Paulo Londra: la furia y la épica se convierten en simples intenciones en su muy postergado nuevo disco
Back To The Game, el segundo trabajo del artista cordobés, tiene un impresionante seleccionado de invitados, pero no la fuerza para generar impacto
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Artista: Paulo Londra. Álbum: Back To The Game. Lista de temas: “Chango”, “Plan A”, “Party en el barrio” (con Duki), “Luces”, “Por deporte”, “Noche de novela” (con Ed Sheeran), “Nublado” (con Travis Barker), ”A veces” (con Feid), “Cansado” (con Joaqo), “Tenso”, “Ella”, “Julieta”, “Ojalá”, “Necio” (con Lit Killah), “Chance”, “Toc Toc” (con Timbaland). Nuestra opinión: regular.
Pocas cosas mejores para un artista popular que tener a la época de su lado. Y Paulo Londra la tuvo. Fue causa nacional en redes sociales con el hashtag #FreePaulo, en un pedido masivo para que Big Ligas, su antiguo sello, lo liberara para sacar nueva música. Desde ahí en adelante, el regreso de Paulo Londra fue la gran cosa. Las grandes ciudades de la Argentina se vieron empapeladas con la cabeza de un león anunciando el retorno de quien dos años antes había sido el artista más escuchado del país.
Pero vayamos a la tapa de Back To The Game, el segundo disco de Paulo Londra. Todo en blanco y negro. El león, con una cicatriz en la cara, aparece a la izquierda de Londra y recién salido de una jaula. Como si el cantante cordobés lo hubiese liberado y dejado listo para atacar. El ojo de quien mira la tapa, de hecho, se va hacia el animal que ocupa el centro de la imagen. Ahí se condensa la narrativa y el foco. El músico queda relegado al rol de complementario, ingrávido ante el porte del rey de la selva.
Musicalmente, sucede algo similar. La epopeya del regreso no termina de hacerse carne en Londra a lo largo de los 16 temas del disco, que cuenta con invitados, eso sí, de renombre internacional: Ed Sheeran (”Noche de novela”), el productor Timbaland (”Toc Toc”) y el baterista de Blink 182 Travis Barker (”Nublado”) como los más relevantes.
“Plan A” había sido el tema con el que Londra decidió romper el silencio y de algún modo presagiaba que iría por una nueva búsqueda sonora. Una suerte de rock preseteado y de aristas ablandadas alla High School Musical sobre una historia de (des)amor. Un narrador que se siente destratado, que quiere ser el plan A de su amada, pero termina siendo apenas el tercero. Otros sonidos, mismas historias. Si antes se paraba sobre bases de reggaetón, también lo suficientemente licuadas en letra y sonido como para pasar todos los filtros de radios ATP, ahora le aplicaba el mismo proceso al rock-pop.
El comienzo con “Chango” retoma la figura del león a la que Londra utiliza como metáfora de sí mismo. “Andaba contento / Pero lo llevaron para el cemento / A pesar de que vivía sufriendo, y ahora se ha vuelto violento”, rapea sobre una base liderada por bronces que intentan darle al asunto sus aires de epopeya y fanfarria. Pero la voz de Londra está lejos de asustar, de mostrar esa violencia. Las rimas no coinciden con el beat, fuerza acentuaciones para que entre en la métrica (llega a decir “hambré” en lugar de “hambre”) y todo en suma suena como un león con la pisada de una gaviota.
El primer feat del disco llega con Duki en “Party en el barrio”, una colaboración que tenía su precedente poco conocido en “Astral” y que se veía en esta oportunidad como el junte más taquillero de la música urbana argentina. Allí también, en una letra que hace foco en el pasado como freestylers de ambos hasta el estrellato actual, quien se lleva la épica con su rapeo agresivo es Duki y conecta las mejores rimas. Recién en “Luces”, el tema siguiente, con el beat bien clubber Londra suelta su mejor flow, sin correrse del tempo y aunado al mood que le propone el tema.
El binomio “Noche de novela” y “Nublado” trae las colaboraciones de Ed Sheeran y Travis Barker respectivamente. El primero propone un ida y vuelta verso a verso entre el argentino y el inglés,y el segundo retoma el sonido punk-pop que remite a Blink 182 y también a Big Time Rush, la banda de rock de Nickelodeon. Desde allí y hacia la segunda mitad del disco, la temática amorosa (yo la amo y ella ya no) se instala como tópico central, mientras Londra se pasea por distintos ritmos (aires de trap en “Cansado”, aires de cumbia en “Tenso”, de reggaetón para retomar el drama shakespereano una vez más en “Julieta”, como en su disco anterior).
Paulo Londra siempre fue un cultor del perfil bajo, ahí cuando la imaginaria de la música que hace presupone ego bien alto y personalidad avasallante. En “Forever alone” (2019), supo cantar: “Voy a contarles, contarles, contarles / Que no soy nadie tan interesante / Y por si quedan dudas cómo soy en serio / Aprovecho el ratito para confesarles que soy / Chico tranquilo, sin nada para opinar”. Pero desde entonces pasó mucho y, aunque no lo haya deseado, su vida (pública y privada) se volvió eje de cruces y cruzadas. Él intentó abrazar todo eso desde la narrativa del regreso, pero ese enojo y sed de revancha no se reflejan en la naturaleza de su personalidad artística. Las rimas no golpean, el flow no arrincona y los colmillos no afloran. Como en la tapa de su disco, a Paulo Londra la épica le pasa por el costado.
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