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De entrada, las dos primeras canciones transmiten la fuerza de las leyendas vivas. “Te traigo aquí, bien detallá/La historia gris de SFDK”, entona con acento andaluz Shabu One Shant, invitado en “Años muertos”, donde Zatu cuenta las aventuras y desventuras de una vida junto a Acción Sánchez, su socio. En “Los funkcionarios”, la segunda, clava una clásica letra de “vacileo” con un reclamo justo (“No trates a la mujer de tonta, atontao’”). Pasaron sólo dos tracks y ahí están, condensadas, las dos partes de SFDK. Es como si lo mejor de Siempre fuertes 2 (2009) –la emocionalidad de “La de los niños” y la corporalidad de “Vívelo” (donde ya participaba Shabu)– durara todo Redención, que bien podría llamarse 40: la edad de Zatu y el número que aparece garabateado en la tapa, con un trazo que recuerda a Keith Haring. Acción Sánchez orquesta un montón de música tocada tracción a sangre, lo que emparenta este disco con El círculo de Kase.O. La diferencia es que donde Kase se deja llevar, Zatu prefiere rapear en una baldosa. Pero sus observaciones del mundo bordan el mejor disco de SFDK. Estas son letras que sólo puede escribir alguien que ha vivido, como “Me queo en mi casa”, donde habla del cáncer (“Conozco el rostro de esta enfermedad, porque vivió en mi casa”), o “Contradicciones”. Y mientras el disco va pasando por diferentes géneros –rock, funk metal, bulerías, mucho reggae y... ¿doo wop?–, Zatu narra esta historia gris a todo color.
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