La actriz, que reemplazará a Gastón Pauls en la conducción de Seres libres, habló con LA NACION sobre su lucha contra las drogas y su firme decisión de elegir todos los días estar bien
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“Un día me llamó Gastón [Pauls] y me dijo: ‘Andreíta me tengo que ir a hacer un trabajo y necesito que me reemplaces. Quedate tranquila que dejo las entrevistas grabadas y vos hacés el resto, que lo vas a hacer perfecto porque sos la única que puede estar ahí’. Me dio vértigo y le contesté: ‘Pero yo no sé conducir’”. Pero el miedo pasó y Andrea Rincón aceptó el desafío que le propuso su amigo Gastón Pauls y por algunos meses conducirá Seres libres, todos los viernes, a las 22, por Crónica TV, un espacio que visibiliza casos de adicciones reales, a cargo de Wolf Producciones.
En diálogo con LA NACION la actriz bucea en su historia y cuenta cómo enfrentó sus adicciones, sus fantasmas y cómo hoy convive con ellos. Dice que hace tiempo asumió un compromiso social y que ayudar a los otros, la sana. También revela que hace un tiempo se acercó a la iglesia, que “Dios le salvó la vida”, y que ora todas las mañanas y todas las noches y va a misa los domingos.
-¿Entonces tu primer impulso fue no aceptar la propuesta de Pauls?
-Tuve varias propuestas para conducir y no lo descarto. De hecho, lo quería hacer en algún momento de mi vida porque tengo todos los pasos de mi carrera planeados, fríamente calculados (risas) y este estaba mucho más adelante. Por eso decía que no, porque todavía no estoy preparada y me falta mucho en la actuación, pero Seres libres es diferente porque es un programa que brinda un servicio y no me puedo hacer la sonsa, porque hace años que asumí un compromiso social. Entonces tengo que dejar mi ego de lado, así me cueste, desprenderme de la mirada ajena y que no me importe si se ríen de lo que hago o cómo lo hago. Porque tampoco tuve mucho tiempo para prepararme y decidí ir a lo importante, que es entregar el mensaje y que llegue claro; y eso puedo hacerlo bien.
-¿Es una prueba de fuego y si sale bien te acercás a la meta?
-Si lo pensaba de esa manera no iba a poder hacerlo. En cambio, pensé en las personas que están del otro lado porque el programa de Gastón es fuera de lo común, no hay nada parecido en la televisión argentina que brinde ese servicio. La droga fue un tema tabú durante mucho tiempo y este programa brinda herramientas para quien está sumergido en ese pozo y desesperado porque no sabe qué hacer. Seres libres brinda amor. La primera vez que lo vi me puse a llorar, lo llamé a Gastón y le dije: ‘Amigo, sos inmenso’. No podía creer lo que hacía porque es amor puro, una entrega enorme. Mi compromiso social arrancó hace algunos años con Hashtag bullying, un trabajo que hicimos con el Inadi (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) y descubrí que ayudando a otros te ayudás a vos porque uno no es por lo que tiene sino por lo que da: vos das e inmediatamente te llenás. Yo no las viví todas, pero sí algunas y desde mi experiencia puedo brindarle herramientas que le sirvan a alguien. También me levanto todos los días diciendo solo por hoy y los testimonios de otros también me sirven.
Solo por hoy
-Hace unos años que ya no consumís, ¿seguís diciendo solo por hoy?
-Todos los días. Siempre creo que la manejo, tengo mis herramientas, pero a veces estás más fuerte y otras más débiles. Conozco personas que estuvieron 30 años limpios, les falleció el padre y se la pegaron y se murieron. Entonces, entendés que nadie está exento. Siempre estoy alerta y me doy cuenta de que a veces la adicción muta y quizá voy por el chocolate.
-Una personalidad adictiva...
-Tapamos. Somos frágiles y tapamos con distintas cosas. Está bueno escuchar y darse cuenta, despertar al que está dormido, aportarte conocimiento y más herramientas. Por eso me gusta tanto Seres libres porque muchas personas dan su testimonio, y muchos son referentes. No voy a mentir, tuve un vértigo y me decía: ‘Por qué me metí acá’. Sentí que estaba en una montaña rusa. Todos los días, desde hace años, me llegan mensajes de personas que me dicen ‘ayudame’, y no paro de internar gente.
-¿Y te comprometés con cada uno?
-¡Cómo no voy a hacerlo! En la última Navidad estuve una hora en encerrada en una pieza diciéndole a un chico que fuera con su familia, que no comprara... Mis hermanos me preguntaban qué hacía con un pibe que no conocía hasta que les conté y se pusieron a llorar.
-¿Cómo ves, a distancia, a esa Andrea que fuiste?
-Antes me castigaba y hoy soy piadosa conmigo porque entendí que uno es como es con el otro. A la distancia pensás que no jodés a nadie. Atravesé muchas cosas y con el paso del tiempo le pedí disculpas a mis padres y de vez en cuando vuelvo a hacerlo. No me saco nunca más la mirada de mis hermanos porque yo vi ojos gritar, y si hoy puedo verlo con claridad, no puedo dejar de tirar una soga.
-¿Te sentís una sobreviviente?
-Pude sobrevivir porque tuve amor, empatía, respeto y compresión, y los que no pudieron fue porque fallamos nosotros, no ellos. Por eso mi entrega, mi compromiso social, porque a mí me ayudó mucha gente y es hora de que ayude yo.
El abrazo salvador
-¿Qué fue lo que te hizo dar cuenta de que necesitabas ayuda?
-Hubo muchas cosas pero cuando estás ahí no lo podés ver, no podés sentir ni escuchar. Mi familia siempre estuvo ahí; están todos ahí, el que no está sos vos. La soledad está en la cabeza de uno. Siempre hay una sombra que te va a seguir y queda en uno mirar la luz o la sombra. Es una elección diaria. Justamente dar a otros es lo que empezó a sanarme. Sigo dando charlas en centros de adición, el mes pasado fuimos al Impenetrable, en Chaco, y fue hermoso. Lo que hago es un acto egoísta, lo hago por mí, porque me sana. En pandemia y todo, si veía a alguien en la calle, me bajaba del auto, le daba un plato de comida y le pegaba un abrazo, porque eso me llena, me da felicidad. Lo hago por el otro, sí, pero lo hago por mí porque me sana y me salva la vida.
-¿Quién te dio a vos ese abrazo en el momento que necesitabas?
-Fue Gloria Luna, mi especialista en adicciones, la primera vez que me interné en la Clínica Avril. Me trató muchos años y hoy es una de mis mejores amigas. Ella le salvó la vida a mucha gente y yo fui una más. Yo estaba de rodillas, llorando, y ella se arrodilló y lloró conmigo y me dijo: ‘Entiendo por qué te drogaste tantos años, pero ahora yo te voy a enseñar a ponerle el pecho a la vida’. Y me abrazó y pude sentirlo, pude contar todo lo que pasaba adentro mío. Sentía que vivía en la casa del terror, con un montón de fantasmas, muerta de miedo, hasta que empecé a amigarme con los fantasmas, que siguen conviviendo conmigo. Desayuno, almuerzo y ceno con ellos, pero los enfrenté y ya no les tengo más miedo.
-¿Cómo es tu vida diaria, hoy?
-Voy a la Rock and Pop todos los días, de 9 a 13, para hacer Quién paga la fiesta; hago terapia y entreno casi siempre. Algunos días doy charlas y otros voy directo a la Casa del Niño en Virrey del Pino, un lugar hermoso que conocí colaborando con Fundación SIPAS. Y desde hace tres años, desde que conoció al pastor Emanuel, los domingos voy a la iglesia. Él hace cosas increíbles. Después de eso paso a almorzar con mi abuela y mi tío -porque viven cerca- y de ahí me vuelvo para mi casa.
La mano de Dios
-¿Te hizo bien acercarte a Dios?
-¡Sí! Dios me salvó la vida y entendí que si hubiese agarrado la Biblia antes, tal vez no me pasaba todo lo que pasó. De todas maneras, yo tomé la comunión aunque hay un montón de cosas con las que no comulgo de la Iglesia. Pasa que a la Iglesia Católica la hizo mierda el hombre. De chiquita creía en Dios y mi mamá nos hacia ir a misa todos los domingos, pero dejé de creer por el tema de los abusos y esas cosas. Pero cuando empecé a leer la Biblia, me di cuenta de que es como el manual de instrucciones de cómo vivir. Para estar tranquilos y no tener que anestesiarte hay que orar.
-¿Y lo hacés?
-Todas las noches y todas las mañanas. Creo en Jesucristo, en el Espíritu Santo, en Dios, y me hace bien.
-Al principio de la charla contaste que sos amiga de Pauls, ¿cómo se conocieron?
-Me invitó a la radio una vez y me hizo una pregunta que me dejó knockout, quiso saber si yo quería reconocimiento y me hizo dar cuenta de que lo que necesitaba era eso, que me miraran. Tenía anhelo de reconocimiento y ahí estaba el peso que le daba a la mirada del otro. Entendí que por un tiempo hasta perdí mi propia identidad para que me miraran, me reconocieran y me quieran. Ya estaba en el camino de la recuperación y un día no estaba bien y hablé con él y enseguida pasó a buscarme y me llevó a NA (Narcóticos Anónimos). Yo tengo trastorno límite de personalidad y siempre hice otro tipo de tratamiento más psiquiátricos que una terapia para adicciones. Es una patología que tengo que trabajar toda la vida, para manejar el tema de la intensidad, y trabajo mucho, de verdad.
-¿Estás en pareja?
-No hay nada de nada y quizá por eso estoy tan bien porque el amor me desestabiliza. Creo que es la materia más difícil, que todavía no aprobé, y es algo que trabajo mucho en terapia porque no puede ser que me tiemble todo cada vez que aparece un amor en mi vida. El sentirme querida es todo un tema. Por ahora estoy bien así, solita.
Agradecimientos: look @cynthiamartos, accesorios @laskatz y @oleanajewelry, zapatos @bybruna, make up & pelo @kennyspalacios y styling @caromarafioti
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