Shakira en Vélez: “Lo que yo tengo con Argentina es una historia de amor”
La cantante colombiana regresó al país con Las mujeres ya no lloran world tour. Este 9 y 11 de diciembre volverá a presentarse en Buenos Aires mientras que el próximo 14 y 15 estará en el estadio Kempes de Córdoba
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“Este es un día especial”, escribió Shakira este lunes por la mañana en su cuenta de Instagram junto a una emblemática postal de Puerto Madero. Su posteo no era uno más. La “loba” ya estaba en Buenos Aires, anticipando lo que iba a ser la primera noche del cierre de su gira latinoamericana en el país. ¡Y se quedó corta! Además de especial, la noche estuvo llena de nostalgia, rebeldía festiva y empoderamiento, donde la anfitriona se reencontró con su público y confirmó, una vez más, que es parte de nuestra banda sonora emocional.

Oriunda de Barranquilla, la colombiana conoce muy bien estos pagos. Asidua visitante desde sus épocas rockeras con Pies Descalzos, sus melodías encontraron inmediatamente en el público argentino un refugio y ella, un amor incondicional; ese que fue traspasando generaciones y que hizo que este lunes por la noche familias enteras disfruten de este regreso. Un regreso que, más que un concierto, fue la celebración de una historia compartida y el reencuentro con alguna de aquellas versiones que alguna vez fuimos.
Las mujeres ya no lloran world tour es, sin exagerar, la gira más ambiciosa en la carrera de la cantante. Un despliegue monumental que ya pasó por Brasil, Perú, Colombia, Chile, Uruguay y, con las fechas de este 8, 9, 11, 14 y 15 de diciembre, dos veces por la Argentina. “Acá me siento como en casa”, dijo ni bien pisó el escenario, develando por qué decidió cerrar este recorrido latinoamericano aquí antes de seguir viaje por Estados Unidos, México, Europa y Asia.
La previa: entre banderas y pelucas violetas
Desde las 17 horas, los alrededores del estadio José Amalfitani se llenaron de expectativa, bullicio y cánticos contagiosos. También de looks estridentes que nos hicieron viajar a las diferentes etapas artísticas de Shakira. Mientras que las moneditas de los caderines nos transportaron sin escalas al disco Pies descalzos de 1995, las trenzas fueron un flashback directo a ¿Dónde están los ladrones? de 1998 y las pelucas violetas un guiño al hit “Las de la intuición” de 2005.
Entre la multitud, dos pequeñitas de 8 y 11 años sobresalían. Sus remeras con imágenes alusivas a este tour y sus pelucas violetas daban cuenta de su fanatismo a pesar de su corta edad. “Shakira TQM”, decía la cartulina que Antonia e Ide sostenían en sus manos en toda una declaración hacia su ídola. “Desde los 12 años que la escucho y ellas crecieron escuchándola, así que vinimos”, contó su mamá Laura a LA NACION mientras sumaba que habían viajado desde San Martín, Mendoza para disfrutar del show.

Otra que vino desde lejos, más precisamente desde Zapala, Neuquén, fue Victoria. Una joven veinteañera que estaba junto a sus amigas de la secundaria con quienes compartía un vestuario similar: una remera con una loba estampada y el nombre de la cantante, a quien escuchan desde los 8 años. “El look lo armamos entre todas, nos identifica porque nuestro grupo se llama ‘Loba’ entonces por eso el diseño. Además, le quisimos poner un poquito de brillo y onda”, señalaron en alusión a las charreteras que improvisaron en sus hombros con tachas y cintas de color verde.
Para Alma, este recital -que compartió con su papá- es el regalo de su cumpleaños número 11. En el caso de Abi, la oportunidad de compartir esta experiencia con su mamá Karina que, hace 20 años atrás, empezó a ir a sus recitales. “También la vi en marzo en el Campo de Polo. ‘Loba’ es el tema que más me gusta”, dijo la pequeña de 11 años.
¡Qué comience el show!
Cinco minutos antes de las 21.30, las luces del estadio se apagaron y las casi 50 mil almas se unieron en un grito ensordecedor. Inmediatamente, las tres pantallas que ocupaban todo el largo del escenario proyectaron a una Shakira que renacía debajo de la arena de un enorme desierto, como una especie de Ave Fénix. Una clara metáfora para contextualizar cómo nació este disco y esta gira tras el difícil momento personal que atravesó al separarse de Gerard Piqué.

La entrada triunfal no se hizo esperar demasiado. Por una pasarela central (que dividía el Campo Vip Norte del Campo Vip Sur) la estrella apareció enfundada en un traje blanco oversize con gafas gigantes y escoltada por un amplio séquito. Esta vez, los elegidos para realizar “la caminata de la loba” fueron sus bailarines y algunas caras famosas como Victoria Xipolitakis, los exGran Hermano Daniela Celis, Nacho Castañares y Lucila “La Tora” Villar, y Kennys Palacios.
El tema encargado de encender la noche fue “La Fuerte”, su segunda colaboración con Bizarrap, y el estadio se volvió una fiesta. Una fiesta que empezó tan arriba que ya para el cuarto tema la anfitriona había cambio de look y había explotado la primera tanda de fuegos artificiales. “Estoy aquí, Argentina”, gritó la estrella colombiana haciendo enloquecer aún más a su público.
“No saben qué alegría me da estar aquí, en esta segunda vuelta. Gracias por permitírmelo. ¿Por qué será que cuando vuelvo a Argentina siento que estoy en casa? Serán los tantos años que venimos queriéndonos, acompañándonos. Lo que yo tengo con Argentina es una historia de amor que no se acaba. Gracias por esperarme”, dijo emocionada antes de aclarar que “no hay mejor reencuentro de una lobita que con su manada argentina”.
A lo largo de las dos horas de recital, uno casi calcado al que dio en marzo pasado en el Campo Argentino de Polo, Shakira se movió por el escenario como si no existiera la gravedad: bailó, perreó, percutió tambores, se emocionó, y agradeció. Agradeció muchísimo. “Argentina, ustedes siempre han sido especiales para mí”, repitió una y otra vez dejando en claro su cariño por este país.

Respecto a sus icónicos looks, hubo casi tantos cambios de vestuario como canciones. La puesta visual, las excéntricas coreografías y las historias con animación CGI (que empezaban en la pantalla y muchas veces terminaban cobrando vida en el escenario) también acompañaron este viaje emocional que atravesó tres décadas de música: las guitarras de sus primeros discos, los movimientos árabes de sus caderas, el pop latino que la hizo una leyenda, y las nuevas canciones cargadas de autoconfianza y renacimiento.
“Mi vida no ha sido fácil estos últimos años, pero es que de las caídas nadie se salva. Lo que sí sé es que nosotras cada vez que nos caemos, nos levantamos un poquito más sabias, un poquito más fuertes, un poquito más triple M”, dijo en referencia a “TQG”; hit que interpreta junto a Karol G y en el que hace clara referencia a su ex. “Las mujeres solas somos vulnerables, pero juntas, somos invencibles”, agregó mientras su fandom la ovacionaba.

Las sorpresas de la noche: reversiones, un homenaje muy especial y una invitación de lujo
Uno de los momentos más emotivos del show fue cuando empezaron a sonar los primeros acordes de “Acróstico”. Por primera vez en la noche, la pantalla se oscureció, las Xylobands (pulseritas digitales) se volvieron tenues y el clima se volvió más íntimo. Y lo esperado de repente ocurrió: Milan y Sasha, los hijos que la cantante tuvo con el futbolista catalán, aparecieron cantando junto a su madre en fragmentos grabados especialmente para la gira. Ella se emocionó, el público también.
La dualidad que caracteriza a esta gira -fuerza y vulnerabilidad- volvió a condensarse cuando la artista homenajeó a Gustavo Cerati; con quien no solo compuso música, sino que compartió una gran amistad. “Siempre que estuvimos juntos me hizo sentir que era ‘Un día especial’. Por eso nuestra amistad durará para siempre”, aseguró antes de entonar uno de los temas de Fijación Oral Vol. 1 a dúo con él. Gracias a la magia de la IA, el exSoda Stereo reapareció por un instante con su voz e imagen en las pantallas. El clásico cántico “Cerati, Cerati” se replicó en todo el estadio, dando cuenta de lo mucho que se lo extraña.

Este tour casualmente coincide con el aniversario número 30 de Pies descalzos, “toda una vida caminando juntos”, según exclamó Shakira. Por eso, no faltaron los clásicos de siempre aunque, en muchos casos, estuvieron reversionados. Mientras que la colaboración que hizo con Maluma en “Chantaje” sonó en clave salsera, el tema “La pared” -que recientemente lanzó para Spotify Anniversaries- fue musicalizado por la Orquesta Estable del Teatro Colón.
El romanticismo también se hizo presente cuando la cantante se instaló en la pasarela central junto a un par de músicos para cantar “Días de enero”; el tema que le dedicó a Antonio de la Rúa cuando eran pareja. “Sabía que la estaban esperando para esta segunda vuelta. Acá está”, dijo antes de que toda la platea la coree al unísono.
Solo apto para lobas

“Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan” es la frase que, sin dudas, dio comienzo a una nueva etapa artística en la carrera de Shakira. Una etapa en la que la cantante no titubea al hablar de vulnerabilidad, de resiliencia, de autoconfianza y de renacimiento. Será por eso que, antes de despedirse, la “Loba” dejó bien en claro cuáles son los diez mandamientos que debe cumplir su “manada”: “I-Cuidarás de tu manada sobre todas las cosas. II-No pedirás permiso para ser tú misma. III-Bailarás y cantarás para sanar. IV- Aullarás, porque nadie te puede callar. V-Una loba no ataca, se defiende. VI- Una loba no compite con las de su especie, las lobas se ayudan y protegen. VII-No renunciarás a tu espíritu salvaje. VIII- Elegirás tu camino sin que nadie te lo imponga. IX- Una loba no codiciará los bienes ajenos, ¡Claramente! X- Una loba es loba para siempre”, podía leerse en las pantallas laterales mientras una loba a escala gigante aparecía en escena junto a los primeros acordes de este himno de empoderamiento.
El fin de fiesta no fue menos impactante. El hit que le da nombre a esta gira mundial y que grabó junto a Bizarrap hizo explotar a todo Vélez una vez más. “Te amo Argentina, te amo para siempre”, se despidió Shakira mientras una lluvia de dólares caían entre el público y los fuegos artificiales iluminaban el cielo gris de Buenos Aires.
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