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WELLINGTON- El reloj marca las 21:18 en Nueva Zelanda. Kane Le'aupepe apoya, tras intentar e intentar, el tercer try de los Hurricanes. Convierte Jordie Barrett y el encuentro culmina. Sin saber el resultado, la lógica indicaría que las banderas amarillas deberían estar flameando y que las sonrisas en las tribunas tendrían que multiplicarse a medida de que la cámara televisiva vaya avanzando.
Pero nada de eso ocurre: en las tribunas abundan las caras largas, los murmuros. Dentro de las cuatro largas líneas de cal, los muchachos de amarillo lucen cabizbajos, sorprendidos. Es que nadie pudo haber esperado el cartel electrónico final: Hurricanes 20-28 Jaguares. ¿Está bien? Sí, está bien. Los números finales no mienten.
La otra cara de la moneda, la franquicia de la UAR: abrazos interminables entre los jugadores, puños apretados por parte de Gonzalo Quesada (ya junto al banco de relevos) y caras alegres. Pero, sorpresivamente, sin mucho cotillón. Como había anticipado Jerónimo de la Fuente, durante el Captain's Run, en diálogo con ESPN: "Ganarle a Hurricanes no sería un batacazo". Y no lo fue… al menos para ellos. Sus gestos y sus rostros de tranquilidad y mesura demostraron que el trabajo se ha hecho correctamente.

A metros de allí, un grupo conformado por unos veinte argentinos, aproximadamente, provocan el único bullicio proveniente de las gradas. No paran de cantar. Para ellos, la alegría es inmensa. Pero con eso no se conforman: quieren más, necesitar tener a los jugadores a su lado, quienes, de a poco, se van sumando a los festejos y se prestan para las selfies. En comparación con años anteriores, muy relajados, denotando una mayor madurez interna y, fundamentalmente, confianza en lo que pueden dar. Dejaron de ser un plantel de batacazos aislados para convertirse en un verdadero equipo de rugby… y con todo lo que significa la palabra "equipo".
Ya con las pulsaciones más bajas, Agustín Creevy, ya sin el brazalete de capitán pero aún siendo un líder de peso, toma la palabra: "Son victorias que marcan muchas cosas, como lo fueron las del año pasado acá en Nueva Zelanda contra Blues y Chiefs. Esto es el resultado del trabajo que hacemos", aseguró el hooker surgido en San Luis. El exala resaltó la importancia del estadio y del adversario de turno: "Ganar en este estadio es muy importante. Para nosotros es un logro jugarles de igual a igual a los equipos de Nueva Zelanda. Esto refleja el progreso y reafirma el buen camino que venimos recorriendo desde que empezamos a jugar en el Super Rugby".

Otro que habló fue la competencia directa del ex capitán en la puja por la número dos amarilla y negra. Se trata de Julián Montoya: "Es un triunfo increíble y que viene por todo el laburo que estamos haciendo desde la pretemporada. Conseguir estas victorias hacen que todo valga la pena y ayudan disfrutar el sacrificio que hacemos todos", aseveró el orgullo de Newman.
Y así se apagan las luces en el Estadio Regional de Wellington. Llega el momento de abandonar un lugar que siempre será recordado por el rugby argentino. Se hizo historia, y de la grande.





