La historia de amor, mentiras y desilusión de Iliana Calabró con Fabián Rossi y la promesa que ella le hizo a sus hijos
La actriz estuvo en pareja durante más de 20 años con el empresario, de quien se enamoró cuando tenía 13 años
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Esta historia de amor podría ser el guion de una película que, para sorpresa incluso de sus protagonistas, no es romántica. Por caso, y si tuviéramos que spoilear el final, se trata de un drama. Del sufrimiento de una mujer que creyó en quien fue su esposo por más de 20 años, de quien se había enamorado en la adolescencia y con quien había formado una familia. El dolor de dos hijos que vieron llorar a su madre al enterarse de que su padre tenía una doble vida en otro país. Sumado a la exposición mediática que tuvo el escándalo.
Para entender la historia de Iliana Calabró y Fabián Rossi, lo mejor es contar desde el inicio. Para ello, nos remontamos a los años 70, a la adolescencia de ambos: ella tenía 13 y él, 15.
Sus respectivas familias solían veranear en Mar del Plata. Coca, Marina e Iliana acompañaban al querido y recordado capocómico Juan Carlos Calabró, que hacía temporada teatral en la ciudad balnearia. Mientras que los Rossi elegían el mismo destino para descansar durante enero y febrero.
Ambas familias pasaban sus días de verano en uno de los exclusivos balnearios de Playa Grande. Los Calabró alquilaban una carpa a metros de la sombrilla adquirida por los Rossi. Así empezó el vínculo entre los jóvenes. Primero fue una amistad, luego nació el amor que duró 20 años y que terminó con una traición.
Retomemos. Iliana se enamoró de Fabián apenas lo vio caminando por la playa. Sin embargo, no se animaba a expresar sus sentimientos. Todo se fue dando de manera natural: primero formó una amistad con Gabriela, hermana de Fabián y quien más tarde se convertiría en su cuñada y tía de sus hijos.

Aquel vínculo entre las mujeres permitió fomentar también la relación entre las familias. Por caso, dos años después, todavía enamorada pero sin haberlo expresado, invitó a Fabián a su fiesta de 15.
El tiempo fue pasando y los encuentros se hicieron más esporádicos. Aunque los sentimientos de ella seguían siendo los mismos que cinco años atrás. Luego, cada uno siguió su proyecto de vida: Iliana empezó a estudiar actuación en el Conservatorio de Arte Dramático, buscando continuar el legado familiar en el ambiente artístico. Mientras que Rossi comenzó su vida universitaria.
Poco tiempo después, el destino hizo lo suyo. Y se trató de un amor correspondido: Iliana y Fabián se pusieron de novios y sus familias celebraron que aquellos jóvenes que se conocieron en Playa Grande, apostaban a una relación formal, a un futuro juntos.
Del amor a la desilusión
La pareja dio el “sí” el 1 de diciembre de 1990. Se casaron con una impresionante fiesta que tuvo lugar en el exclusivo Hotel Alvear, evento al que estuvo invitada Mirtha Legrand, íntima amiga de Juan Carlos y la familia Calabró.
Iliana y Fabián agrandaron la familia, primero con la llegada de Nicolás, en 1994, y más tarde con Stéfano, en 1999. La actriz fue desarrollando su carrera y adquiriendo popularidad con sus distintos trabajos. Y se convirtió en una de las figuras más queridas del mundo del espectáculo.
De su vida privada, en tanto, poco se sabía. Si bien en más de una oportunidad había hecho producciones familiares en las revistas del corazón, fue junto a sus padres, su hermana Marina, su sobrina Mía y, claro, su marido y sus hijos. Sin embargo, su esposo mantuvo un bajo perfil.
Hasta que en 2006, la actriz fue convocada a participar del reality “Cantando por un Sueño”, certamen de Showmatch y Rossi comenzó a acompañarla a las galas. De inmediato, Marcelo Tinelli –conductor del histórico ciclo- vio un beta popular y el ida y vuelta con el matrimonio se convirtió en una gran previa para el show. Así nació “El Rossi”, como entonces se lo conoció al hombre que comenzó a ganar popularidad que, según contaría en un tribunal más tarde, aprovechó para hacer negocios. El asunto es que todo fue a espaldas de Iliana, a quien le rompió el corazón.
Tres años más tarde del boom mediático, en 2009, circularon fotos de Rossi junto a una mujer en las playas de Copacabana, en Río de Janeiro (Brasil). Por ese entonces, su esposa fue la primera en confiar en él y en salir a defenderlo públicamente explicando que su marido estaba a cargo del área de marketing de una empresa de cosméticos, motivo por el cual no debía ser raro verlo “rodeado de modelos”. Lo hizo cuando comenzaron los primeros rumores de infidelidad. Iliana, además de creer en su esposo, buscaba proteger a su familia. Sobre todo a sus hijos.
En 2011, el matrimonio decidió realizar un viaje a Europa para celebrar sus bodas de porcelana (20 años de su casamiento). Los destinos elegidos fueron distintas ciudades de Italia y Francia. Sobre aquella experiencia, Iliana la destacó como una segunda luna de miel y en cada entrevista que brindó en su momento, reafirmaba su relación con su marido, a quien describía como el gran amor de su vida, aquel de quien se había enamorado a los 13 años.
Dos años después, se desataría un escándalo mediático y judicial que puso en jaque al matrimonio, a su familia y a la situación legal de Fabián Rossi, quien esta semana quedó detenido por una causa de lavado de dinero. La primera reacción de Iliana, al igual que cuando aparecieron las fotos en Brasil con otra mujer, fue la de defender a su marido. Otra vez confiaba en él, no podía entender lo que estaba sucediendo.
Entonces, la historia de amor por la que Iliana había apostado y soñado comenzó a derrumbarse de a poco: tras varios meses de asedio mediático, fue descubriendo la verdadera cara de su marido y se terminaron separando. Él no era quien decía ser. Le había mentido sobre sus ingresos, sobre su verdadero trabajo. Y, el dolor más grande para ella, tenía una doble vida: tenía otra mujer e hijos en Panamá, adonde había comenzado a viajar en 2004. A su esposa y a sus hijos les decía que era por compromisos laborales. Esto también lo admitió frente a un tribunal más tarde.
Iliana quedó dolida. No solo porque su familia se había derrumbado, sino porque le llevó tiempo entender que vivió tanto tiempo al lado de un hombre que le mintió. A ella y a sus hijos. Con el tiempo, decidió dejar de hablar públicamente de la situación y siguió con su carrera artística, aquella por la que tanto se había esforzado. Además, quería seguir preservando a Nicolás y Stéfano, sus motores y quienes la ayudaron a salir adelante. También se refugió en el trabajo, en su familia, en los suyos y en los que la acompañaron ante tamaña desilusión.
La palabra de Iliana

El pasado 1 de junio, la actriz cumplió 59 años y lo celebró a lo grande con una fiesta en un exclusivo restaurante al que suelen acudir varios famosos. “Un festejo inolvidable, rodeada de amor y alegría. Gracias por acompañarme con sus mensajes y a mis amigos y familia por su presencia”, escribió en su cuenta de Instagram a sus casi 700.000 seguidores, con quienes compartió una popular frase de su padre: “Qué alegría, qué alegría. Olé, olé, olá”. “¡Y fue el alma de esta fiesta”, agregó junto a un video que resume el festejo.
Allí estuvieron presentes su madre Coca, su hermana Marina, su pareja desde hace un año y medio, el empresario Luis Alberto De Stefano –a quien le agradeció por haberse encargado de todo- y también varios famosos como Georgina Barbarossa, la abogada Ana Rosenfeld, Ana María Picchio, Mirta Wons, Emilia Mazer, Claudia Arce, César Juricich y Laurencio Adot, entre otros. Además, la acompañaron sus compañeras de colegio. Es decir, sus amigas de toda la vida, las que siempre estuvieron a su lado. También asistió su hijo menor, Stéfano, mientras que Nicolás vive desde hace algunos años en Brasil, adonde ella suele viajar a visitarlo: la última vez fue hace 10 días.
En tanto, horas más tarde, se supo que su exmarido se había entregado a la justicia y que había quedado detenido. La actriz se refirió al dolor que le provoca traer recuerdos de lo que sucedió en su momento y, consultada por LA NACION, sostuvo que decidía mantenerse al margen y que, una vez más, velaba por el bienestar de Nicolás y Stéfano. “Nada que agregar. Hace años mis hijos me pidieron que no hable más. Pasaron 12 años”, dijo a este medio quien se vio obligada a dar vuelta la página y continuar con su vida, con sus proyectos laborales, aquellos que la mantuvieron ocupada en este tiempo.
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