Los Djs Puli Demaría y Martín Bernardo tuvieron una boda con encanto patagónico

Esta es una historia de amor atípica. Cuando Paula "Puli" Demaria (41) quedó flechada por Martín Bernardo (39) –más conocido como "Chule", uno de los dueños de Grupo Sarapura– atravesaba el cuarto mes de su segundo embarazo, fruto de su matrimonio con Matías Corti Maderna, con quien, por ese entonces, tramitaba el divorcio. "En ese momento yo organizaba eventos y él era Dj. A mí me parecía espléndido y le dije que me gustaba. Él me vio embarazada y dijo que antes de salir conmigo se iba corriendo a Jamaica (Se ríe). Pero yo soy perseverante. Una vez, le pedí que me acompañara al armado de una fiesta. Nos subimos al auto y le dije: ‘¿Y si nos damos un beso?’. Y fue el mejor beso de mi vida. Hasta que nació Santos, tuvimos un noviazgo como dos adolescentes", relata.

Doce años después, parece increíble todo lo que vivieron juntos: a su familia con Silvestre (16) y Santos (12) Corti, se sumaron Félix (9) y Florián (7). Los dos últimos embarazos fueron milagrosos para Puli porque para tener a sus hijos mayores había recurrido a la fertilización in vitro. Además, Chule logró transmitirle su pasión por la música y logró que ella también se convirtiera en disc-jockey.

Y como para la familia Bernardo la tradición es muy importante, pasaron por el registro civil el 30 de octubre de 2008 e hicieron una fiesta en el Tattersall de Palermo el 23 de mayo de 2009. Pero en septiembre de 2016, la tragedia los atravesó cuando murió Matías, el exmarido de Puli. "No somos practicantes, pero sí creyentes y con la partida de Mati lo único que nos daba paz como familia era rezar", explica Puli. Ese refugio en la fe generó que Chule quisiera que su matrimonio estuviera "bendecido" y el año pasado, mientras esquiaban en Bariloche, él la sorprendió. "Estábamos comiendo en el restaurante Il Gabbiano y Chule insistió para que pidiera un postre. El plato tenía un papel que decía: "¿Te querés casar conmigo?". Y me regaló un anillo. Ahí decidimos que iba a ser en el Pire-Hue, en el cerro Catedral, y nos fuimos derecho al hotel para reservarlo.

SALIDO DE UN CUENTO...

Entonces pusieron fecha: 29 de septiembre de 2018. "En abril pasado viajamos a Bariloche para planear todo. Me ocupé personalmente de cada detalle porque quería que en la fiesta se vieran reflejados Chule, mis hijos, mi familia y mis amigos", aclara Puli.

–Tu marido es muy organizado…

–Es obsesivo y perfeccionista. Siempre pensamos que iba a ser un casamiento de cuatro días porque queríamos que los invitados tuvieran una experiencia de boda. El jueves hicimos un welcome drink; el viernes, un after ski, el sábado la gran fiesta y el domingo, brunch en pijamas. Nosotros nos instalamos en el sur dos semanas antes del casamiento. El padre Eduardo, que nos casó, nos sugirió la capilla San Eduardo. Y nos encantó: es muy cálidad, además de emblemática, la hizo el arquitecto Alejandro Bustillo.

–¿Vos decidiste entrar junto con tus hijos mayores?

–Fue un pedido de los chicos. Yo pensaba entrar sola porque papá –Marcelo Demaria– no podía venir. Vive en Estados Unidos y se le complicó. Me hubiera gustado que esté. Y Silvestre me dijo: "No, mamá, entrá conmigo". Y Santos se sumó. Los menores esperaban en el altar con Chule.

–Es la segunda vez que te casás por iglesia…

–Las semanas previas tenía sentimientos encontrados. Por un lado, estaba súper feliz; por el otro, con muchos recuerdos de Matías, mi ex. (Se emociona). Siempre digo que me hubiese gustado que él nos hubiera acompañado. No sabía cómo se lo iban a tomar mis hijos Santos y Silvestre. ¡Pero fue tan lindo verlos contentos! Para nosotros, lo más importante era lo religioso y por eso queríamos que todo lo demás fuera agradable. Y la nevada que nos tocó hizo que fuera todavía más mágico.