El régimen chino se acerca a su cónclave con inusuales señales de malhumor social
Manifestantes colgaron carteles contra Xi Jinping en un puente de Pekín, en una excepcional muestra pública de malestar, que fue censurada; crece la molestia con la política de Covid cero
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PEKÍN.– El presidente chino, Xi Jinping, se dirige a un histórico tercer mandato en el XX Congreso del Partido Comunista este fin de semana, en un inusual contexto de muestras de malestar social en distintas partes del país, donde siguen vigentes fuertes restricciones para contener brotes de coronavirus.
Al final de este encuentro, el evento político más importante del año en China, el dirigente de 69 años será confirmado como secretario general del partido. Y tras esa formalidad, que se da por descontada, la Asamblea Popular Nacional lo confirmará para otro mandato presidencial en su reunión anual de marzo.
El régimen está multiplicando las medidas para evitar que algo pueda empañar la ratificación de Xi como el hombre fuerte de China. Con el cónclave a la vista, la seguridad se reforzó alrededor de la plaza Tiananmen, el recordado escenario de la trágica protesta de 1989, y en cuyo imponente Gran Palacio del Pueblo se reunirán los 2300 delegados de las provincias.
En este marco de tensa espera, la policía debió entrar este jueves en acción, cuando salió a borrar las huellas de una protesta retirando carteles que habían sido colocados en el puente de Sitong, en Pekín. Las pancartas criticaban la política draconiana de Covid cero, fuente de reiterados confinamientos de la población a contramano del resto del mundo.
Las autoridades intervinieron al mismo tiempo en las redes sociales, donde circulaban videos y posteos sobre la protesta del puente. Tanto en los carteles como en las redes, las quejan superaban la coyuntura específica del Covid y alcanzaban a la figura del presidente Xi.
Entre las consignas del puente se leían llamados a la destitución del “traidor” Xi. “Queremos votos, no líderes; queremos dignidad, no mentiras; somos ciudadanos, no esclavos”, decía un cartel. “Hagamos huelga en las escuelas y en el trabajo y destituyamos al traidor dictatorial Xi Jinping”, decía otro. Y también: “No queremos pruebas de Covid, queremos comer; no queremos encierros, queremos ser libres”.
En un video se veía humo saliendo de la calzada a la altura de donde colgaban los carteles, destinado a llamar la atención de los conductores y transeúntes. La zona, en el noroeste de Pekín, está cerca de Zhongguancun, el área universitaria.
Las protestas políticas son inusuales en China, y es muy poco habitual que se nombre específicamente a Xi en esas proclamas, donde se usan eufemismos y frases e imágenes soslayadas para intentar evadir la censura.
Los censores del régimen acudieron al llamado y entraron en acción, como lo hizo la policía en el puente, actuando con diligencia y celeridad. En Weibo (el Twitter chino) las búsquedas sobre el “puente de Sitong” no arrojaban resultados, mientras que en pocas horas se evaporaron los hashtags alusivos.
Algunos usuarios dijeron en Twitter que sus cuentas se habían desactivado de forma temporal en otra gran plataforma digital china, WeChat, después de compartir fotos del incidente. Una canción llamada Sitong Bridge fue eliminada de las plataformas musicales.
China tiene la población de usuarios de Internet más grande del mundo, que se conectan para hacer compras o buscar entretenimiento a pesar de que las autoridades revisan con cuidado las conversaciones y persiguen cualquier crítica a Xi y otros líderes del partido.
Frustración
La política de Covid cero, fuertemente auspiciada por Xi, causó fuertes daños económicos, con fuertes confinamientos y alimentó la frustración generalizada en las ciudades chinas, una frustración que tiene ahora su expresión espontánea por estas diversas vías.
Los recuentos diarios de Covid se más que duplicaron en la última semana, a alrededor de 1400 casos, en un país de 1400 millones de habitantes, lo que según los estándares internacionales sigue siendo una cifra pequeña. Pero las autoridades chinas están bajo una enorme presión para garantizar que nada interrumpa el congreso partidario.
Los cierres castigan a los residentes de las regiones menos desarrolladas. La escasez de alimentos y medicamentos ha sido común en esas áreas, lo que llevó a los residentes a acudir a las redes sociales con quejas y súplicas de ayuda. Problemas similares en otras áreas, sobre todo en Shanghai a principios de este año y en el Tíbet hace unas semanas, generaron bronca por el costo humano y económico de las duras medidas.
La desaceleración económica en China llega también justo cuando emergen otros problemas de larga data, como el declive de la burbuja inmobiliaria. “La política Covid cero de Pekín ha desincentivado inversiones muy necesarias y ha fracasado en ganarse el corazón y las mentes de los jóvenes chinos, que son quienes más han sufrido económica y socialmente”, dijo Yu Jie, del programa Asia-Pacífico del grupo de reflexión Chatham House.
Durante el último tiempo, las relaciones con Estados Unidos se deterioraron aún más y la política exterior más agresiva de Xi causó disputas con numerosos países como la India, Australia o Canadá.
“Muchos chinos se preocupan ante un regreso a un periodo de aislamiento” no visto en el país desde su apertura a finales de los 1970, indicó por su parte el sinólogo Jean-Philippe Beja.
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