárez, a Busquets, a Jordi Alba, al Tata Martino, y ahora también enfrentar a Mascherano, con Leo Stillitano, que es un amigo y está de ayudante de campo. Toda gente muy prestigiosa del fútbol argentino e internacional que nos hicieron muy felices con ese Barcelona y ni que hablar de Messi particularmente, por la alegría que nos dio en el 2022. Yo fui feliz porque pude festejar un campeonato del mundo con mis hijos gracias a él y a ese grupo de jugadores. Enfrentarlo es maravilloso, lo que sucede es que después uno es un profesional, entonces en el momento que se presenta mi compromiso es con Orlando City, y la preparación del partido y el post partido los vivo desde el absoluto profesionalismo; por eso no le di lugar ni le daría lugar a ningún tipo de cuestión personal, porque siento que le estaría fallando a mi equipo, que es Orlando City, un club con el cual tengo un sentido de pertenencia muy grande. Entonces, el deseo de ganarle a Inter Miami es siempre supremo.
-¿Tuviste que dedicarle más tiempo a estudiar a Messi?
-Es una experiencia linda como entrenador, porque tenés la posibilidad de enfrentarte con algo que no podés frenar, ya que es un jugador único al que no podés parar. Hagas lo que hagas no lo vas a parar, entonces desde ahí tener que preparar un partido para ganarlo es muy interesante. No sé si te lleva más o menos tiempo, pero como entrenador es una experiencia maravillosa. Ojalá que juegue muchos años más y que podamos seguir enfrentándolo.
Durante una carrera de futbolista que lo tuvo vistiendo las camisetas de múltiples equipos del ascenso y también de las ligas de Israel, Nueva Zelanda y Grecia, Perelman se involucraba bastante en la trama del partido, lo cual cuenta que a veces lo perjudicaba. Hasta que un día se dio cuenta de que debía enfocarse en su juego y postergar por un tiempo el objetivo central, que era ser entrenador y la mirada integral que ese rol implica.
-¿Cuándo jugabas, vos ya podías entender lo que estaba pasando dentro del partido, más allá de tu rol dentro del campo?
-En mi caso sí, yo me involucraba mucho en el aspecto táctico hasta que me di cuenta de que eso me afectaba un poco en el rendimiento y el esfuerzo mío era de controlar eso y enfocarme en el juego. Me dije “si jugás, jugás; hay un entrenador para eso”. Yo ya me atendía con un psicólogo, Raúl Barrios, que después fue parte de mi cuerpo técnico. El trabajo era enfocarnos en el jugador, más allá de que yo me recibí de psicólogo pero no ejerzo ni voy a ejercer. Sí encuentro en el entrenamiento psicológico un montón de herramientas que a mí me sirvieron para eso, para no mezclar.
Perelman detalla cómo se inclinó por esa carrera que estudió con la firme convicción de saber que no viviría de la misma. “Había un excompañero mío que se atendía con un psicólogo. Ahí conocí la psicología en el deporte, y a través de eso me puse a averiguar para estudiar Psicología. Fue algo maravilloso, porque yo me entrenaba y estudiaba de noche en la Universidad de Palermo. Tardé nueve años en hacer la carrera, cuando debería haberla terminado en cuatro años. Fue fenomenal, porque era un espacio en el que yo me desconectaba. Yo se lo recomiendo a todos los jugadores”, aconseja.
-¿Cuándo decidiste que no ibas a ejercer la psicología?
-Desde el primer día supe que no iba a ejercer, pero también sabía que me iba a servir. Y la verdad que sí. Todos los entrenadores tenemos nuestra impronta y somos expertos en el aspecto táctico, estratégico, metodológico. Cada uno tiene su estilo, su línea, su vertiente futbolística, pero yo creo que la calidad de intervención en las relaciones interpersonales y el liderazgo que requiere el entrenador hacen que las herramientas que brinda la psicología sean muy valiosas. El entrenador es un líder impuesto, no natural, y por eso tiene que lograr una credibilidad, una confianza y un seguimiento por parte de sus liderados como si hubiese sido elegido de forma natural, lo cual el desafío es difícil.
-Por tu formación, ¿has llegado a necesitar intervenir en asuntos extrafutbolísticos de alguno de tus jugadores?
-En mi caso, no puedo ejercer el rol de psicólogo porque soy el entrenador. Tiene que haber un psicólogo, no solo para situaciones como las que decís, sino también para mejorar, como la visualización para mejorar la definición. Nosotros hemos mejorado la efectividad en la definición de los jugadores con técnicas de visualización. Y cada jugador requiere una intervención diferente, como lo que cuenta siempre Guardiola que no todos los jugadores son iguales.
-Hasta hace un tiempo era común esa frase “el mejor psicólogo es el entrenador”, había más resistencias a la psicología, a lo desconocido en el fútbol ¿Cómo se lleva hoy el fútbol profesional en general con la psicología?
-Yo voy a ser políticamente incorrecto y me voy a poner a más de un profe y más de un psicólogo en contra, pero a mí no me importa. Que hoy el área de la psicología no tenga la fuerza que tiene el área de los preparadores físicos es pura responsabilidad de los psicólogos. No han hecho lo que deberían haber hecho para que hoy el rol del psicólogo sea normal y natural. En general, no han sabido imponer el rol en la industria del fútbol, por lo menos en la Argentina. Y han cometido errores que los han pagado caro, y ese rol vacante hoy está ocupado a veces por otro tipo de personal que no está capacitado para eso. Hoy vemos hacer a un profe una entrada en calor y un circuito de pases y nadie dice nada. El rol del profe, si está haciendo un trabajo con pelota o un trabajo táctico, es normal y natural. Y si viene un psicólogo a trabajar con pelota lo van a mirar raro. Hay algo que el profe supo hacer y el psicólogo no.
-¿Cómo fueron esos primeros pasos dirigiendo en el ascenso?
-Mi primera experiencia fue maravillosa, porque yo en Argentino de Merlo había jugado tres años, había pasado un descenso, un ascenso y era mi segunda casa. Con ese club hice una relación de cariño con todo el club y con los hinchas. Yo ya me había retirado, pero volví para jugar un año más en Argentino de Merlo y no solo nos tocó ascender si no que nos tocó jugar la Copa Argentina con River (0-3), lo cual fue un cierre de carrera maravilloso. Después empecé a dirigir ahí con el apoyo de todos. Fue muy importante para mí, porque dirigía a mis propios compañeros con una idea de juego que me representaba. Después tuve que aprender que no iba a ser siempre así, que eso fue un poco Cañuelas, para después si convertirme en entrenador para ir a Comunicaciones ya más formado, más asentado y la verdad que fue otra experiencia maravillosa con gente espectacular, más pragmático, con la misma idea pero no tan fundamentalista.
-Desde tu formación y conocimiento te atreviste a aportar nuevas terminologías, como disponer de la pelota.
-Yo empecé a analizar lo de la posesión y los que criticaban la posesión. Entonces, cuando empecé ese proceso, dije, bueno, pero la pelota no se puede tener. Y la posesión en realidad no existe. Porque yo decía, cuando la pelota viaja, si la tengo yo y te la paso a vos, en ese viaje, ¿quién la tuvo? Y después fui más profundo y dije, pero a ver, espera. Si yo quiero tener esta botella de agua, la tengo con las manos, no la tengo con los pies. O la sostengo, en realidad. La tengo y, a veces, si la quiero agarrar con los pies, se me cae. Y yo la pelota no la puedo agarrar con la mano, cuando está en juego. Entonces, en definitiva, ni siquiera cuando pienso que la tengo, la tengo. O sea, siempre está dividida la pelota. Entonces, ahí encuentro el argumento principal del juego posicional. Si dispongo de la pelota, porque está acá, yo dispongo de ella, pero no la tengo ¿Y hasta cuándo disponer de la pelota? Lo mínimo indispensable para poder hacer un gol. O sea, si yo puedo hacer un gol en un pase, yo lo hago. Pero ese fue el proceso en el cual yo decía, “bueno, es disponer, no es tener”.
“Hay que empoderar al jugador, porque en definitiva el jugador va a resolver la situación o problema que se le presente. Nosotros, los entrenadores, no jugamos”, enfatiza Perelman, dando la pauta de que el futbolista es quien va a decidir un partido o un campeonato.
-Si permanece una, dos, tres temporadas, ahí el entrenador está jugando. ¿Se puede decir que Guardiola no juega cuando ya lleva nueve temporadas en Manchester City?
-Yo diría que no juega, sino que interviene, pero como te decía recién, de manera indirecta. Y a mí me parece muy importante, o al menos a mí me funciona muy bien, hacer el ejercicio diario, de entender que intervenimos, pero no jugamos más. El entrenador no juega, pero sí interviene, es verdad. Y su intervención tiene impacto en el juego. Pero es difícil de medir. No podemos decir que ganamos porque el entrenador hizo determinado cambio. Podemos suponerlo, podemos pensarlo, pero no lo vamos a saber nunca. Es muy importante ser ubicado en el rol que tenemos.
-Hoy tenés el rol de ayudante de campo en Orlando City. ¿Tenés plazos para lanzarte nuevamente como entrenador principal?
-A mí el fútbol me enseñó a enfocarme en ser el mejor en lo que tengo delante y disfrutarlo, y eso mismo les digo a los jugadores. Desde el día uno yo me propuse disfrutar cada etapa de mi carrera y así lo hice y esta no es la excepción. Cuando era entrenador de Comunicaciones quería ser el mejor entrenador de Comunicaciones, lo mismo con Argentino de Melo. Cuando era el entrenador del segundo equipo de Orlando quería ser el mejor entrenador de la historia del segundo equipo y hoy que estoy como asistente quiero ser el mejor asistente de la liga. Así voy día por día, disfrutando.