El primer sudamericano que se corona en Gran Bretaña, un "verdugo" que supo arrear ganado en Brasil

Ha sido una historia muy larga y trabajé siempre muy duro, pero es fabuloso todo lo logrado. Muchas veces tuve que pellizcarme para poder creerlo", señaló Silvestre de Sousa a la prensa británica luego de levantar el trofeo que le entregaron en Ascot, tras convertirse en el primer jockey sudamericano en hacerse leyenda en la hípica de la realeza.

A los 34 años, el paulista se convirtió en el campeón de la temporada en los hipódromos británicos, con 132 primeros puestos, interrumpiendo la serie del irlandés Richard Hughes, dominador en los tres años anteriores. Y en su cosecha, Silvestre se puso el traje de "verdugo", ya que montando a Arabian Queen en el Juddmonte International (G 1), en York, le infringió la única derrota al campeón europeo Golden Horn, que acaba de obtener el Arco de Triunfo en Francia y correrá ante el argentino Ordak Dan la Breeders' Cup Turf, el sábado 31, en Keeneland. Todo un símbolo.

Cuando comenzó la temporada en mayo, en Newmarket, las casas de apuestas ofrecían 100 libras por cada una para el que eligiera a De Sousa. Su nombre no aparecía entre los diez favoritos y fue el brasileño el que terminó ganando más carreras y montando más de 600 caballos. Pocos aventuraban este presente, recibiendo un enorme trofeo en Ascot, acompañado de su orgullosa madre Estelina; su esposa Vicky y su pequeño hijo Ryan, con la Reina Isabel en el palco oficial. Cerca de ellos, Shelley Dwyer, su agente y aliado en esa proeza. "Hemos conseguido muy buenas montas. No pensé que podía ganar este año, aunque estuve muy cerca en algunas ocasiones y sabía que este momento podía llegar algún día", aseguró, mientras firmaba fotos y autógrafos en un stand armado para ese fin.

Mucho menos lo hubiese soñado tiempo atrás. La vida del jockey es sacrificada y tiene generalmente raíces humildes. Este joven de poco más de un metro y medio de altura y 52 kilos no escapa a ello. Es más, su llegada al turf fue tardía. "Actualmente, se usan carros y motocicletas para arrear al ganado en mi país, pero cuando yo era chico se usaban caballos y mi padre siempre me pedía que vaya a buscarlo. Entonces, yo me subía a alguno de los caballos, pero nunca imaginando que alguna vez fuera a competir", recuerda.

De hecho, Silvestre dejó la granja en las afueras de San Pablo a los 16 años para ir a trabajar a la fábrica de muebles de uno de sus nueve hermanos. Allí fue donde conoció a Fausto Durso, uno de los jockeys destacados por aquellos tiempos y dos veces campéon en China, donde en mayo pasado murió apuñalado en la puerta de su casa en Macao. Paradojas del destino: quien lo descubrió e incitó a ingresar a la escuela de aprendices de Cidade Jardim falleció cuando De Souza comenzaba a edificar esta coronación. "Él me decía que yo tenía la construcción perfecta para ser jockey", revela.

Desde su regreso a las pistas, en 2005, año en el que apenas logró un cuarto puesto en nueve presentaciones, Silvestre de Souza acumula 979 primeros puestos y 11.511.000 dólares acumulados en ganancias por sus dirigidos.

Hoy, el paulista es "el rey de las carreras de caballos británicas", como lo describe el periódico The Guardian. El proceso no ha sido sencillo. La fuerza de voluntad resultó fundamental. "Monté mi primer pura sangre a los 17 años y poco después de mi debut sufrí una caída que me obligó a estar varios meses sin competir. En febrero de 2004 me mudé a Irlanda. Fui de galopador, como muchos colegas, para obtener más experiencia, pero no hablaba inglés, la cultura y el clima eran totalmente distintos. El trabajo no surgía fácilmente y debía hacer todo tipo de changas para sobrevivir. Cada día, sólo pensaba en volverme a Brasil", confiesa.

Pero apareció otra mano para ponerlo nuevamente en carrera, antes de que fuera a comprar el pasaje. David Nicholls, un entrenador que lleva el mismo nombre de un afamado novelista inglés, lo ayudó a insertarse en las competencias británicas. Allí, Silvestre comenzó a escribir otra etapa de su historia, la más reciente y productiva, que incluye triunfos en los principales grandes premios de Inglaterra, Dubai e Italia. También, otro gran susto: en 2012, un caballo al que montaba enfureció y lo arrojó hacia atrás, con la suerte de que la puerta de la gatera se abrió cuando su pierna estaba aprisionada entre los hierros y terminó en el suelo. Una bolsa de hielo en su tobillo derecho minimizó el dolor, antes de que se subiera a otro ejemplar minutos más tarde.

De Sousa pudo haber desembarcado en San Isidro o Palermo, como lo han hecho históricamente tantos notables colegas, varios de los cuales brillan por estos días, pero el destino y sus condiciones le tenían reservada la gloria en la cuna de las carreras de caballos, ante la realeza.

El recuerdo del último ganador del Olimpia

Altair Domingos se radicó en la Argentina en 2009, tras ser un referente entre los jockeys en la hípica paulista y competir en Dubai, y es el último ganador del Olimpia de Plata en turf. Hace memoria y comenta, en diálogo con canchallena.com: "Lo recuerdo como un chico muy simple, introvertido, y me dicen que no ha cambiado, que no se agrandó por lo que ahora viene consiguiendo. En San Pablo corría poco y creo que no ha llegado a competir en grandes premios, porque no tenía permiso por ser aprendiz. Me emocionó enterarme de todo lo bien que le ha ido en Inglaterra estos años".

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