El emprendedor que quiere ser el CEO menos poderoso del mundo
Ilkka Paananen fundó Supercell, una muy exitosa startup de juegos para dispositivos móviles. ¿El secreto? Pulverizar la burocracia, trabajar en equipo y celebrar el fracaso
Conocí a Ilkka Paananen en Helsinki y estoy convencido que es uno de los grandes inspiradores del año del mundo de los negocios. "Los mejores equipos hacen los mejores juegos", suele decir el fundador de Supercell. Para aquellos que no leyeron los titulares, Supercell es un fenómeno internacional: una startup de juegos para dispositivos móviles fundada en 2011 que hacia principios del 2013 ya tenía ganancias por US$ 3 millones diarios con tan solo dos juegos en el mercado.
Clash of Clans, Boom Beach y Hay Day son sus únicos títulos disponibles y se mantienen en la cima de las estadísticas de descargas de aplicaciones a nivel global. A pesar de tanto éxito, Paananen sólo quiere hablar sobre valores empresariales, tanto en términos de estructuras de organización como de "el poder de lo pequeño". No duda en atribuir el éxito de Supercell a la calidad de sus empleados, pero ofrece cuatro factores clave para obtener lo mejor de ellos: minimizar la burocracia ("Cada diseñador puede tomar decisiones por su cuenta y optimizar su tiempo, además de apropiarse de cada proyecto"), ser transparente ("Enviamos un email diario con los indicadores de desempeño clave a todos los empleados de la empresa"), celebrar el fracaso ("Si a un juego le va mal, hacemos una fiesta para todos los desarrolladores y les damos champán para celebrar por lo que aprendieron"), pensar en pequeño para ser gigante ("Valoramos la agilidad de los grupos pequeños y la simplicidad; nuestros empleados no necesitan capas de procesos ni capas de administración").
La única regla es: "La industria de los videojuegos carga con la culpa de saturar a la gente. Uno no puede mantenerse productivo si trabaja 18 horas por día durante un año. Queremos pasar a la historia y esto es imposible si desgastás a todos tus empleados en tres años".
La visión de Paananen de cómo "pasar a la historia" se basa sin dudas en incorporar a los profesionales que quiere a una compañía que puedan amar. Quiere que los gamers también los amen y da siempre el ejemplo de Nintendo. También anhela empoderar a sus empleados, incluso si eso significa limitar su propio poder. "Mi objetivo es ser el CEO menos poderoso del mundo", proclama. "La gente me pregunta: ‘¿Cómo te levantás a la mañana?’, pero lo cierto es que nunca trabajé por dinero. Solo quiero hacer juegos geniales. Mientras Supercell sea el mejor ambiente posible para hacer juegos, ¿por qué se iría la gente? Quiero trabajar con estas personas. Si no proveemos el mejor entorno laboral, entonces sí deberían irse".
Pero a Paananen, tan apasionado como lo es respecto de los ideales de su empresa, no le interesa imponérselos a todas las industrias. "Cada sector necesita encontrar su propio modelo de éxito, pero como regla general, creo que nuestro modelo le permite a los empleados apropiarse de los proyectos con más facilidad y les da mayor sentido de libertad y pertenencia. Eso tiene que ser algo bueno."
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Máximo Cavazzani