De la Cruz y Borré, dos protegidos de Gallardo que volvieron a darle la razón al técnico de River
Rafael Santos Borré y Nicolás De La Cruz llegaron a River en agosto de 2017 y firmaron sus contratos con tan solo algunos días de diferencia. Pese a que sus caminos fueron diferentes, ya que el colombiano demostró sus cualidades y se consolidó mucho más rápido que el uruguayo, ambos tuvieron siempre un mismo guía, un amparo necesario en los momentos en que el Monumental los miraba de reojo: Marcelo Gallardo, quien hoy puede celebrar que el tiempo le volvió a dar la razón. Anoche, en el voraz triunfo 6-0 sobre Aldosivi, fueron las grandes figuras de la noche, se llevaron los aplausos del público y encaminaron la clasificación a los cuartos de final de la Copa de la Superliga, donde ahora se medirán con el vencedor de la llave entre Atlético Tucumán y Talleres.
Lo de Borré, con gol y dos asistencias, es la reivindicación de un peligroso atacante que venía con la pólvora mojada. Estuvo 10 juegos sin anotar entre el 3 de febrero (convirtió en el triunfo 2-1 sobre Vélez) y el 17 de abril (marcó en el 3-0 sobre Argentino de Merlo) y su nivel fue decreciendo mientras la racha aumentaba. Pero más allá de que el entrenador supo apostar por Matías Suárez –hoy lesionado-, también siempre mantuvo la fe intacta en el joven de 23 años nacido en Barraquilla que ahora suma 22 festejos en 75 juegos.
Tal como lo demostró ante Racing, Independiente y Gremio en la Copa Libertadores 2018, las instancias decisivas le sientan bien y anoche anotó el 1-0 gracias a su olfato goleador al encontrar un rebote en un córner y definir con el arco a su merced. Así, calmó los ánimos de un River que salió decidido a proponer la especialidad de la casa: dominar la pelota, manejar los hilos del juego y unir sus líneas con paciencia para encontrar el hueco y lastimar.
Claro que le costó, y hasta tuvo fortuna en la pelota parada que destrabó el marcador, pero también demostró desde el primer minuto que, si afinaba la puntada final, podía ocurrir la goleada que finalmente se dio.
Es que a lo largo de los 90 minutos mostró un alto nivel colectivo, sostenido en buenos rendimientos en todas las líneas y cerrando una noche para el recuerdo en la que afianzó su hambre constante de gol. Así, el Millonario se afirmó con la dupla central que conforman Martínez Quarta y Pinola, el eje que comparten entre Enzo Pérez y Nacho Fernández, la sacrificada labor de Pratto –marcó el cuarto-, la potencia de Borré y los destellos de un inspirado De La Cruz, quien volvió a demostrar con mucho juego por qué el Muñeco siempre confió en él y fue la gran figura de la noche.
El volante uruguayo marcó el primer hat-trick de su carrera profesional (lleva seis en 50 encuentros con la camiseta millonaria y cinco los marcó este 2019) y se llevó por primera vez los merecidos aplausos de todo el Monumental. El primero se dio tras una jugada que llevó estampado el gen Gallardo, con 12 toques, una pelota profunda de Martínez Quarta para romper líneas, una precisa asistencia del pivot Pratto y una gran definición de De La Cruz de derecha al segundo palo; el segundo se lo sirvió Borré para su aparición en soledad desde la izquierda con un zurdazo fulminante; y el tercero lo consiguió con la cabeza.
Noche completa para el mediocampista ofensivo que en junio cumplirá 22 años y empieza a consolidarse seriamente como una opción más que estable para brindarle potencia y desequilibrio al mediocampo. Tal como sucedió con Pity Martínez, Casco, Driussi, el Muñeco es el primero que nunca dudó de su potencial y lo bancó una y otra vez mientras los hinchas estaban al borde de desistir: quizás ninguno creyó que en los primeros cinco meses del año podría mostrar este alto nivel. Aquel gol de tiro libre ante Inter en Brasil parece haberle destrabado la cabeza y hoy es otro jugador.
Ferreira selló el 6-0 e hizo delirar a un Monumental que se llenó de fútbol con la gran actuación de un equipo que vuelve a decir presente en un mano a mano y sueña con potenciar el envión que logró tras un glorioso 2018. Los rendimientos individuales le hacen un guiño a Gallardo y el juego colectivo se lo devuelve. River tiene con qué soñar.
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