Tras Turandot, qué grandes nombres se presentarán en la temporada del Colón
Parecía que la difícil situación económica del país influirían negativamente en la temporada 2019 del Teatro Colón , pero esa presunción inicial no se cumplió. Una programación que incluye a Zubin Mehta, Martha Argerich , Simon Rattle, John Elliot Gardiner, Anne-Sophie Mutter, Thomas Hampson y Hélène Grimaud da la impresión de haber sido inmune a las depreciaciones. En cambio, más austeras, en términos de aventura artística, resultan las temporadas lírica y la de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, un poco en línea con la idea de no alejarse demasiado del corazón del repertorio. Hay además una ausencia llamativa: la del Festival Barenboim,que este año no se realizará en el Colón sino en el CCK, desde el 23 de julio.
En el caso de la ópera, serán en total ocho títulos, que ascienden a doce si se suman los tres de la Ópera de Cámara y, uno de los highlights, El baile, la pieza del argentino Oscar Strasnoy que se verá en versión de concierto en el abono de la Filarmónica de Buenos Aires con las ilustraciones que Hermenegildo Sábat imaginó para una puesta en París. Bien en sintonía con el apego a la tradición, la temporada lírica empezó, a mediados de marzo, con Rigoletto, de Verdi, con dirección musical de Maurizio Benini, y Fabián Veloz, Pavel Valuzhin, Ekaterina Siurina, Goderdzi Janelidze y Guadalupe Barrientos , en los papeles principales. Le siguió, en mayo, el estreno local de Un tranvía llamado Deseo, la obra de André Previnsobre la pieza más emblemática de Tennessee Williams, con dirección musical de David Brophy y Daniela Tabernig en el papel de Blanche Dubois.
Julio será de Turandot, de Puccini, con la reposición de la puesta de Roberto Oswald, que comienza sus funciones esta noche. Ese mismo mes subirá Ariadna en Naxos, de Richard Strauss, que marcará además el regreso del director Alejo Pérez, después de su inolvidable versión de El caballero de la rosa, en 2017. En agosto, podrá verse L'incoronazione di Poppea, de Claudio Monteverdi, a cargo del Ensemble Matheus, con Jean-Christophe Spinosi como director invitado y el esperadísimo debut de la primera bailarina Misty Copeland. Don Pasquale, de Donizetti, llegará en septiembre en una nueva producción del Colón, que tendrá puesta de Favio Sparvoli y dirección musical de Srba Dinic.
Como una manera de completar los éxitos probados, el cierre del año será (en noviembre) con Orfeo y Eurídice, de Gluck, con Daniel Taylor, Marisú Pavón y Ellen McAteer, como los tres protagonistas, y Los cuentos de Hoffmann, en una nueva producción del teatro a cargo de Eugenio Zanetti para conmemorar los 200 años de Jacques Offenbach.
Pero el punto más fuerte de la temporada es sin vueltas el abono de Grandes Intérpretes Internacionales. Tras la visita en mayo de Simon Rattle al frente de la London Symphony Orchestra y, otra estrella del momento, la mezzo Elina Garanca hace pocos días, julio (27, 28 y 30) será el momento de disfrutar de la Orquesta Filarmónica de Israel con Zubin Mehta, y la gran novedad es que en el primero de los conciertos estará Martha Argerich como solista; en este sentido, no es una sorpresa que el programa no esté todavía confirmado. En agosto será el turno de la soprano rusa Aida Garifullina, y en octubre habrá más voces, porque el barítono Thomas Hampson y el bajo Luca Pisaroni harán No Tenors Allowed, una selección de arias de ópera y de canciones.
La violinista Anne-Sophie Mutter llegará en noviembre para hacer piezas de Bach, Vivaldi y Mendelssohn, mientras que el cierre será, ese mismo mes, con la agrupación English Baroque Soloists y el Monteverdi Choir, con dirección de John Elliot Gardiner y un programa excepcional: Messa a 4 voci da cappella, SV 190, de Monteverdi; Stabat Mater, de Domenico Scarlatti; Hear My Prayer, O Lord, Z.15 y Jehova, quam multi sunt hostes, Z.135, de Henry Purcell, y Jephte, de Giacomo Carissimi.
La temporada de la OFBA se sumará a los homenajes a Berlioz y Offenbach y tendrá algunos solistas de lujo, como la pianista Grimaud, que, en diciembre, hará el Concierto en sol, de Maurice Ravel. Otro pianista, Horacio Lavandera, ofrecerá el Primer concierto, de Franz Liszt.
Además de participar en El baile, de Strasnoy, el programa Colón Contemporáneo presentó en mayo obras para cuerdas y percusión de Beat Furrer y de George Friedrich Haas, recordado por su obra maestra In Vain; en octubre, el dúo de pianos de Katia y Marielle Labèque harán un programa íntegramente minimalista. Furrer estará también en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC), que tendrá varios programas de residencia para agrupaciones e intersecciones con la danza y las artes visuales, como el Proyecto Le Parc (en agosto) y el Proyecto Mondongo (en octubre).
Vale la pena, como otras veces, volver a recordar la frase del historiador William Weber a propósito de la escena musical del siglo XIX: "Diseñar una programación implica una serie de acuerdos entre públicos, músicos, gustos y, por extensión, fuerzas sociales". En todo acuerdo, alguien gana y alguien pierde, y algo se gana y algo se pierde, y no hay nada que lamentar. Esta vez, los nombres propios (enormes todos ellos) parecen haberse impuesto sobre la aventura.
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