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SANTIAGO DE CHILE (de un enviado especial).- Aquella noche, LA NACION lo calificó con 4. Era la primera vez que Lionel Messi pisaba esta ciudad con la selección argentina, y su presencia fue la ausencia: su talento ya desbordante no regó ni una gota del césped del estadio Nacional, que rugía con Marcelo Bielsa como rey de la manada de jugadores chilenos que conseguirían la hazaña de vencer por primera vez a la Argentina en la historia de las Eliminatorias. Hasta la camiseta azul oscura resultaba ajena: nada en Messi se pareció a Messi…
Pasaron 16 años, siete meses y 20 días desde esa noche. Casi la vida entera de Leander Cacique, que atiende en una cafetería made in USA ubicada justo frente al hotel de Providencia, una zona acomodada de esta capital, en el que se hospeda la selección visitante desde la hora de la cena del martes. “Si pide un café, se lo llevo y se lo regalo”, dice, aunque se quedará con las ganas de ir al estadio a ver al rey de los campeones del mundo: no puede darse el lujo de comprar un ticket. Verlo en vivo por última vez en Chile cuesta hasta 100 dólares la entrada más cara, un valor muy por debajo de lo que habrá que pagar por escuchar y ver a Dua Lipa en el mismo estadio este año: unos 330 dólares. Cuestión de gustos. Como sea, el Nacional estará repleto esta noche.
“Messi es admirado en todo el mundo, claro. No sé cómo reaccionará el público ante su presencia, porque tenemos la necesidad de ganar. Pero se lo respeta, lógico”, apunta Ricardo Gareca, el urgido entrenador de Chile, que tiene un pie medio fuera de la carrera por llegar al Mundial. El Tigre, barba gris tupida, acepta ante LA NACION que la fórmula para neutralizarlo ha sido “un desvelo” suyo, igual que el de todos los técnicos rivales, y que esa pócima no existe. “¿Si los chilenos lo queremos? Diría que aquí no existe la devoción que hay por él en el resto del mundo, tenemos mucha rivalidad con Argentina”, matiza un dirigente de la Asociación chilena ante la consulta sobre si se escucharán aplausos cuando la megafonía del estadio mencione su apellido.
¿Jugará de titular? Lionel Scaloni guarda el dato: “No hablamos del tema”, respondió antes de remontar vuelo desde Argentina. La oportunidad de darles minutos a otros jugadores, y a la vez moderar los de Messi, que luego de esta doble jornada será protagonista de la apertura del Mundial de Clubes con Inter Miami, abre la puerta de la rotación. Como sea, Leo disfruta este tiempo de vuelta a la selección, luego de haberse perdido los triunfos ante Uruguay y Brasil, nada menos, en marzo. Si ingresa, su despedida de este país como jugador de la selección será en su quinto partido en el mismo estadio, con prestaciones casi extremas.
Después de aquel debut fallido en el estadio Nacional siguió su mejor performance: para LA NACION valió un 9 lo que produjo la noche en que le marcó un golazo a Claudio Bravo, que abrió el camino del triunfo por 2-1 por las Eliminatorias, el 16 de octubre de 2012, con Alejandro Sabella como entrenador y Messi ya capitán. Recibió una asistencia de Gago, giró, hizo pasar de largo a un defensor y remató al primer palo, de zurda.
Fue su único tanto aquí, aunque el dato merezca un asterisco: marcó su penal, el primero para Argentina, en la definición que le daría a Chile su primer título de campeón de América, el 4 de julio de 2015. El primero y el único: Higuaín y Banega fallaron los suyos y Chile celebró el 4-1, luego del 0-0 de los 120 minutos. Muy bien marcado por el dispositivo pergeñado por Sampaoli, el DT rival, si nivel fue muy bajo: 4 puntos para LA NACION. Y una frustración monumental.
Ocho meses después, la selección volvía al lugar del crimen, en medio de la agitación de los chilenos por recibir a los derrotados. Ahora por las Eliminatorias, el equipo que conducía Tata Martino (el mismo de la final anterior) impuso su mayor jerarquía a la de Pizzi y la venció por 2-1, con el 10 al mando, calificado con 8 puntos por este diario. Sería su último viaje a jugar a estas tierras, porque se perdió por lesión el triunfo en la altura de Calama, en las últimas Eliminatorias, en 2022. Hasta hoy.
Este Messi, que quiere exprimir hasta el final su tiempo de futbolista en la selección, regresa con la corona y la convicción de seguir siendo parte. De otro modo, bien podría haber evitado el viaje, con la selección ya clasificada al Mundial y el compromiso tan relevante que lo espera no bien regrese a Miami. En todo caso, eso de regular cargas, parte del argot de los entrenadores, quedará para los minutos dentro del campo. Fuera, por ejemplo, pudo tirar ya sus primeras paredes en un entrenamiento con Franco Mastantuono (17 años), el crack que viene, que ni siquiera había nacido cuando Messi ya usaba la camiseta que más quiere. Tampoco Nico Paz (20), que tiene posibilidades de ser titular aquí, si el capitán se ubica entre los suplentes. Llevar de la mano a los que vienen es parte del legado.
La última escala en Santiago del Messi World Tour representa, además de recuerdos tan contrapuestos, también la oportunidad de verlo de cerca por primera vez para Sofía, una niña enfundada en una campera que tiene el apellido ilustre en la espalda y camina de la mano de su padre. Chilenos ellos, buscan un espacio entre las decenas de hinchas que se agolpan con la ilusión de ver aparecer en alguna ventana a los campeones. “Que la mire”, implora el papá, sin que haga falta que nombre el objeto del deseo familiar. Ella se queda esperando tener ese golpe de suerte.