El Stud Free Pub, un lugar emblemático del under de los 80, tiene su documental
“Fue la segunda cueva”, dice el productor Damián Originario sobre Stud Free Pub, el local de Avenida Libertador 5665 en el que -de manera similar a lo que sucedió en el mítico reducto de los 60- se gestó el renacimiento post dictadura del rock argentino entre 1982 y 1985. Soda Stereo, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Sumo, Fricción y muchísimos otros grupos de la época pasaron por aquel boliche con capacidad para 100 personas (que luego se amplió a 400) y que -décadas después- mereció documental propio: Stud Free Pub: una buena historia se podrá ver en forma gratuita este jueves a las 22 en www.comunidadcinefila.org.
Lo que le disparó la idea a Originario fue el célebre cassette pirata de Los Redondos en el Stud, aquel que reflejaba una serie de presentaciones del grupo del Indio Solari y Skay Beilinson donde sonaban temas inéditos como “Mi madre alemana” o “Roxana Porchelana”. También un encuentro postergado que finalmente se concretó: “Los tres dueños [Claudio Izsak, Carlos Del Río y Raúl Romeo] no se veían desde el cierre, y hace cinco o seis años se reencontraron y yo lo pude ver. Y me despertó algo. Para mucha gente esto es exagerado pero para mí sin estos tres tipos el rock hubiera sido otra cosa”, dice el productor.
El primer paso fue abrir una página de Facebook para reunir recuerdos. Así llegó al proyecto Ariel “Topo” Raiman, baterista de Los Pericos y director de la película. “Mandé fotos de cuando yo toqué en Stud [con Camouflage, una protoversión de Los Pericos junto a Juanchi Baleirón, Hernán Gravelloni, Dani Berceruelo y Leo Satragno] y empezamos a charlar. Soy documentalista, así que cuando Damián me preguntó qué podía aportar, le dije ‘yo aportaría un documental’”, dice el realizador.
La siguiente instancia fue repasar el archivo. “Hoy estamos acostumbrados a filmarnos hasta cuando vamos al baño pero en ese momento no había tecnología que se banque eso. De golpe uno tenía una cámara de video y se filmaba algún que otro show. El tema es que después había que encontrar a esas personas y que esos cassettes siguieran existiendo”, dice el Topo. Un “santo grial” de esta búsqueda fue el concierto de Fricción en el 85 con Gustavo Cerati (junto a Richard Coleman, Christian Basso y Fernando Samalea) en la formación. “Yo conocía al dueño de la cámara que filmó ese show, y en su momento yo lo había visto, pero cuando surgió la idea del documental dije ‘vamos a ver qué onda’. Esos cassettes se fueron pasando de mano en mano, y Christian los recuperó de Samalea e hizo un trabajo tremendo para sacarle hongos y me encontré con el material digitalizado”, cuenta Raiman.
Gran parte de la magia del Stud Free Pub radicaba en darle techo a ese clima de efervescencia de la primavera alfonsinista en el que todo el mundo quería chequear de primera mano qué estaba pasando. “Uno de los secretos que tenía el Stud era que los músicos venían a ver a los músicos nuevos. Einstein y Zero [dos bares regenteados por Omar Chabán] fueron los primeros lugares del rock en los 80 y después estuvimos nosotros, algo intermedio entre un pub chico y un Obras”, dice Claudio Izsak, uno de los ex propietarios. Así, la joven guardia del rock de los 80 compartía mesa con históricos como Charly García o Luis Alberto Spinetta, y en ese entorno se daban escenas que, vistas en perspectiva, parecen imposibles: “Un día estaban haciendo una prueba los Redondos y yo estaba sentado con mi socio, el cocinero y una camarera. El Indio dijo ‘vamos a tocar un tema nuevo, es la primera vez que lo vamos a tocar’, y mandaron ‘Preso en mi ciudad’. Éramos tres personas viendo eso y después lo tocaban para 300 mil personas”, cuenta Izsak.
Gracias al buen recuerdo colectivo de todos los que pasaron por el Stud, la enorme mayoría de los convocados dieron el sí: aparecen en pantalla (y proveyeron material) Zeta Bosio, Tito Fargo, Willy Crook, Roberto Pettinato, Ricardo Mollo y un largo etcétera. Y también la figurita difícil: “El Indio habló para la película. Fue difícil conseguirlo pero él tenía mucho aprecio por el Stud y por esos primeros shows de ellos. Entonces tuvo ganas de participar. Él se autofilmó y me lo dio todo con sonido perfecto, buena calidad. Es genial su aporte”, cuenta Raiman.
Stud Free Pub: una buena historia es, en definitiva, un testimonio de una época, no sólo en lo estrictamente musical, sino también en relación a una forma de vida que -vista con la mirada del siglo XXI- resulta fascinante. “Antes se vivía de otra manera, y yo quería contar cómo era esa otra manera. Un mundo sin Internet, cosa que ahora parece rarísimo, pero que no hubiera Internet hacía que las cosas fueran bastante interesantes para mí. Eso quería reflejar: lo que era salir, encontrarse con alguien, el peligro de salir a los bares pero también de lo copado de ver recitales, la clase de recitales que había en esa época. Y de paso, para los que lo vimos, recordarlo”, explica el director.
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