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A estas alturas ya nos podemos preguntar: ¿Por qué Kemboi? ¿No hubiese sido mejor: Toby, Sultán, Mancha o incluso Boby? ¿Acaso alguien conoce a otro perro que se llame Kemboi? Tal vez sí... Pero hoy revelaremos el misterio.
En realidad no es un nombre, sino un apellido y su origen se sitúa a más de 10.000 kilómetros de distancia, en la tierra de los mejores maratonistas del planeta: Kenia. Como nos contaba un lugareño, Julius Rono, el significado de Kemboi es “el que nació de noche”. En realidad no sabemos bien dónde y, menos aún, a qué hora nació Kemboi; pero lo bauticé en honor a un tocayo y descomunal atleta: Ezekiel Kemboi.
Ahora sí, ¿quién cazzo es Ezekiel Kemboi? Es dos veces oro olímpico y cuatro veces campeón mundial de 3000 metros con obstáculos. Hay mucho para contar de Kemboi, pero eso será la próxima. Antes, hoy, descubriremos que son esos obstáculos desparramados a los largo de tres kilómetros; sin duda –dentro de una pista de atletismo- la prueba más extraña.

De hecho, al principio del siglo XX, en los primeros Juegos Olímpicos, los obstáculos ni siquiera tenían 3000 metros. Se probaron varias distancias entre 2500 y 4000 metros, pasando por los arbitrarios 2590 metros con obstáculos en los Juegos de San Louis 1904. Ya para Amberes 1920 se definió por 3000, pero ojo: sólo para hombres. Durante casi un siglo se la consideró una prueba demasiado dura para las mujeres y recién se les permitió competir a finales del siglo pasado. Incluso en los Juegos Olímpicos se tardó un poco más; las damas primero sumaron el maratón en Los Ángeles 1984, el salto triple en Atlanta 1996, la garrocha en Sidney 2000 y por último, los 3000 con obstáculos en Pekín 2008.
Mucha historia, pero ¿de qué se trata esta prueba? Son siete vueltas y medias a la pista de atletismo donde se saltan 28 veces una viga que está paralela al piso, a una altura de 91,4 cm para los hombres y 76,2 para las mujeres. Es alto, y la viga es dura, no se voltea con un impacto como pasa en las vallas que se usan en las carreras de 100 o 400 metros. Incluso están tan firmes que se puede pisar sobre ellas. Pero los buenos -como Kemboi-, la saltan de una.

En cada vuelta hay un obstáculo especial, el más divertido, principalmente en verano. Es una de estas vigas pero que del otro lado tiene una pileta o cajón con agua. Sí, tal cual, para los que piensan que el atletismo es aburrido. Cada vuelta, pegan un salto y caen a la pileta. No es tan profunda y si saltan bien se mojan la pierna nomás. Pero si le pifian el salto y caen en lo hondo, tiene 70 cm de profundidad, aún no se ahogó nadie, pero se pegan un buen chapuzón.
Como se imaginarán es una prueba entretenida -y durísima-. El record argentino lo tiene desde hace casi tres décadas Marcelo Cascabelo con 8m25s. Saltó todo lo que contamos arriba, mientras corría debajo de 2m40s/km. Segundo en la lista aparece un famoso entrenador, Leonardo Michel Malgor, y cierra el podio histórico su alumno más conocido: Mariano “Colo” Mastromarino. En las mujeres, la dueña del récord nacional también fue la primer argentina olímpica, en Río 2016: Belén Casetta.
Ya contamos porqué Kemboi, porqué los obstáculos y porqué hay tantos famosos en el ranking nacional de 3000 con obstáculos (bueno, en realidad en esto último no dimos el motivo, pero es tan oscuro y secreto que sólo lo saben tres personas en el mundo y no pueden viajar en el mismo avión). Ahora por favor volvamos a la columna y a como criar un perro sano y runner. Los dejo con el que sabe.
El proceso que vive el perro en los primeros paseos consiste en la exploración del ambiente. Por lo tanto hay un grado de ansiedad tal que en ese momento el perro es como una esponja que absorbe todo. Entendiendo esto, les recomiendo las siguientes consideraciones:
“Parece que esta quincena no hice nada interesante como para que hable de mí. La semana que viene le rompo algo y volvemos con los videos”.




