Rock en Baradero: la santa semana de la escena argentina y la buena salud de la que gozan los clásicos
Camaradería debajo del escenario, momentos compartidos en escena y un público agradecido por la solidez de los shows
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BARADERO.-Con quince años de trayectoria, Eruca Sativa es la banda más joven de la grilla fuerte del segundo día de Rock en Baradero. Si hacemos una lectura de la programación de las cinco de la tarde en adelante, en la segunda y última jornada el festival estuvo marcado por propuestas que tienen al menos veinte años de experiencia, varios cambios en sus formaciones e incluso unas cuantas “resurrecciones”, como se encarga de describir el “milagro” de su vida Toti Iglesias, el líder carismático y muy parlanchín de Jóvenes Pordioseros.
Su banda, pero también Juanse, Pier, Nonpalidece, Cielo Razzo, La Vela Puerca, Catupecu Machu, Las Pelotas, Estelares y Rata Blanca, han alimentado cuanto festival de rock hubo en este país desde las primeras ediciones de Cosquín Rock, pasando a los Pepsi Music, Personal Fest y Quilmes Rock porteños y extendiéndose a propuestas en el interior que no llegaron a tener más de un puñado de ediciones, como las plazas de San Pedro y Villa Gesell. Cada una con su convocatoria y con su historia demostró que transita un buen presente sobre el escenario. Esto tiene bastante que ver con la pandemia, claro está, con los días sombríos donde todos pensábamos que el mundo como lo conocíamos ya no existía más y con esos aires renovadores que se experimentaron ni bien los shows y los festivales volvieron a realizarse. Pero también tiene que ver con otro factor. Hoy el rock no es la música dominante, la que marca el ritmo de lo que se escucha a diario en la calle, en las radios, en las plataformas.
Aun cuando desea recuperar el trono perdido, hoy el rock, al menos el local, aprovecha haberse sacado esa mochila que actualmente carga sobre sus espaldas toda la escena conocida como urbana. Disfruta de ver, como ocurrió aquí en Baradero, a un público más grande y bien conocedor de la obra de sus bandas; disfruta de compartir sus “rituales” con familias enteras y disfruta de estar vivo.
En zona de camarines, tres viejos amigos se reencuentran y demuestran que por más que haya corrido mucha agua bajo el puente siguen siendo eso: amigos. Se trata de Juanse, Pablo Memi y Roy Quiroga, tres de los cuatro Ratones Paranoicos. Los primeros dos tocan juntos en la banda solista del cantante y guitarrista y Roy ahora “ejerce” la batería en Pier, una banda que tiene tanto de paranoica como de ricotera.
En esa misma “zona mixta” los líderes de La Vela Puerca charlan con Lula Bertoldi, de Eruca Sativa y su marido, Nico Sorín, fan confeso de la banda uruguaya. Minutos antes, en escena, Lula y sus compañeros de banda, Brenda Martin y Gabriel Pedernera, se sumaron a la faena de Catupecu Machu para seguir con la clásica costumbre de Fernando Ruiz Díaz y los suyos de producir momentos únicos, encuentros explosivos, de esos que la gente recuerda y magnifica con los años.
Los celos, si los hay, están bien guardados y los egos ya no atentan como antes contra los posibilidades de compartir y tirar todos para el mismo lado. La “feat. generation” parece haber dejado una enseñanza y eso se palpa en el aire en este festival donde todo está cerca: la distancia entre escenarios y entre camarines.
Sobre el escenario, La Vela Puerca y Las Pelotas (que comienza a celebrar sus 35 años de carrera) alimentan sus clásicos con pasión, como reescribiéndolos en directo; Estelares, que gira alrededor de ese gran poeta del rock que es Manuel Moretti, demuestra que antes de ser hits radiales sus grandes canciones son precisamente eso: historias gloriosas contadas y resueltas en tres minutos y fracción. Catupecu, que cambió su piel hace solo un año y que ahora forma con dos baterías, con el retorno de Abril Sosa y la permanencia del baterista y del bajista de Vanthra (Julián Gondell y Charlie Noguera), cuenta con un extenso repertorio para moldear a su antojo.
Las bandas y proyectos nuevos existen y es saludable que se crucen con los ya consagrados, pero también es interesante ver cómo grupos que tuvieron diversos altibajos y traspiés en su trayectoria hoy están “enteros” y dispuestos a entregar buenas performances.
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