Euforia, cautela y elogios a Trump: así vive Israel el alto el fuego y la cuenta regresiva por los rehenes
LA NACION recogió los testimonios de la población en las calles de Tel Aviv
10 minutos de lectura'


TEL AVIV.- La cuenta regresiva para el regreso de los rehenes ya comenzó. El alto el fuego entró en vigor ayer , tras 734 días de la guerra más larga y mortal en la historia de Israel, y marcó el inicio de una retirada parcial de las tropas israelíes de la Franja -aunque desde Gaza denunciaban al menos 17 muertes-, según lo previsto en la primera fase de un plan de paz que hace apenas una semana parecía impensable.
El clima que se respira en Israel, después de dos años de horror, es de esos que exudan historia. Un cóctel de emociones intensas atraviesa al país: euforia, entusiasmo, incredulidad, alivio, dudas, incertidumbre y esperanza. Esperanza de que, por fin, para una población extenuada, se abra una nueva página. Y de que se cierre el capítulo más doloroso, traumático y sangriento de la historia de Israel.
“¿Cómo nos sentimos con las noticias? Nos sentimos wow”, dice Valerie, recepcionista de un pequeño hotel de Tel Aviv que no encuentra palabras para describir su estado de ánimo. “Estaba viendo las noticias en mi teléfono, y aunque hoy murió otro soldado y eso me hace llorar, también vi la imagen de nuestras tropas comenzando a retirarse y no sé, fue como ver un sueño, fue como ver algo que jamás nos imaginamos que podía pasar, nunca soñamos un final así, es un final atípico, que superó toda nuestra imaginación de lo que podría haber sido la realidad”, explica, con un brillo en los ojos y una energía en la voz que los israelíes habían perdido el 7 de octubre de 2023.
“Es todo muy wow, aunque el sueño realmente se va a cumplir cuando vuelvan los rehenes”, dice Valerie, encantada.

La otra imagen que hizo noticia fue la de miles de palestinos que recorren en sentido contrario el camino costero a lo largo de la franja para volver a sus casas, o lo que queda de ellas en ese desierto de escombros y muerte del enclave palestino.
Ilan, taxista que maneja mientras mira de reojo las noticias del canal 12 en una pantalla que tiene al costado del volante, aunque habla poco inglés, también transmite entusiasmo: “todo ok, todo ok, los rehenes salen el lunes o el martes”, dice, con una sonrisa que en estos últimos dos años fue difícil de ver en Israel.
Según los acuerdos, el grupo terrorista Hamas -que el 7 de octubre provocó la peor masacre jamás cometida contra judíos desde el Holocausto-, tiene hasta las 12 del lunes para liberar a los 48 rehenes aún en sus manos (20 vivos, entre ellos, tres argentinos, y 28 muertos), mientras que Israel liberará a unos 2000 detenidos palestinos.
El ejército de Israel afirmó que el acuerdo de alto el fuego con Hamas entró en vigor a mediodía del viernes, hora local, y apuntó que sus tropas se estaban retirando a las líneas acordadas.
En tanto, Estados Unidos confirmó el envío de 200 marines a la zona para “supervisar” el cumplimiento de la tregua, mientras que el propio Donald Trump llegará a Israel el lunes para una breve escala antes de continuar rumbo a Egipto. Durante su visita, el presidente estadounidense pronunciará un discurso ante la Knesset, el Parlamento israelí, en el que adelantó que hablará sobre lo que definió como “una nueva página para todo Medio Oriente”.
“Aunque no le dieron a Trump el Nobel de la Paz, para nosotros es como si lo hubiera ganado y, en todo caso, se lo pueden dar el año que viene”, asegura Noa, que luce una mirada radiante.

Con una remera blanca con la figura de Blancanieves, no oculta su felicidad. Está esperando sus valijas en el aeropuerto Ben Gurion junto a su marido y a sus dos hijas de 15 y 12 años, después de vacaciones en Tailandia, pero su excelente humor no es por el viaje, sino por las noticias. “Vivimos dos años horribles, desde el 7 de octubre vivimos una pesadilla, perdimos amigos, no existe ninguna persona en Israel que no haya tenido una pérdida… Y que se haya abierto esta nueva fase nos hace de repente sentir felicidad, algo que nos habíamos olvidado que existía, después del miedo, las sirenas, las bajadas a los refugios, el horror, nuestros soldados caídos”, añade. “Estamos todos felices en Israel, no lo podemos creer y menos mal que Trump se impuso… Pero la verdad es que podremos realmente celebrar cuando veamos con nuestros ojos que los rehenes salen”, advierte.
“Fue todo tan espantoso lo que vivimos estos últimos dos años, que teníamos que irnos de vacaciones para respirar otra cosa, otro ambiente, las chicas antes de esto también sufrieron el Covid… Y la verdad es que, viendo las fotos con las caras de los rehenes al llegar al aeropuerto, uno se siente mal, porque ¿cómo pudimos irnos de vacaciones mientras que ellos estaban en túneles? Hasta que no los veamos de nuevo, no se pueden cerrar las heridas”, describe Noa.
Funcionaria municipal de un suburbio de esta ciudad, donde trabaja con adultos mayores, Noa cuenta con orgullo que participó de las manifestaciones por el fin de la guerra y el regreso de los rehenes que todos los sábados tuvieron lugar en la rebautizada “Plaza de los rehenes” -epicentro de las protestas contra el gobierno de derecha de Netanyahu- y desde la firma del acuerdo de Trump, de los festejos. Y, por supuesto, irá este sábado a la que todos esperan que pueda ser la última gran manifestación. “Pero hasta que no veamos a los rehenes, no lo creeremos”, añade su marido, Dan, ingeniero.
¿Durará la tregua? “Israel es un país acostumbrado a la guerra, no somos un país normal y ahora lo importante es que los 48 rehenes vuelvan a casa, los 20 vivos y los 28 muertos… Después se verá”, contesta, fatalista. “Pero ahora hemos recobrado la esperanza y la esperanza es que en un año nos podamos deshacer en las elecciones de quien nos llevó hasta acá”, añade, aludiendo al primer ministro Benjamin “Bibi” Netanyahu.
Aunque Bibi ahora canta victoria e intenta hacer olvidar su responsabilidad política y estratégica detrás de la carnicería del 7 de octubre -cuando 1200 personas fueron masacradas y más de 250 secuestradas y llevadas a Gaza-, todo el mundo sabe que sin la diplomacia muscular de su amigo Donald, hubiera sido imposible el plan de paz que ahora ha cambiado dramáticamente el humor en Israel, que ve una luz al final del túnel.

“Thank you mister president” puede leerse en una gigantografía de Trump que salta a la vista sobre uno de los modernos rascacielos de esta ciudad. Es Trump y su plan-ultimátum el verdadero ganador -junto a los países mediadores como Qatar, Egipto y Turquía, que presionaron a Hamas- de estos últimos días de trepidación y negociaciones contrarreloj en Sharm el-Sheik, Egipto.
Los colores de la bandera de Estados Unidos ya iluminan la Knesset, el Parlamento unicameral israelí donde Trump será recibido como un héroe, así como las antiguas piedras blancas de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Allí este viernes, antes del inicio del shabat, el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, su hija Ivanka Trump y el yerno del magnate Jared Kushner visitaron el Muro de los Lamentos.
Witkoff dijo a los periodistas que estaba “muy contento” con el alto el fuego recién firmado en Gaza, que ayudó a negociar para el presidente Trump. “Estamos muy contentos de que los rehenes sean liberados el lunes - añadió - habrá paz y se salvarán muchas vidas”.

Daniel, un romano de 34 años que hizo la aliá (inmigración) hace más de una década, casado con una israelí, padre de dos chicos de tres y cinco años, como todos, siente finalmente alivio. “Estos últimos dos años fueron de terror, el 7 de octubre no sólo fue un trauma para el país, sino que también para nosotros fue un trauma a nivel familiar”, admite. “¿Sabés lo que es llevar a tu nene al parque y de repente que suene una sirena y no saber dónde llevarlo para refugiarse? O que suenen las sirenas, sacar a los chicos de la cama y llevarlos al búnker y que cuando salís con ellos a dar una vuelta te pregunten, preocupados, qué hacemos si no hay refugios dónde podamos escondernos?”, pregunta.
“Vivimos momentos muy shockeantes y espero que esta tregua traiga paz y que logre reestablecer los equilibrios de las pequeñas cosas y de las grandes. Y en este sentido pienso en primer lugar en los rehenes y en los familiares de los rehenes, porque lo que vivimos nosotros no es nada en comparación al infierno que vivieron ellos”, suma.
Daniel, que trabaja en una empresa tecnológica de Petah Tikva -que no sufrió grandes impactos por la guerra-, en estos dos años marcados por sirenas y alarmas por una lluvia de misiles provenientes primero del grupo Hezbollah (luego diezmado) desde el Líbano, de los hutíes desde Yemen, después de Irán, durante la guerra de los 12 días de junio pasado, aunque no debió ir al frente, la pasó mal.
“En mi familia en Roma estaban muertos de miedo, me rogaban que volviera, al menos temporariamente, pero nunca lo pensé… Hubiera sentido que abandonaba a un país que me ayudó y me dio mucho”, explica.
En un Israel que parece comenzar a revivir y retiene el aliento, todos están pendientes de la cuenta regresiva. Todos cuentan las horas que faltan para volver a ver los rehenes aún vivos -cuyos rostros están presentes en todos lados, estaciones de trenes, calles, plazas, postes de luz, bancos de parques, bares-, sin importar las incógnitas que vendrán después.
Más allá de la primera fase de retirada del ejército israelí de los 363 kilómetros cuadrados de Gaza, Israel sigue controlando el 53% del territorio. Y nadie sabe cómo funcionarán las siguientes fases de un plan de 20 puntos -que jamás menciona la cuestión de Cisjordania ni la de las colonias judías ilegales-, considerado un camino tortuoso con muchas trampas anidadas en los detalles. ¿Hamas entregará todas sus armas? ¿Quién reconstruirá una franja de Gaza en la que el 90% de los edificios están dañados y las infraestructuras devastadas?
“Ahora está todo ok, los rehenes van a volver así que todo ahora está bien”, dice Amalia, joven de 22 años que vive en Haifa, donde debió interrumpir sus estudios de medicina porque ahora está en el ejército.

Amalia también siente alivio y espera que termine de verdad una guerra que trastocó a Medio Oriente y aisló internacionalmente a Israel como nunca en su historia. Pero, como muchos en este rincón del mundo, no cree en la paz. “¿La paz? Eso es un chiste…”, reacciona, escéptica. “No es posible la paz con los árabes después de lo que pasó el 7 de octubre”, sentencia. Y suma: “árabes y judíos no podemos vivir juntos, los palestinos no quieren que estemos aquí, nos odian, pero este es el único país que los judíos tenemos”.
Otras noticias de Guerra en Medio Oriente
Una selección sin territorio. Palestina le ganó a Qatar, con el fútbol como orgullo y resistencia en medio de la guerra con Israel
"Se considerará la solicitud". Netanyahu le pide al presidente de Israel que lo indulte por sus casos de corrupción
"Son los primeros de la lista". Feroz ataque a un diario italiano: rompieron paredes, destruyeron libros y documentos
1Encontraron muertos a dos argentinos en España y apuntan a un femicidio
2Cuáles fueron las mejores aerolíneas del mundo en 2025, según un ranking internacional
- 3
Kast y Jara se cruzaron por Venezuela: de la “invasión militar” de Trump a un contundente ultimátum
4Australia: Meta empezó a eliminar las cuentas de Instagram y Facebook de menores de 16 años tras una nueva ley




