El Paso y Ciudad Juárez, demasiado integradas como para separarse
Como muchas otras ciudades fronterizas "gemelas", la localidad norteamericana y la mexicana dependen una de la otra; los vecinos dicen que levantar el muro que ordenó Trump no tiene sentido
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EL PASO, Texas.- Donald Trump ha asociado la frontera entre Estados Unidos y México con el crimen, la inseguridad y pérdidas económicas para el país.
"México ha tomado ventaja de Estados Unidos por demasiado tiempo. Los déficits comerciales masivos y la poca ayuda en la muy débil frontera deben cambiar, ¡AHORA!", escribió Trump esta semana en Twitter.
Pero en El Paso y Ciudad Juárez se vive otra realidad. Como otras "ciudades gemelas" de la frontera, ambas dependen una de la otra. El 86% de las exportaciones de El Paso, la 11» ciudad que más exporta de Estados Unidos, va a México. Miles de personas viven en Juárez y trabajan en El Paso, una ciudad donde la gente se siente segura, pese a estar pegada a una de las ciudades más peligrosas del mundo.
"En Washington, en los medios, pintan la frontera como un lugar caótico, de pánico y descontrol. Y eso no es cierto", dice Dylan Corbett, que vive desde hace dos años en El Paso, donde dirige el Instituto Fronterizo Hope, una organización comunitaria.
Para Corbett, la inmigración ilegal no es un problema y el muro "no tiene sentido". Dice que la frontera ya está "militarizada", apunta con el dedo al cruce y habla de las personas y los camiones que van y vienen, de los estudiantes, del comercio, de los productos electrónicos que se producen en Estados Unidos, se ensamblan en México y vuelven. Unas 1000 fábricas a ambos lados viven unas de las otras, igual que la gente y las ciudades.
"La gente viene en busca de un mejor futuro. Es un lugar de esperanza y sueños, es lo opuesto a como piensan sobre la frontera en Washington", afirma.
Beto O'Rourke, congresista demócrata de El Paso -donde Hillary Clinton sacó el 70% de los votos en las elecciones presidenciales- dijo en una conferencia de prensa esta semana que seis millones de empleos en todo el país y 500.000 en Texas dependen del comercio con México. Un muro, un impuesto a las importaciones mexicanas, una "guerra de tarifas" con México o el fin del libre comercio pondrían todo eso en riesgo.
"Tenemos los niveles más bajos de inmigración desde México y los mayores niveles de seguridad. Siempre se puede mejorar, pero nunca ha estado tan bien", dijo O'Rourke.
En El Paso sobra empleo, pero lo que ocurre aquí también repercute en el norte del país. Robert Queen, director del Centro de Asistencia para Exportaciones en El Paso, del Departamento de Comercio, dijo que la economía de la frontera está conectada con los polos industriales de Michigan, Ohio -dos estados clave en el triunfo electoral de Trump- y Chicago.
Queen dijo que el 99% de la inmigración a través de la frontera es legal, gente que cruza con visas, tarjetas de residencia o pasaportes norteamericanos. "Acá no es un tema. Y El Paso es una ciudad muy segura", afirma Queen.
Queen dice que el auge exportador de la ciudad se debe, además de al libre comercio con México, a las "habilidades" de los ciudadanos para producir partes automotrices, productos electrónicos y hasta materiales de aviación, entre otros bienes. Corbett reconoce el peso del vínculo comercial, pero critica la desigualdad en la frontera, las cicatrices que deja la globalización y las condiciones laborales en México, donde, dice, hay "salarios de esclavitud".
Carlos Marentes, mexicano y ciudadano norteamericano, recibe todos los días a trabajadores agrícolas en un centro pegado a uno de los puentes internacionales, que fundó para que fuera "base de operaciones" de los jornaleros. En Estados Unidos, lo mexicanos trabajan, sobre todo, en agricultura, construcción y servicios. Del otro lado, en las "maquiladoras", como se llama a las fábricas.
"Las fronteras son comunidades", afirma Marentes, en el techo de su centro, en El Paso, desde donde se ve Juárez, al otro lado del Río Grande. "La gente que no conoce la realidad de la frontera va a pensar que la construcción del muro es el paso lógico para preservar la seguridad nacional. Para nosotros es ofensivo, y sabemos que no va a detener el movimiento de gente, apunta.
Marentes está indignado con el muro. Dice que es un proyecto "simbólico" para darle una falsa sensación de "grandeza", de seguridad "a la gente del norte del país", y que no va a detener ni a la gente ni la droga.
"En Washington no conocen la realidad. El gobierno de Trump no conoce la realidad. En su visión irreal se imagina que hay masas de gente cruzando la frontera, corriendo armada, y eso no es cierto. Hay una forma de vida, binacional, que trasciende los límites de los dos países", sostiene.
Queen lo resume de otra forma: "Somos realmente una sola ciudad. Es la mejor manera de verlo. Nos vemos como una ciudad donde resulta que hay un límite internacional que pasa por el medio".
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