La banda liderada por Maynard James Keenan se presentó junto al proyecto de Mike Patton en Paternal; crónica y fotos
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La ciudad pasada por agua. Calles inundadas. Barrios sin luz. Y el inevitable sopor dominguero del último de los feriados. Así y todo, el rock persiste, convoca y despabila. Y también obliga a decidirse: A Perfect Circle y Tomahawk tocan juntos por primera vez en nuestro país, pero se pisan con el combo festivalero que encabeza Queens of the Stone Age (una desinteligencia mayúscula de la curaduría rockera que supimos conseguir). Fue extraño, más allá de los efectos meteorológicos. Es que no siempre se va a ese estadio, el de Malvinas Argentinas, justamente en el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. Pero el público se hizo presente, con sus remeras negras mojadas, y llenó el lugar.
Carajo hizo el show telonero de rigor: un repaso compacto, rápido y furioso; nada de más, nada de sobra. Y luego, sí, la chance de volver a ver sobre un escenario a Mike Patton, que esta vez vino con otro de sus exquisitos proyectos: Tomahawk, una máquina de rock deforme que completan el guitarrista Duane Denison (The Jesus Lizard), el baterista John Stanier (Helmet, Battles) y el bajista Trevor Dunn (Mr. Bungle, Secret Chiefs 3). De encuentros y discos esporádicos, la banda salió de gira con la excusa de mostrar su nuevo material: Oddfellows (editado a principios de este año). Claro que acá, en suelo porteño, el plan fue otro. Así, de entrada, arremeten con "God Hates a Coward" y "Flashback", dos bombas de tiempo de su debut homónimo de 2001. El ex Faith No More no tarda en imponerse con sus gestos picarescos y su locuacidad en castellano.
Todos conocen –o deberían conocer– las capacidades vocales de Patton: pocos cantantes ostentan tantas variantes y desafían tan bien los límites de su registro. Su voz es puro movimiento: de abajo para arriba, y de ahí a una caja de efectos que él manipula como haría un mago con su galera. Una buena prueba de este despliegue lo da "101 North", otro rescate del primer álbum, que se vuelve aún más delirante con su estribillo de cruces rítmicos. Acto seguido, Mike anuncia uno de los temas nuevos de Oddfellows. El comienzo con el machaque de guitarra y la voz tenue no dejan dudas: "Stone Letter". Tomahawk apuesta a la detonación, pero siempre con ases en la manga: estructuras anómalas, cambios inesperados y experimentación sonora. En el medio, despachan dos misiles de Mit Gas (2003): "Birdsong" y "Rape This Day". Les sigue "Capt Midnight", otra maravilla del segundo disco, montada sobre un sampleo enfermizo y un arpegio tenebroso. Después bajan totalmente la intensidad con un lento reciente: "Baby Let’s Play". Para el cierre, no se guardan nada: "Rotgut", "May Day" y "Laredo". Patton despide a sus fieles y lanza una última broma: "¡Papa argentino!".
Se apagan las pantallas de los costados. Se altera la disposición de los instrumentos en el escenario. Y las luces hacen foco en el telón del fondo: una red algo raída en la que, claramente, se destaca un paréntesis que simboliza un círculo imperfecto. Es el turno de A Perfect Circle. Se percibe cierta ansiedad entre el público: no sólo porque es el gran cierre de la noche, sino porque finalmente se podrá ver y escuchar en vivo a Maynard James Keenan, conocido y admirado como el cantante de Tool (culto del metal alternativo que muchos descubrieron cuando no había Internet, a partir de videos animados que no hacían más que incrementar su enigmática apariencia). El otro protagonista es el guitarrista Billy Howerdel. Con ellos, además, están James Iha (el ex Smashing Pumpkins se ocupa de la segunda guitarra y los teclados), Matt McJunkins (un bajista que, hay que decirlo, no desentonaría en My Chemical Romance) y Jeff Friedl (batería).
Se acabaron los chistes: ahora reina la oscuridad y cierta épica. Howerdel se sienta en un antiguo piano de juguete, al frente de todo, y toca el arpegio de "Annihilation", un cover de Crucifix que, a esta altura, el grupo ya hizo propio. Le sigue otra gran reversión: "Imagine" (John Lennon). Maynard, en escena, consuma su faceta mística. Es algo así como la antítesis de Patton: no habla, se mueve poco y toma distancia del centro de atención (se ubica atrás y al costado). Su voz, sin embargo, resuena en todo el estadio, y converge perfectamente con las partes que canta Howerdel. Los fans celebran la llegada de "The Hollow", de su disco debut. Más adelante suenan "3 Libras" y "Rose", también de Mer de Noms (2000). Y dejan una sola deuda pendiente: "Judith". También se toman el trabajo de desempolvar lo mejor de Thirteenth Step (2003): "Weak and Powerless", "The Noose" y "Blue".
A Perfect Circle es una banda de climas y picos. Y sabe sacar provecho de esa dinámica. El piano que martillea da pie a otro momento memorable y a otra gran labor en el arte de la reinterpretación: "People Are People" (Depeche Mode). La atmósfera se vuelve aún más calma y sombría en la segunda mitad: "By and Down". Reavivan la llama con "Counting Bodies Like Sheep to the Rhythm of the War Drums" y "Passive", ambos de su tercer y ultimo trabajo (eMOTIVe, 2004). Y terminan de levantar vuelo al final con "When The Levee Breaks" (clásico del blues que supo popularizar Led Zeppelin) y "The Outsider". La voz de Maynard también se enciende, y evoca así su otro pasado y su otro gran grupo. Todos le piden lo mismo: que vuelva con Tool.
Por Santiago Delucchi
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