Los días más largos

MADRID.- En medio del tiroteo inicial del Barcelona, que salió a jugar como si el partido fuese a acabar en tres minutos, a Leo Messi se le anuló un gol por fuera de juego. El 10 estaba en línea, dentro de la ley, oculto tras las espaldas de un defensor. Se escapó hacia el arco como un cometa en el minuto dos, y la anulación del gol dejó al argentino en estado melancólico, bajo la mirada de un dios antiguo al que le arruinan el culto. Tan extraviado se quedó el equipo tras no sacar provechó de la estampida inicial que el rival se empezó a animar, al principio con miedo, luego ya con una soltura tan loca que dejaron un palo temblando.

El Barcelona viajó a Valencia, donde esta semana fueron imputados todos los concejales del partido del gobierno (ésta es una información intrascendente en este artículo pero que nunca sobra). Lo hizo el Barça para jugar contra el Levante, colista de la tabla, y en horario de mañaneo, sol y terraza. Fue un Barça mustio al que costó sobrellevar el día. De esos partidos en los que Messi baja dando pasitos a buscar el balón y jugar con el periscopio, más que con el arranque y el vértigo. Dejó poco sudor y algunas pepitas de oro que al día siguiente buscarán los exploradores en la hierba del Mediterráneo.

Echó el Barça su partido malviviendo de un gol en contra, al borde del desmayo cinematográfico, y sólo al final, en el descuento, emergieron Messi y Luis Suárez, que lo desbarataron todo. El uruguayo no para; el argentino, tampoco. Los dos y Neymar llevan al Barça a hombros en la clasificación.

En España azota el invierno pero se alargan ya los días, arañando minutos de sol. Nada arañan Atlético y Madrid pese a sus victorias de ayer. La de los blancos, resuelta con un zambombazo milagroso de Luka Modric, niño de la guerra, que devolvió la vida al Madrid con un balón al ángulo a cinco minutos de tirar la Liga.

*Escritor y periodista español