Fue Reina Panamericana de la Belleza, arrasó en las pasarelas y su carrera dio un giro que enamoró a los argentinos: “Embrujadores ojos verdes”
Es profesora de piano, pintora y actriz consagrada; pero todo empezó en un certamen hace más de 40 años, en Cali; la ocurrencia de su padre y las fotos de aquellos años dorados
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“Estoy emocionada por la simpatía que me han brindado los caleños y con las deferencias que me han prodigado los periodistas y fotógrafos”, publicaban los diarios de Cali, Colombia, aquel viernes 30 de diciembre de 1977. Quien hablaba era la, por entonces, modelo argentina Silvia Kutika Aroez, que se había coronado Reina Panamericana de la Belleza.

El periodista Ángel Romero la describía en su crónica para el diario El Tiempo: “Desde un principio, la belleza clásica y serena de esta esbelta universitaria de 21 años cultivó a todos. Profesora de piano, de embrujadores ojos verdes y piel canela, cosechó grandes aplausos a donde quiera que se presentó”.
Además destacaba que era estudiante de Ciencias Naturales y venía de consagrarse como Primera princesa en el certamen Miss Siete Días 1977. Desde que arribó a Cali fue considerada por el público y los periodistas como quien tenía todos los números para ser la ganadora entre las once participantes. Así lo reflejaban los medios: “Las encuestas la favorecieron desde que llegó. La impresión general era de unanimidad en favor de la señorita Kutika Aroez”. Eran tantos los elogios que los expertos se atrevieron a ir por más: “Si no hubiera llegado la representante argentina el reinado hubiese sido declarado desierto”, aseguraron.

Para esa oportunidad, el jurado estuvo integrado por Carola Zulema de Juri (esposa del cantante Leonardo Favio), Álvaro Salvadores (cónsul de Chile en Cartagena), Abelardo Raydl (periodista Venezolano) y Hanss Voss (gerente financiero de la división minera de Dallas).
Kutika fue acompañada por la norteamericana Lyn Boyis como Vi-Reina y por la colombiana Aracely Morales como Primera Princesa. Otras de las candidatas fueron la venezolana Derby Orieta Sanabria (premiada por su puntualidad), la mexicana Patricia Ledesma y la ecuatoriana Claudia Garnier Arias. Silvia presumió el título por seis años ya que no se realizó nuevamente el certamen hasta 1983.

La corona la entregó la antecesora de Silvia, la colombiana Patricia Naranjo, y las aspirantes disfrutaron de una madrugada a pura salsa en el Club Camestre con baile de disfraces incluido y la presencia de la reina colombiana de la belleza, Shirley Sáenz.

Para fines de 1981, Silvia ya había sido tapa de varias revistas, pero también incursionó en la actuación con sus dos primeras películas: Sentimental, de Sergio Renán; y Los Viernes de la Eternidad, de Héctor Olivera. Así, poco a poco fue dejando de lado las pasarelas para darle lugar a la actriz que llevaba dentro.

Su llegada “de rebote” a la fama
Pero, ¿cómo fue que llegó a postularse para el concurso Miss Siete Días, en definitiva, el espaldarazo para su extensa y prestigiosa carrera como artista consagrada? Hija de húngaros, idioma que hablaba en su niñez, a Silvia -que fue criada en Wilde y Quilmes- no le quedó otra opción durante unas vacaciones en Mar del Plata. Es que Víctor, su padre, conocedor de la belleza de su hija y al tanto del promocionado certamen de la revista, buscó a los reporteros gráficos que recorrían las playas en busca de candidatas para que la fotografiaran y así poder postularse para la elección.

Ese comienzo le resultó útil para tener un respaldo económico e iniciar un camino que derivó en el plano artístico, porque no se llevaba tan bien con eso de estar pendiente y cuidar la imagen en exceso. Sin embargo, nunca renegó de esos primeros pasos, ya que le abrió la puerta para que la conocieran a través de las tapas de las revistas y luego la convocaran para hacer televisión nada menos que formando parte del elenco que encabezaba Juan Carlos Calabró en su clásico Calabromas de los 80. Quizás, uno de sus papeles más destacados, fue de la mano de Juan José Campanella en Luna de Avellaneda, donde se ponía en la piel de esposa -cansada de la rutina- de Ricardo Darín -un nostálgico de un tiempo de oro para los clubes de barrio-.

En lo que hace a su vida privada, desde hace casi treinta años está en pareja con otro grande de la escena, Luis Luque. Su colega, Alejandra Darín, actuó de Celestina allá por mediados de los 90. Silvia reparte su amor con Santiago, su hijo, a quien Pipo, como se lo conoce popularmente a Luis, también ayudó a criar desde muy pequeño. Pero desde hace dos años apareció otro gran actor en su vida que ocupa el centro del escenario, Faustino, su nietito amado.
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