Andrés Calamaro y la canción como trinchera para enfrentar el desamor
Existen, al menos, dos cosas a las que no piensa renunciar Andrés Calamaro : a la rima como modus vivendi y a la canción como trinchera para enfrentar el desamor. Así ha construido gran parte de su obra y así construyó su flamante nuevo álbum: Cargar la suerte. Su primer disco con material íntegramente propio en cinco años es tanto una revalidación de sus marcas de estilo como un rescate de su joie de vivre rockera. Después de su etapa crooner que tuvo su registro en Romaphonic Sessions y un nuevo rescate de material de archivo en Volumen 11, el Salmón grabó con banda, con guitarras al frente, vientos ocasionales y un pulso que remite a Bohemio (2013) y a Alta suciedad (1997).
Contar cuatro y arrancar. El recurso, que se repite varias veces a lo largo del disco, da comienzo a "Verdades afiladas". El track inicial determina gran parte del estado de ánimo que vendrá, con letras y guitarras filosas. Mientras A. C. se promete olvidar a un amor trunco, aunque con esperanzas de regreso ("Que se apague el fuego que tengo dentro del pecho/ O que vuelvas para serle infiel conmigo"), los yeites de la steel guitar de Rich Hinman se mueven igual de zigzagueantes que los sentimientos del cantante. Acto seguido, "Tránsito lento" y "Cuarteles de invierno" refuerzan el carácter bluesero. El primero, ensanchando la banda con teclas y bronces; el segundo, con un sonido áspero y una pregunta actual: "¿Qué Argentina voy a encontrar? No lo sé... saco pecho y voy al encuentro de mi destino".

Si bien en ese trinomio inicial resulta evidente el regreso al sonido de Alta suciedad, allí donde antes había baladas pop ("Flaca") hay guiños al folclore y a lo que el propio músico llama "falsas rancheras". Entre arpegios de guitarra y una instrumentación despojada, "Diego armando canciones" baja los decibeles y encuentra belleza en la rutina matinal: "A la mañana temprano me acompaña el mate amargo". Pero la banda vuelve a apretar los dientes -y Calamaro, las aliteraciones- en "Las rimas", con un título más que explicativo y versos que rezan: "No te pesan las pajas, te pesan los años/ Y los reflejos del espejo son extraños". Un poco más agresivo y casi como payador moderno, retomará la verba punzante y obsesiva en "Falso LV", donde se queja de los que "vienen con camisetas de Ramones y peluquería" y vuelve a mirar el panorama actual cuando dice que está "esperando la devaluación de mayo". De fondo,un beat contagioso y monótono recuerda al de "Alta suciedad" (el tema).

Aunque los pianos aquí no son protagonistas, son los que llevan la chanson "Mi ranchera", en la que la voz agrietada cambia sutilmente de planos, y "Voy a volver", tema que cierra el disco casi como una confirmación de que hay Salmón para rato: "Si no me voy, no sé volver". De un tiempo a esta parte todo nuevo lanzamiento suyo se vive como un regreso, aunque su obra parece ser una cinta de Moebius que se agranda con cada disco. Porque así también funciona el corazón según Calamaro, quien en una distancia de cinco canciones nos revela que principio y fin son más circulares que lineales. "No hay camino que no empiece con un beso" ("Las rimas"), pero también que "No es lo mismo despedirse con un beso" ("Verdades afiladas").
1Pablo Rago creó sus propios Martín Fierro y elogió a figuras inesperadas: cómo fue su versión de los premios
2Winona Ryder: la historia de amor con Scott Mackinlay Hahn que intentó mantener en secreto y lo que siente cuando mira para atrás
3Navidad: de los looks de Kim Kardashian y Sofía Vergara a la felicidad de Mariah Carey, los famosos se preparan para celebrar
- 4
Ca7riel & Paco Amoroso y Miranda! dijeron que no: el detrás de escena de un negocio implacable




