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"Ahora me río, pero en un momento no sabia qué teníamos que hacer para clasificar, si empatar o ganar”. La excitación de Diego Aguirre era tal que, en varios momentos de la conferencia de prensa posterior a la histórica clasificación de San Lorenzo a los octavos de final de la Copa Libertadores, estuvo al borde de las lágrimas. Fue uno de los tantos momentos inolvidables en una noche que para los azulgranas será difícil quitar de sus cabezas durante un largo tiempo. ¿Será nuevamente el San Lorenzo de los milagros? El tiempo será el encargado de demostrarlo. Por lo pronto, como en aquella Libertadores del 2014 en la que finalmente se consagró campeón, los de Boedo se metieron en la siguiente rueda con el último aliento. En apenas segundos la historia se modificó por completo y el equipo pasó de disputar el consuelo, la Sudamericana, a finalizar primero en su zona. Así de frenético se vivió el desarrollo de uno de los momentos más apasionantes en los últimos años del certamen continental más importante.
No sabia qué teníamos que hacer para clasificar, si empatar o ganar"
Los diez minutos finales del cruce entre San Lorenzo y Flamengo estuvieron cargados de épica y una mística especial, no sólo por lo que ocurrió en el Nuevo Gasómetro. Fueron tan cambiantes los resultados, fundamentalmente en Chile, que la confusión que reinaba en las tribunas se trasladaba al campo de juego. Cuando Marcos Angeleri conectó de cabeza y colocó el 1-1, las orejas (y los ojos) se posaron en lo que había a mano: radios y teléfonos celulares. Claro, la clasificación también dependía del resultado entre Universidad Católica y Atlético Paranaense. ¿Los jugadores de San Lorenzo conocían el desarrollo del otro encuentro? Sí, porque Gonzalo Bergessio, casi pegado a la linea de cal, era el encargado de transmitir las acciones. También se lo vio a Juan Verzeri, ayudante de campo de Aguirre, haciendo señas cada vez que desde Santiago llegaban las noticias que modificaban permanentemente a los clasificados. Pero la adrenalina -mezcla de estrés y nerviosismo- era tan grande que por momentos primó la confusión, como terminaría confesando Aguirre.
Eran las 23.46 de un miércoles 17 de mayo que pareció prolongarse algunas horas más. Marcos Angeleri y Fernando Belluschi fueron los héroes y los últimos en abandonar un terreno de juego todavía en llamas por la agónica clasificación de San Lorenzo. La ovación cayó desde los cuatro costados del Pedro Bidegain, mientras los simpatizantes de Flamengo se marchaban sin entender cómo pasaron de estar primeros en el grupo 4 a quedar eliminados en cuestión de segundos. En el vestuario local bailaban y cantaba mientras Pipi Romagnoli -quedó fuera de los concentrados- felicitaba uno por uno a sus compañeros. A Néstor Ortigoza, el otro abanderado del equipo, se lo vio llorar de la emoción segundos antes, cerca de la popular local. "Esto es realmente loco", aseguraba Perrito Barrios con la desfachatez propia de un juvenil que se ganó el corazón de todo un club. "Lo de Nahuel es increíble: jugó 15 minutos en primera y en San Lorenzo ya lo amamos todos", remarcaba Aguirre con una sonrisa.
Vamos ciclón !! Que gran emoción, orgulloso de este grupo ????????
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De los 93 minutos que marcó el reloj en el partido frente a Flamengo, San Lorenzo estuvo afuera de los octavos durante 70, lo que deja en claro el sabor especial de una jornada excitante. Los de Boedo se metieron en la siguiente llave casi de la misma manera que en el soñado 2014, cuando celebraron la copa. En aquella ocasión, Ignacio Piatti les dio el pasaje en el final del encuentro ante Botafogo. Con los últimos seis encuentros ganados y una racha imposible de imaginar hace apenas un par de semanas, ahora a San Lorenzo nadie le quitará el sueño.