Inversión extranjera directa: qué es y cómo se la promueve
1. Inversión. Uno de los componentes del crecimiento que resulta más deseable en el largo plazo, por su capacidad de elevar el producto potencial y mejorar la productividad de los países, es la inversión. Particularmente, la inversión extranjera directa (IED) se define como una operación que involucra una relación de largo plazo en la cual una persona o empresa inversora de cierta economía, tiene el objetivo de obtener una participación duradera en una empresa o entidad residente de otra economía. En una operación de IED, el inversor pretende ejercer un grado significativo de influencia o control en el manejo de cierta empresa que reside en una economía que no es la propia. Hay una diferencia clara con la "inversión de cartera o portafolio", la cual no supone intención de control por parte del inversor, en tanto que generalmente se hace con horizontes de corto plazo y con instrumentos financieros.
2. Flujos. Los eventos por los cuales queda contabilizada la inversión extranjera directa son los aportes nuevos o ampliaciones de capital de un inversor directo (con bienes tangibles o intangibles); las transferencias accionarias, y la reinversión de utilidades. En los años 90, los flujos de IED experimentaron una rápida suba a nivel global. El ratio de los flujos de IED/PBI global pasó de 0,6% en los 80 a 1,3% en la década siguiente. Si bien con oscilaciones, la tendencia al ascenso del peso relativo de la IED siguió en los años 2000, cuando se elevó a 2,3% (con un pico de 4% en 2000). Ya en la década del 2010 prosiguieron los movimientos oscilantes, y en el promedio de 2010-2018, el ratio flujos de IED/PBI global se ubicó en 2%.
3. Incentivos. Entender cuáles son los motivos que inducen a una empresa a decidir llevar adelante parte de sus actividades productivas en otro país es un factor clave para el diseño de las políticas públicas. Hay tres diferentes grupos de ventajas. En primer lugar están las ventajas de propiedad, que pueden derivar de la posesión de ciertos activos intangibles como patentes, marcas, capacidades tecnológicas, mejores tiempos de llegada al mercado, entre otras. Incluyendo también las ventajas que específicamente derivan de la propia multinacionalidad de la empresa, como el mejor acceso al financiamiento o la escalabilidad en su producción. También están las llamadas ventajas de internalización, que dependen de un balance de costos y beneficios, en el cual influyen varios elementos, fundamentalmente asociados a distintas fallas de mercado, por factores como los altos costos de negociación, la existencia de problemas de riesgo moral, o la incertidumbre acerca del respeto de los derechos de propiedad. Por último, existen las ventajas de localización, que tienen que ver, por ejemplo, con las condiciones económicas generales del país, los factores político-institucionales y los instrumentos de política pública que inciden en las decisiones de inversión.
4. Políticas públicas. Las decisiones de los gobernantes pueden impactar en la IED. Hay políticas generales y hay otras de apoyo público a la inversión. En las primeras están las normas y regulaciones que apuntan a proteger inversiones, sostener acuerdos internacionales sobre promoción y tributación, a la vez que a mantener la estabilidad jurídica de las empresas. Por su parte, el apoyo por parte del sector público se centra en dar incentivos fiscales y financieros, en los apoyos focalizados y en las agencias de promoción de inversiones.
5. Faltante. Desde la vuelta de la democracia, los países de la región recibieron, en promedio, 3,2% del PBI en inversiones extranjeras directas por año, mientras que para la Argentina ese promedio es de 1,9%. El desacople ocurrió tras la crisis de 2001. Esa brecha significa un faltante de US$190.000 millones que podrían haber ingresado en sectores como comunicaciones, banca, energía, manufactura y comercio.