Kast pone en marcha la transición: reunión con Boric, sus primeros planes y un giro discursivo para moderar las expectativas
El presidente electo buscó bajar tensiones y anticipar las primeras medidas de un gobierno que promete mano firme en seguridad y control del gasto
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SANTIAGO, Chile.- El día después de la elección, mientras Santiago recuperaba su calma habitual, a unos 40 kilómetros de la capital, en la comuna de Buin, José Antonio Kast —presidente electo tras imponerse con el 58,17% de los votos, una ventaja de más de 16 puntos sobre su rival— inició la jornada compartiendo un desayuno con vecinos en una casa colonial, rodeada de un amplio y cuidado jardín. El encuentro fue una de las primeras postales del inicio de la transición tras su triunfo presidencial.
Sentado en una larga mesa en la galería, acompañado por su esposa, María Pía Adriasola, y por el alcalde de Buin, Miguel Araya Lobos, —la comuna donde ejerció su primer cargo público—, el presidente electo dejó un mensaje en línea con el giro discursivo que empezó a ensayar en los últimos días. “Podemos recuperar nuestra patria si cada uno hace lo que le corresponde”, dijo. La frase buscó bajar el tono épico de la campaña y encauzar el mensaje hacia la responsabilidad individual y colectiva, luego de semanas en las que fue cuestionado por generar expectativas muy altas y por prometer cambios que, según sus críticos, serían difíciles de concretar en el corto plazo.

Afuera de la casa, la alegría se expresaba en conversaciones informales. “No podíamos aguantar más la delincuencia”, dijo a LA NACION Marco Antonio, un taxista de 70 años que se acercó a saludarlo. Sin dudar, comparó a Kast con el presidente argentino Javier Milei. “A mí Milei me fascina. Para que la Argentina salga a flote hacía falta un loco”, sostuvo, y recordó el episodio del desplante de Gabriel Boric a Milei durante la asunción de Rodrigo Paz en Bolivia. “Eso no se hace”, remarcó.
“Los viejos como yo ya vivimos el comunismo”, agregó, al explicar su respaldo al nuevo mandatario.
En línea con el tono que buscó imprimir desde primera hora y con la intención de dar una señal clara de continuidad institucional, Kast se dirigió luego al Palacio de La Moneda para reunirse con Boric y avanzar en los primeros gestos formales de la transición.
Tras la reunión, el propio Boric destacó el encuentro en redes sociales. “Tal como acordamos ayer en el tradicional llamado telefónico, recibí en el Palacio de La Moneda al presidente electo, José Antonio Kast, junto a su esposa Pía Adriasola, para tener una reunión de trabajo que dé inicio a un traspaso de mando ordenado y ejemplar”, escribió. Y agregó: “La capacidad de trabajar por el bienestar de Chile es lo que engrandece y hace avanzar a nuestro país”.
Tal como acordamos ayer en el tradicional llamado telefónico, recibí en el Palacio de La Moneda al presidente electo, José Antonio Kast, junto a su esposa Pía Adriasola, para tener una reunión de trabajo que de inicio a un traspaso de mando ordenado y ejemplar.
— Gabriel Boric Font (@GabrielBoric) December 15, 2025
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Tras el encuentro en La Moneda, Kast destacó el tono institucional de la reunión y agradeció la disposición del gobierno saliente. “Esta fue una reunión muy positiva, muy republicana en el buen sentido, en el sentido amplio de la palabra”, afirmó, y subrayó la importancia de la coordinación entre ambas administraciones. “Sirvió para conocer situaciones que van a afectar y pueden requerir una coordinación entre el gobierno saliente y el gobierno entrante”, explicó.
El presidente electo agregó que Boric manifestó “la voluntad de poder colaborar con todo lo posible” a medida que se definan los nombres del próximo gabinete. “A partir de ese momento podrá haber un diálogo formal y fluido para que lo que venga hacia adelante sea para el bien de todo Chile”, recalcó Kast, quien cerró con un agradecimiento explícito al mandatario y a los equipos que participaron del encuentro.
Luego salió a la Plaza de la Constitución junto a su esposa para saludar a una multitud que se había acercado a recibirlo. Entre apretones de manos y muestras de afecto, algunos vecinos le entregaron obsequios, como una camiseta de fútbol, al presidente electo, que se convirtió en el candidato más votado de la historia de Chile. Minutos después, se retiró del lugar en un auto blindado y con vidrios polarizados para dirigirse a Las Condes, donde tenía previsto reunirse con presidentes y secretarios generales de partidos políticos.
La noche electoral
Ese clima de normalidad contrastó con la noche previa. En un país profundamente dividido, la jornada electoral había cerrado con una mezcla de euforia y malestar. Mientras los simpatizantes de Kast celebraban el triunfo con bocinazos y banderas en distintos puntos de Santiago, algunos incluso entonando consignas a favor de Augusto Pinochet, en Plaza Baquedano —epicentro del estallido social de hace seis años— Carabineros dispersó con carros hidrantes a un grupo de manifestantes.
Pese a ese clima de tensión, los principales liderazgos políticos hicieron esfuerzos explícitos por descomprimir la escena. Apenas se conoció la tendencia irreversible a favor de Kast, Jeannette Jara —candidata del Partido Comunista y abanderada de la coalición oficialista Unidad por Chile, que obtuvo el 41,83% de los votos— lo llamó para reconocer oficialmente el resultado y luego ratificó el gesto a través de redes sociales. Poco después, se acercó personalmente al comando del ganador para saludarlo y mantuvieron un breve encuentro.
Desde el propio comando de Jara surgieron señales de autocrítica tras la derrota. Miembros de la cúpula reconocieron fallas estratégicas en la campaña y admitieron que no lograron ofrecer una alternativa que fuera percibida como creíble en temas clave para el electorado, como seguridad y agenda social. “No fuimos capaces de conectar con las preocupaciones que hoy importan más a la ciudadanía”, reconoció uno de los dirigentes, en una reflexión compartida por varios integrantes del equipo.
A ese gesto se sumó el presidente Gabriel Boric, quien cumplió con la tradición chilena de llamar en vivo al mandatario electo. La conversación fue respetuosa y de tono institucional. “Siempre estaré a disposición para colaborar con los destinos de la patria”, expresó el presidente, antes de cerrar con una definición institucional: “La República es más grande que usted o yo”.
Durante el intercambio, Boric aludió también a la “soledad del poder” y a la importancia de compartir aprendizajes para garantizar la continuidad del Estado. Kast agradeció el gesto y respondió que su prioridad será recuperar la paz y la convivencia entre los chilenos. “Me interesaría mucho contar con sus opiniones, con su mirada de lo que es el país”, señaló.
También se pronunció tras el triunfo Franco Parisi, líder del Partido de la Gente (PDG), quien durante la campaña de segunda vuelta había evitado respaldar a alguno de los candidatos y había llamado explícitamente al voto en blanco. Tras conocerse el resultado, le deseó éxito al presidente electo y escribió: “Le deseamos el mayor de los éxitos a José Antonio Kast, nuevo Presidente de Chile 2026-2030. Esperamos por el bien de Chile que mejore la seguridad, salud, educación y empleo”. Agregó que Kast “podrá contar con el apoyo de nosotros para las buenas ideas que sí beneficien a la gente y la gran clase media”.
El propio Kast contribuyó a ese clima con un discurso marcadamente conciliador. Desde el escenario, destacó el rol de la oposición, pidió respeto entre los ciudadanos y reiteró que renunciaba a la militancia del Partido Republicano para convertirse en “el presidente de todos los chilenos”.
Plan de choque
Además de los gestos políticos, el gobierno electo ya alista un plan de choque para los primeros 90 días de mandato, concebido como un “gobierno de emergencia” y orientado a marcar autoridad desde el inicio. Un documento de unas 60 páginas reúne medidas que comenzarán a anunciarse en los próximos días y que incluirán giras de Kast a regiones, con énfasis en seguridad y control migratorio. En su entorno mencionan, por ejemplo, presentar en Colchane iniciativas concretas para frenar la inmigración irregular.
El plan combina proyectos de ley acotados con decisiones administrativas que el Ejecutivo puede implementar sin pasar por el Congreso. En seguridad, prevé un nuevo manejo del sistema carcelario, con separación de reos de alta peligrosidad, aislamiento de líderes del crimen organizado y cambios en Gendarmería, que podría pasar del Ministerio de Justicia al de Seguridad. También se buscará acelerar la Ley de Inteligencia y la de Infraestructura Crítica.
En la frontera, contempla vigilancia con tecnología militar, coordinación entre Fuerzas Armadas, Carabineros e Investigaciones y la creación de un comando conjunto. En migración, se impulsará un proyecto para declarar ilegal no solo el ingreso irregular, sino también el transporte y el empleo de inmigrantes sin papeles.
En el frente económico, el equipo anticipa cambios reglamentarios para destrabar inversiones, una convocatoria al Comité de Ministros para resolver proyectos paralizados —estimados en unos 7000 millones de dólares— y un ajuste fiscal que apunta a recortar cerca de 6000 millones de dólares del gasto público, un punto que genera debate entre economistas por el impacto que podría tener sobre programas sociales. El paquete incluye además acuerdos público-privados para reducir listas de espera en salud, modificaciones a normas de vivienda para ampliar el suelo urbano y auditorías en la administración pública para reforzar el control de la corrupción.
El objetivo, repiten en su entorno, es que “desde el primer día se note un cambio de mano”, con señales visibles de control en seguridad, migración y economía, mientras el presidente electo se prepara para asumir el 11 de marzo.




