
Dolores Ocampo, ese tipo de actriz que hace todo bien
Formada con Boero, Alezzo y Gené, brilla en cada trabajo que encara y ahora es una de las integrantes del grupo Los Amados
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Primera escena. La niña sube al escenario del teatro Regina. Le da el ramito de flores a Eduardo Solá y a Guillermo Gil una vez terminada la función y ellos la suman al saludo final, ante una sala repleta, como si hubiese sido parte del espectáculo. "Quiero estar siempre acá", le dijo Dolores Ocampo a su mamá. El director de una escuela de teatro escuchó este pedido y la invitó a sus clases. Tenía 8 años.
Segunda escena. La mujer baja del escenario montado al aire libre. Hace frío y es una tarde de domingo. En la fiesta de los Premios Hugo en la Calle Corrientes, con el Obelisco como telón de fondo, acaba de hacer delirar a dos cuadras repletas de personas de pie con un reaggeton. "Por un momento, me sentí Madonna. Cuando terminó mi número temblaba de felicidad".
Versátil y encantadora. Dolores Ocampo le imprime a cada papel su esencia y una dosis altísima de originalidad. Para robustecer este argumento sólo basta con repasar sus últimos personajes, aquellos en los que se la pudo ver este año que pasó. Es Soberbia Hidalgo, la diva que seduce con sus movimientos y su voz, en el espectáculo de Los Amados. Es también la mamá del aviso de gaseosa que irrumpe de modo intermitente en las pantallas, aquel donde una pareja intenta explicarle a su hija que es adoptada. Fue la dulce y piadosa Varia, en la versión de Helena Tritek de El jardín de los cerezos, en el San Martín. También tuvo una participación en Guapas, donde interpretó a una mujer que se recuperaba de su adicción.
Dolores estudió Diseño de imagen y sonido y continuó con una exhaustiva formación teatral. Primero, Andamio 90, el templo de Alejandra Boero; luego, la escuela de Agustín Alezzo, y, finalmente, Juan Carlos Gené: "Vaya a trabajar, ya está. Ahora va a aprender en el escenario", le dijo este último maestro. Y Dolores le hizo caso. Alicia Zanca la convocó al poco tiempo para Romeo y Julieta, con Laura Novoa y Pablo Rago, donde interpretó a la nodriza. "No tenía que salir a volantear antes de la función. No lo podía creer. Igual, siempre trabajé en cooperativa y me gusta mucho hacerlo".
De su paso por Andamio 90 y de esa generación tan talentosa en la que estaban en las aulas Claudio Tolcachir, Sergio Surraco y Claudio Quinteros, entre tantos otros, Dolores volvió a reunirse con quien había sido su compañero, Luciano Cáceres, para un proyecto en común, Sex, según Mae West, acompañada en escena por Ideth Enright y Cecilia Rainero: "Esta obra fue una bisagra en mi forma de actuar y de comprometerme. Llegué a límites que jamás pensé que podría lograr, incluso al punto de descomponerme. Sentía que daba todo. Empecé a encontrar ese lugar que no conocía". Con otro compañero, Sergio Surraco, se reuniría luego en La Celestina, atormentados por una casamentera interpretada por Elena Tasisto. Y de un clásico, al público juvenil, fue parte de Rincón de luz, donde la heroína era Soledad Pastorutti, con un personaje que ingresó por cuatro capítulos y terminó quedándose todo el año.
Dolores señala otro momento bisagra en su carrera. Fue parte de Mujeres en el baño, con Mariela Asensio. "Era maravilloso trabajar con una amiga. Hasta los cinco meses de embarazo estuve meneando, subiéndome al inodoro? Hasta que la panza no dio más. Ahí bajamos y me quedé en casa, encerrada, aburridísima. Era la época de la gripe A y no salía ni a la calle. No hay mal que por bien no venga y así canalicé esas horas en Como pez frente al anzuelo, una excusa para cantar". Hernán Crespo fue el director musical y Julieta Petruchi dirigió este espectáculo que Dolores ensayó con su bebita en brazos.
Hoy su hija Vera tiene 5 años, la misma edad que la nena del aviso que protagoniza. En ese almuerzo familiar, esa escena que dura menos que un minuto, no es sólo la respuesta de la pequeña la que conmueve ("aunque ustedes les gusten las berenjenas y a mí no, son las cosas las que sentimos las que importan, ¿no? Por eso soy yo la que los adopta a ustedes"), sino la reacción del personaje de Dolores, un aporte suyo al guión. El remate es un "bueno" imposible de reproducir de modo gráfico que acompaña con un trago apurado. "Así le digo muchas veces a Vera, lo uso cuando hablo con ella seriamente".
Amada Dolores
Desde hace varias temporadas trabaja con Alejandro Viola, más conocido como el Chino del genial conjunto kitsch que son Los Amados. "Ojalá te elijan a vos", le dijo en una audición de Los locos Addams al actor. No solo él, sino que ella también fue seleccionada para la producción internacional y juntos debieron interpretar a un matrimonio muy particular. Por este trabajo ella se llevó el Hugo a la mejor actriz de reparto. Luego coincidieron en El jardín de los cerezos, como dos criaturas torturadas por un amor imposible, cercanos físicamente, pero separados por un abismo. "Hay mucha química cuando trabajo con él, por eso, me llamó para Los Amados. En un principio iba a ser una diva paraguaya, pero luego escuchó mi acento mexicano y quedó". Después de la función de Los Amados, sin la peluca de ajíes y en vestido, el público que aún permanece en la puerta, no la reconoce.
Además de dictar clases de teatro, Dolores escribe. Prepara para este año Siniestra, una obra de danza teatro, con puesta de Carlos Trunsky, y El mejor lugar, con la que regresará a la dirección. Artista completa sorprende con cada trabajo y el público, de todas las edades, la adora: "Estudié mucho, pero desde que me convertí en mamá estoy en eje. Soy mejor persona, en todos los aspectos desde que nació mi hija".
Mundo Amado
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