Independiente mostró ante Newell’s una cara diferente y sumó su tercer triunfo seguido
Con goles de Sebastián Palacios y Fabricio Bustos, ganó en Rosario y se estabiliza; el local continúa en caída libre, sin juego y en una serie de seis partidos sin victorias
Independiente está acostumbrándose a ganar. Logró en Rosario su tercera victoria al hilo y su 2-1 frente a Newell’s mostró dos caras: una muy interesante y prometedora en la primera mitad, y otra más conservadora y sufriente al final. Pero el equipo de Avellaneda suma puntos en la tabla de la Copa de la Liga Profesional y confianza en su búsqueda de una fisonomía reconocible.
No es sencillo cambiar de patrón de juego, de idea colectiva, de manera de pensar. Se trata de un proceso que suele llevar tiempo y, muchas veces, nunca llega a concretarse. ¿Puede haberlo conseguido Independiente en apenas cuatro fechas? Desde luego, resulta apresurado afirmarlo, pero la realidad es que en el estadio Marcelo Bielsa enseñó un rostro bien diferente al de jornadas pasadas, al menos en las intenciones.
Compacto de Newell’s 1 vs. Independiente 2
Aquel equipo dedicado casi exclusivamente a agruparse alrededor de su área, lento en el tránsito por el medio de la cancha y necesitado de un largavista para divisar el arco del rival, dio lugar a un conjunto que tuvo afán protagónico, ágil de movimientos e incisivo en el ataque. Con Silvio Romero tapando la salida de los defensores centrales contrarios, Domingo Blanco y Lucas González atentos para la recuperación y dinámicos para ofrecerse como opciones de pase y darle fluidez al movimiento de la pelota, y fundamentalmente Fabricio Bustos y Sebastián Palacios causando estragos sobre la derecha, al Rojo (vestido de blanco) no le costó demasiado controlar el partido desde el inicio.
Con la cancha inclinada hacia el arco del local, les bastó a los dirigidos por Falcioni coser con la puntada final las jugadas que venían insinuando desde el principio para ponerse en ventaja. A los 8 minutos, González buscó a Romero con un pase cruzado, el capitán encontró a Palacios y éste le ganó la espalda a Matías Orihuela para cumplir con la “ley del ex”, definiendo al segundo palo.
La postura del Rojo, por novedosa e imprevista, tomó de sorpresa a Newell’s, que cuando quiso darse cuenta no sólo estaba abajo en el marcador, sino que además se encontraba con un equipo que había ganado en confianza y seguridad, y quizás por primera vez en el torneo se sentía cómodo sobre el césped.
Frank Kudelka comenzó la noche caminando por la cornisa y lo que suceda en las próximas horas determinará si mantendrá el equilibrio. Casi dos años de trabajo con resultados desiguales se desfiguraron por completo en los últimos partidos. Cinco encuentros previos sin triunfos (cuatro caídas y apenas un empate) dejaban al director técnico pendiente de un hilo antes del partido, y el panorama lo invitó a apostar por la experiencia.
Por primera vez, el entrenador juntó desde el comienzo a Cristian Lema, Pablo Pérez, Maxi Rodríguez y Nacho Scocco. El experimento demoró muy poco en dar síntomas de naufragio. En parte por la ambición del visitante, y mucho por la impericia propia para cortar los circuitos de juego ajeno y superar la línea de tres defensores centrales del Rojo. Si a eso se suma una manifiesta descoordinación defensiva, se entiende la superioridad de Independiente.
Sin embargo, a los 20 minutos el Rojo esbozó el primer signo de que las viejas costumbres no son olvidadas fácilmente y dio tres pasos atrás. Le alcanzó el arma del contraataque para mantener un rato más la sensación de dominio y estirar la ventaja: a los 31 una mala salida de Orihuela derivó en una pared entre Bustos y Jonathan Menéndez que el marcador lateral convirtió en gol, con categoría ante Alan Aguerre. Fue su último gesto alegre.
El panorama pudo variar; primero, a los 37, cuando el árbitro Pablo Echavarría y su asistente no vieron una mano de Blanco en su área, y sobre todo, en la apertura del segundo tiempo, cuando el vestuario había devuelto un Newell’s más determinado. Pablo Pérez se hizo dueño del mediocampo, Maxi Rodríguez comenzó a dar pinceladas de calidad y Manuel Llano se transformó en alternativa profunda por la derecha. El Independiente dominante del inicio ya se había esfumado.
A Llano se le fue cerca de un palo una volea a los 19; Sebastián Sosa le tapó un mano a mano a Jonathan Cristaldo a los 21, contuvo abajo el arquero un disparo de Maxi, y cuando parecía que el Rojo capeaba el temporal e incluso amenazaba con liquidar, un centro de Llano a los 29 encontró la cabeza de Rodríguez para descontar y poner al cierre una incertidumbre que se evaporaría pronto, a medida que Newell’s mostraba su impotencia, y el visitante, su conformidad.
Ganó Independiente. Mostró que otra cara y otro fútbol son posibles. Le queda por aprobar la materia del convencimiento, pero al menos dio los primeros pasos.
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