Una decisión económica con objetivos políticos en el horizonte

La decisión de elevar las metas de inflación del Banco Central se venía madurando desde hacía varias semanas. Pero el presidente Mauricio Macri terminó de definirla el viernes último en una reunión de todo el equipo económico en la Casa Rosada. El martes pasado, ya en Villa la Angostura, Macri decidió anunciarla ayer, luego de que el Senado hubiera sancionado el presupuesto 2018 y todo el paquete de leyes fiscales. El cambio de metas no debía interferir en la aprobación de esas leyes.

Según admitieron a LA NACION altas fuentes de Balcarce 50, la decisión económica fue de neto corte político: se admitirá una meta mayor de inflación para bajar la tasa de interés del Banco Central, relajar las restricciones monetarias y apuntalar el crecimiento del 3,5% de la economía en 2018 y 2019, las inversiones y el empleo. El gran objetivo en el horizonte es crecer y buscar la reelección de Macri en 2019.

De hecho, el anuncio incluyó dos metas cruciales para 2020, cuyo cumplimiento sólo sería posible si Macri fuera reelegido el año anterior. Una fue la postergación de la meta de inflación de 5% de 2019 a 2020. La otra fue la de déficit fiscal: en 2018 será de 3,2% del PBI y en 2019, de 2,2 por ciento. Pero ayer se agregó la de 2020: 1,2. Es otra manera de decir que Macri se ve a sí mismo en el poder para entonces. En 2021 la meta será cero.

La medida se interpretó como una imposición de la Casa Rosada sobre el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger . Los dos grandes ideólogos técnicos de la suba de la meta de inflación, que convencieron a Macri, fueron el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el vicejefe de Gabinete Mario Quintana.

El gran promotor político fue el jefe de Gabinete, Marcos Peña , considerado una vez más "el gran ganador" de la batalla. Sturzenegger, luego de varias reuniones con Macri, Dujovne, Peña, Quintana y el ministro de Finanzas, Luis Caputo, terminó aceptando las razones políticas y la necesidad de darles credibilidad a la lucha contra la inflación y previsibilidad al plan económico global.

El anuncio fue la gran apuesta política del fin de año: tras sancionar las leyes de consenso y responsabilidad fiscal y las reformas tributaria y previsional, la Casa Rosada presentó casi un nuevo programa económico: la baja de tasas ya comenzó a incidir sobre el tipo de cambio, que ayer trepó a $ 19,46 por dólar. Eso busca competitividad en el sector productivo, crecimiento y empleo, aun a riesgo de apuntalar la inflación. Pero también incidirá en el financiamiento del déficit del BCRA al Tesoro.

"Tarde o temprano tenía que pasar. Era una señal de razonabilidad, credibilidad y previsibilidad. Debíamos tener una meta de inflación cumplible", decían en la Casa Rosada.

"Había que hacerlo después de aprobar las leyes", explicaron, para justificar la oportunidad del anuncio. "Los dos ganadores fueron Peña y Dujovne", señalaron en el macrismo.

"La reelección es un objetivo claro. Pero si hay otro presidente en 2019 también tendrá la posibilidad de cumplir estas metas o de modificarlas", dijeron a LA NACION.

Desde que asumió, el ministro Dujovne tenía varios objetivos: reforma tributaria, pacto fiscal, responsabilidad fiscal, ley previsional y cambio en las metas de inflación. Los cumplió. Sólo le falta la reforma laboral para bajar costos laborales y blanquear la economía.

El trípode político que lo hizo posible, en rigor, estuvo conformado por él mismo, pero también por Peña, como jefe político interno del Gobierno, y por el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, como negociador con los gobernadores.

Según sus allegados, Dujovne respeta la autonomía del Banco Central, pero sostiene que las metas de inflación debe fijarlas el Poder Ejecutivo para ordenar el resto de las variables macroeconómicas en acuerdo con el BCRA. El propio ministro hizo el anuncio del cambio de las metas, otra señal de que había sido el gran triunfador de la jornada.