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Situarse en el hoyo 18 de Saint Andrews es encontrar el antiquísimo legado de una luminaria del golf. Ese último segmento del mítico campo escocés, allí donde el Abierto Británico volverá a tomar forma el año próximo, no podría haberse bautizado de otra manera que "Old Tom Morris", el patriarca de este deporte. El Viejo Tom reunió todas las cualidades de una leyenda: triunfo, dedicación, inventiva y tragedia. Sin dudas, fue la figura más influyente en la prehistoria del golf, la que abarca desde 1900 hacia atrás en el tiempo. Gran jugador, fabricante de palos y pelotas, greenkeeper y diseñador de canchas, se multiplicó en distintas facetas y fundamentó las bases de este juego tal como lo conocemos hoy.
Old Tom Morris nació el 16 de junio de 1821, a unas pocas yardas de donde se estableció el antiguo campo de Saint Andrews. Allí pasó doce años como artesano de pelotitas de golf a las órdenes de Allan Robertson, considerado por los historiadores como el primer golfista profesional. Los relatos –no sin cierta dosis de realismo mágico– cuentan que jugando en pareja eran imbatibles. Sin embargo, comenzaron a distanciarse con la llegada de las pelotas de gutapercha, que pronto reemplazarían a las fabricadas con plumas de ganso debido a su mejor calidad, rendimiento y precio.
Robertson pidió que Morris se uniera a él para condenar el nuevo material y proteger su negocio, pero Old Tom reconoció a la pelota guttie como el futuro del mercado. Pronto, las diferencias se hicieron irreconciliables y el Viejo Tom se trasladó en 1851 al Prestwick Golf Club, contratado en condición de "Custodio del Green". Ya no podían estar juntos.
Justamente la muerte de Robertson, desencadenada en 1859, motivó al año siguiente la realización del primer Abierto Británico. El torneo sería una excelente excusa para que este gran profesional tuviera su digno sucesor. Se eligió Prestwick como sede y sólo se presentaron ocho jugadores. Uno de ellos había pasado la noche previa del certamen en la cárcel, durmiendo con el whisky que había bebido aquel día. Algunos de los participantes eran analfabetos y firmaron su inscripción con una X. Los golfistas tenían un aspecto tan lamentable que el club anfitrión tuvo que prestarles unos abrigos a cuadros que los hacía parecer como leñadores.
En esa primera cita del British Open, Old Tom Morris finalizó segundo detrás de Willie Park, pero luego se regalaría un amplio desquite con las consagraciones en 1861, 1862, 1864 y 1867. Siguió participando en este torneo hasta 1895, al cumplir los 75 años, y todavía hoy conserva dos récords: continúa siendo el campeón más veterano (46 años y 99 días) y es el ganador con más amplio margen de ventaja sobre el escolta (13 golpes, en 1862).
En 1865 regresó a Saint Andrews para convertirse en greenkeeper del The Royal and Ancient Golf Club, y fue allí donde dos años más tarde instaló un taller de palos junto al green del 18, en el que trabajaban seis empleados. Esta tienda sigue existiendo hoy y está considerada como la más antigua del mundo en artículos de golf.
Por entonces, el hijo de Old Tom, Young Tom Morris, ya exhibía su notable talento. Confirmó sus aspiraciones de prodigio en 1868, a los 17 años, con el primero de sus cuatro títulos en cadena en el Abierto Británico. Con su precocidad, representó una especie de Tiger Woods del siglo XIX, ya que luego festejó en 1869, 1870 y 1872 (en el 71 no se jugó). Los dos Morris competían habitualmente contra otros jugadores, a veces por sumas de hasta 25 libras. El joven Tom tenía una gran capacidad con el putter y, cuando su padre dejaba un putt corto, solía pincharlo con una frase en broma: "El hoyo no va a venir hacia ti, papá".
Todo cambió un día. En septiembre de 1875, cuando ambos celebraban una victoria en un match de alta exigencia en North Berwick, East Lothian, recibieron por telegrama la noticia de que la esposa de Young Tom y el bebé habían muerto durante el parto. Fue tal el impacto de la mala nueva que el joven Morris falleció con el corazón partido en la navidad de ese mismo año. El informe oficial indicó acerca de un vaso sanguíneo roto en uno de sus pulmones, pero su padre sospechó de una ingesta indiscriminada de alcohol por la depresión.
Con todo el dolor a cuestas, el Viejo Tom continuó su larga vida echando mano al golf como principal medio de subsistencia. Por una libra más gastos la jornada, le dio forma a legendarios campos como Prestwick, Royal Dornoch, Muirfield, Carnoustie, Royal County Down, Nairn Dumbar y Cruden Bay, amén del nuevo Saint Andrews. Se lo reconoce como el arquitecto de más de 40 trazados, además de introducir el concepto de mantenimiento de greens, fijar obstáculos en posiciones inteligentes y estandarizar la longitud de los campos en 18 hoyos (St. Andrews llegó a tener en algún momento 23).
El final del Viejo Tom resultó trágico. Murió en la primavera de 1908 (24 de mayo), tras una caída por las escaleras que le provocó la fractura de cráneo, después de una reunión en el club house de Saint Andrews. Una procesión acompañó el cuerpo de 87 años desde el puerto hasta la catedral de su tierra natal. Con su fallecimiento, el amanecer del golf profesional había terminado.


