Empatía y vocación social: qué aportan las mujeres al liderazgo empresarial
Desde rubros tan disímiles como el campo y la arquitectura, Marcela Silvi y Anabela Santos contaron cómo llegaron a liderar compañías y qué cualidades ponen sobre la mesa para hacerlo
4 minutos de lectura'

Mujeres Líderes es también un espacio para conocer un poco más a fondo a algunas de las referentes del mundo empresarial. Marcela Silvi, de Erca, y Anabela Santos, de Inarch, las dos invitadas al panel “Palabra de CEO”, comparten algo: la impronta familiar de las compañías que conducen. En el caso de Silvi, porque la reconocida compañía nacional de sembradoras fue fundada por su padre. Santos, por su parte, es la cofundadora de una firma de arquitectura junto con su marido, y de la que también forma parte uno de los hijos de ambos.
Liderazgo con empatía
Desde 2009, Silvi ocupa el cargo de gerenta general en Industrias Erca, empresa dedicada al desarrollo de sembradoras, donde comenzó a trabajar cuando era adolescente. Su trayectoria combina formación en alta dirección con una vocación temprana por el trabajo industrial. Hoy, lidera la estrategia de innovación, expansión y fortalecimiento de la red de concesionarios, en un sector históricamente masculinizado.
Silvi cree que el liderazgo femenino aporta una sensibilidad distinta, pero no excluyente. “Ser mujer tiene que ver con mayor empatía con la gente a la hora de liderar equipos”, afirmó. Sin embargo, su apuesta va más allá del género: “Creo mucho más en la diversidad y en esto de compartir diferentes enfoques para generar un enfoque mucho más enriquecedor”. En Erca, la incorporación de mujeres modificó la cultura interna. “Culturalmente cambió mucho la empresa. Hoy hay muchas mujeres, y a los hombres les encanta”, aseguró.

La resiliencia es otro eje que atraviesa su mirada sobre el liderazgo. Para ella, no hay una frontera clara entre lo personal y lo laboral. “El plano es único, no hay un plano laboral y un plano personal. Tenemos que saber lidiar con eso y poder seguir para adelante”, señaló.
En cuanto al sector agropecuario, Silvi defendió su eficiencia y capacidad de adaptación. “Nuestros productores agropecuarios son altamente competitivos. Incorporan tecnología, hoy está muy en auge la siembra de precisión y no es solo una frase”, manifestó, al tiempo que celebró la eliminación momentánea de las retenciones, sin dejar de ir advertir que “el campo necesita que las retenciones vuelvan a ser cero, porque si no la rentabilidad se pone muy difícil y es un sector que arriesga demasiado”.
Finalmente, destacó el rol de los varones en este proceso de transformaciones culturales y laborales. “Hoy el hombre colabora muchísimo para que la mujer trabaje, se siga profesionalizando, se siga desarrollando. Y eso es un aporte para destacar”, dijo.
Vocación social
Santos fue cofundadora de Inarch, desarrolladora inmobiliaria nacida en 2007. Desde su rol como cabeza operativa y conceptual, lideró la expansión de un conjunto de compañías que incluyó unidades como Insight, Índigo, Domus y la Fundación Charis. Su visión estratégica combinó arquitectura, urbanismo y compromiso social, en una empresa familiar que integró a su marido Paulo y a su hijo Jeremías en el directorio.

En diálogo con la periodista de LA NACION Carla Quiroga, Santos reivindicó el valor de la empresa familiar como espacio de diversidad y complementariedad. “Con Paulo somos absolutamente opuestos y tremendamente complementarios. Él abre proyectos y yo los bajo a tierra. Creo que esa es la magia de la empresa familiar”, afirmó. Para ella, esa dinámica permitió construir un laboratorio de trabajo diverso, donde los vínculos personales se transformaron en fortaleza organizacional.
Su vocación social atravesó cada etapa de su carrera. Desde el desarrollo del centro comercial Vía Viva —una intervención urbana de gran escala— hasta la creación de Índigo, una empresa pensada como herramienta de inclusión laboral. “Lo que más nos emocionó fue la posibilidad de generar trabajo. En muy pocos días pasamos de tener 30 empleados a más de 100, y ahí entendimos que éramos promotores sociales”, señaló. En esa misma línea nació la Fundación Charis, que impulsó una escuela en José C. Paz con más de 400 alumnos.

Por último, Santos también reflexionó sobre el liderazgo femenino y la resiliencia como rasgo distintivo. “Mi mantra fue siempre recomenzar. Creo que la mujer está biológicamente preparada para dar vida, para romperse y volver a empezar. Y eso se extrapola a todas las áreas”, comentó. Desde sus primeras experiencias laborales, marcadas por el acompañamiento de una arquitecta que le enseñó a hacerse escuchar, hasta su rol actual como líder de proyectos complejos, Santos construyó un camino donde lo humano, lo técnico y lo social se integraron en una misma mirada.






