Premios Platino: reencuentros, tropiezos y el impactante show de Lali Espósito en Madrid
El regreso a la presencialidad y la apuesta por la cultura iberoamericana marcaron la pauta de la fiesta en la que la actriz y cantante argentina se destacó como conductora y los grandes ganadores fueron el film El buen patrón y la serie El reino
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MADRID. “Esto es ficción”, decía la actriz española Nawja Nimri en la alfombra roja de los Premios Platino. Esa ficción a la que se refería Nimri unas horas antes de llevarse el galardón a mejor actriz de reparto en una serie por su papel en La casa de papel tenía que ver con su look de pasarela, los flashes y las cámaras que la seguían en el recorrido colorado. Pero lo cierto es que después de dos años de pandemia, de barbijos y besos al aire, la novena entrega de la fiesta que celebra a lo mejor de la producción audiovisual de Iberoamérica tuvo algo de fantasía, de cuento de hadas transcurrido al ritmo de la salsa, el tango, los mariachis y alguna sevillana. Esa mezcla que a veces puede resultar forzada y a veces mágica está en el ADN de los premios que anoche destacaron al film español El buen patrón y a la serie argentina El reino como sus grandes ganadoras.
Lo dijo Joaquín Furriel sobre el escenario cuando le tocó recibir la estatuilla a mejor actor de reparto por la serie de escrita por Marcelo Piñeyro y Claudia Piñeiro: de sus abuelos que emigraron de España en busca de un futuro mejor en la Argentina a su hermano que hizo el camino inverso en 2001, los Platino representan el cruce de culturas, la riqueza inmensa de los encuentros a través del arte. “Hoy estoy aquí y mañana me voy para México”, contaba Óscar Jaenada, el actor que aunque cambie de look o de acento para los espectadores de toda la región sigue siendo Luisito Rey, el déspota padre de Luis Miguel en la serie de Netflix. Como él, la mayoría de los nominados e invitados cruza -y une- fronteras literales y de las otras, gracias a los proyectos audiovisuales que se festejaron anoche.
Claro que muchas veces ese encuentro es más fantasía que realidad, más allá de la voluntad de los premios: El buen patrón, la gran ganadora de anoche que se llevó no solo el galardón a mejor película sino también el de mejor actor para Javier Bardem y los de guion y dirección para el realizador Fernando León de Aranoa, se estrenó en la Argentina pero no llegará a las salas de Chile y México, por ejemplo.
Madrid era una fiesta
“Esta chica es increíble”, decía Claudia Piñeiro a un costado del escenario. Con su estatuilla en mano conseguida por la categoría de creadora de El reino, la escritora argentina miraba maravillada a Lali Espósito, pura energía, carisma y simpatía que sobre el escenario se había puesto el traje de estrella pop para interpretar su nueva canción, “Disciplina”. Antes, la cantante y actriz había sorteado con notable éxito el papel de conductora, un trabajo pleno de riesgos y de escasas satisfacciones. Junto al actor y director español Miguel Ángel Muñoz, Espósito cumplió con lo que había prometido el día anterior durante las entrevistas previas al premio: fue natural y una versión, en sus palabras, “lalilizada”, de lo que es una conductora de un evento tan grande como este.
Más allá de sus conductores, el desafío de la ceremonia de entrega desde sus inicios es cumplir con la difícil, casi imposible, tarea, de armar un show que incluya y represente a la mayor cantidad de países sin convertirse en un muestrario turístico y superficial. Y anoche, con las mejores voluntades, la misión no siempre se cumplió. Al menos no al nivel del reparto de premios que sí logró ser diverso y amplio, especialmente en los rubros actorales en los que además de Furriel y Bardem también ganaron los excepcionales Blanca Portillo (Maixabel) y Alfredo Castro (Karnawal), el intérprete chileno que en la alfombra roja fue uno de los más solicitados y populares. “En Chile es Dios”, resumía con justicia un periodista de Ecuador a su camarógrafo menos conocedor de los artistas iberoamericanos.
Desde un escenario que reproducía en pantallas gigantes una plaza de pueblo que pretendía ser como cualquiera que puede encontrarse en los países celebrados pero que estaba más cerca del exotismo al estilo de Encanto, la película de animación de Disney, los intentos de homenajear a las víctimas de la guerra en Ucrania se tropezaron con problemas técnicos y de concepto y los pasajes de humor no siempre dieron en la tecla. Una broma jugada desde el escenario con Guillermo Francella y una supuesta fanática que resumió su carrera con admiración e intención de seducir al actor argentino no arrancó demasiadas risas en la platea y probablemente tampoco haya funcionado del todo del otro lado de la pantalla.
Lo cierto es que durante toda la ceremonia en la que muchos de los ganadores españoles le rindieron homenaje al actor Juan Diego, fallecido el jueves pasado, la emoción marcó la pauta. Los reencuentros con los colegas después de más de dos años de pandemia y la posibilidad de festejar la cultura que acompañó a todos, protagonistas y espectadores, durante el duro periodo de crisis sanitaria global, hicieron de la novena entrega de los premios Platino una fiesta que invitó al optimismo, a pensar que lo peor ya quedó atrás y que, como dice “La vida es un carnaval”, la canción de Celia Cruz con la que se cerró la ceremonia, “todo aquel que piense que la vida es desigual, tiene que saber que no es así, que la vida es una hermosura, hay que vivirla”.
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