Buenos Aires ya empieza a extrañar al Gladiador Ferrer
Casi dos décadas como profesional, mucho tiempo dentro del primerísimo nivel, hasta alcanzar el número 3 del ranking mundial. Una posición de privilegio, en medio de una era de leyendas: le tocó compartir el Top 5 con Federer, Nadal, Djokovic y Murray, entre otros. Entre tantos jugadores de otro planeta, a David Ferrer le tocó por un tiempo llevar el cartel de ser el mejor de los humanos. En un circuito de nivel altísimo, se abrió espacio con solidez rocosa, piernas de correcaminos, disciplina para mejorar hasta superar sus límites, mentalidad espartana para dejarse la piel en cada partido. Y talento, claro, porque sin eso no se llega a estar dentro de los mejores del mundo. Ferru, a los 36 años, recorre las calles del adiós, las últimas esquinas de un recorrido que empezó el siglo pasado, cuando era un chavalito de Jávea.
En pocos días, el Argentina Open tendrá el lujo de contar con una de sus últimas actuaciones: Ferrer fue muy selectivo en el calendario que eligió para su gira de despedida. Buenos Aires se ganó un lugar especial en el corazón con tres de sus 27 títulos (2012, 2013 y 2014), más el calor y el afecto que encontró y que lo hizo sentir como en su casa. Alguna vez desembarcó a última hora, como reemplazante del lesionado Rafael Nadal, en un gesto que describe su cariño hacia el torneo. Llegó al Buenos Aires Lawn Tennis Club por primera vez en 2003, cuando recién entraba en el Top 50. En los próximos días pisará por último la tierra batida del court central que tantas veces humedeció con su sudor. Más adelante acudirá a Acapulco, Barcelona y Madrid, la terminal de una campaña enorme.
El ranking dice que ahora ocupa el puesto 148°. Los torneos menores no alcanzan a alimentar su espíritu competitivo. A Ferrer le encantaría volver a los grandes estadios, a los papeles protagónicos en los Grand Slams, pero los tendones de Aquiles le cierran la puerta. "Dejo el tenis porque no puedo mantener el nivel que tenía", aceptó en agosto pasado, cuando anunció el retiro. Vaya si hay batallas en las piernas del valenciano: Buenos Aires verá su partido N° 1100 como profesional. Respetuoso y apasionado del tenis, posiblemente siga vinculado a las raquetas desde otro lugar. Algo es concreto: el Argentina Open ya empieza a extrañarlo.
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