El hombre que tiene en sus manos el destino de Bolsonaro
En vez de iniciar el juicio político, el presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Arthur Lira, parece ocupado en impulsar su propia agenda de intereses
Esta columna fue publicada originalmente en Americas Quarterly
BRASILIA.- Mientras la crisis institucional autoinducida por el presidente Jair Bolsonaro tiene convulsionada la política brasileña desde hace meses, hay un hombre que está sacando provecho de ese caos para impulsar su propia agenda de intereses y consolidar su poder.
Se trata de Arthur Lira, presidente de la Cámara de Diputados, un hombre que tiene todas las cartas en la mano, en la forma de pedidos de juicio político que solo él puede impulsar. Pero en vez de meter baza en la disputa de Bolsonaro con la Suprema Corte, Lira trabaja calladamente para orientar la Cámara en una dirección que lo favorezca. De hecho, tras la marcha a favor del presidente del 7 de septiembre, Lira dio su propio discurso de insistente apoyo a la democracia, pero sin nombrar ni una vez al presidente o el tema del juicio político.
Político astuto capaz de anticipar escenarios y detectar debilidades de sus adversarios, Lira se ha convertido en uno de los presidentes de la Cámara que más poder lograron acumular. Elegido con el apoyo de Bolsonaro, algunos vaticinaban que sería un títere. Por el contrario, se las ha arreglado para manejar los hilos de un juego político sumamente delicado, y crecer en medio de una atmósfera de intensa polarización.
Legislador de centroderecha desde hace una década, en febrero Lira fue elegido presidente de la Cámara con la promesa de dar voz y espacio a todas las fuerzas. Pero sus detractores dicen que hizo todo lo contrario y de inmediato empezó a hacer lo que antes criticaba, jugando a fortalecer el poder de los líderes de los partidos tradicionales, como él mismo. Entre otras cosas, Lira supervisó los recientes cambios del reglamento interno de la Cámara, que terminó concentrando más poder en sus manos. Uno de esos cambios dificulta la postergación del tratamiento o votación de las leyes por falta de consenso, privando así a los legisladores de la minoría de una oportunidad para hacer valer su poder relativo para negociar. Y aunque todas esas jugadas no alcanzaron para garantizarle a Lira el control de los otros 512 diputados, sí le dan una prerrogativa de la que nunca gozó un presidente de la Cámara. La ampliación de su poder explica récord de quejas de los dirigentes partidarios por la excesiva concentración de las decisiones importantes en manos de la presidencia de la Cámara baja.
Cambios
Con el tiempo, es probable que los cambios impulsados por Lira coarten la innovación y la renovación interna de la política brasilera. Entre otras cosas, Lira promueve cambios en la actual normativa electoral, que en los últimos años ha permitido la creación de nuevos espacios políticos y el surgimiento de movimientos de renovación interna. Para Lira, esos movimientos son un anatema, ya que él mismo pertenece a un clan político tradicional que percibe como una amenaza cualquier ampliación estructural de la representación política.
Los otros dos cambios impulsados por Lira son todavía más estructurales. Logró la aprobación exprés de una reforma electoral que rehabilitaría las coaliciones proporcionales, un guiño a las fuerzas también amenazadas por los cambios en la base de representación de la política brasileña. Mientras tanto, también hay un nuevo código electoral a la espera de la aprobación, que sería un nuevo paso en detrimento de una democracia que rinde cuentas. El nuevo código entraña un sistema electoral menos libre y menos justo, ya que es menos transparente en el uso de los recursos financieros de los partidos y despenaliza ciertas prácticas de campaña, como el traslado de votantes a cargo de los candidatos. Ambos cambios favorecerían a los partidos políticos establecidos, como Progresistas, al que pertenece Lira. Lira también está tratando de flexibilizar las leyes que llevaron más transparencia y control externo a la participación política. Esto es especialmente relevante para esa constelación de partidos conocida como centrão, que podrían querer resucitar a figuras que quedaron excluidas de la política por sus condenas judiciales.
Mientras Bolsonaro genera distracciones con sus ataques contra las instituciones, el que más se está beneficiando es Lira, que ha aprovechado la confusión reinante para hacer que las reglas del juego electoral dependan aún más de las cúpulas partidarias tradicionales, al tiempo que otorga a los legisladores una mayor influencia en la asignación de fondos públicos y aumenta la injerencia de partes interesadas en el proceso de toma de decisiones a nivel nacional. Y lo más revelador es que esa agenda haya encontrado apoyo entre legisladores de todo el espectro político.
En épocas normales, los movimientos y las operaciones de ese tenor de un presidente de la Cámara estarían bajo la lupa de la opinión pública. Pero ante el socavamiento constante de las instituciones brasileñas que lleva adelante el Poder Ejecutivo, los movimientos de Lira quedaron fuera del radar de la sociedad civil, hoy consumida por temores conscientes e inconscientes sobre el futuro de la democracia.
Lira, por lo tanto, es como el caballo de Troya de las fuerzas políticas, partidarias e institucionales que controlan el juego político en Brasil desde su democratización, a mediados de la década de 1980. La suya es una agenda regresiva, que impide cualquier innovación electoral positiva, y lo que es peor, también coarta una renovación real del perfil del político brasileño promedio. Lejos de ser reformas que vayan a fortalecer la democracia, los cambios impulsados hasta ahora por Lira pueden conducir a un deterioro aún más agudo de la calidad de la representación política en Brasil, y a la erosión de la democracia brasileña en una coyuntura crítica, justo cuando el control democrático es más imprescindible que nunca.
El autor es CEO y fundador de Dharma Political Risk and Strategy
Traducción de Jaime Arrambide
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