
Violencia de género
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Este miércoles, la periodista Agustina Peñalva hizo públicas las denuncias que realizó en contra del economista Walter Graziano y lo acusó de acosarla desde hace un tiempo a través de las redes sociales y personalmente. Esta mañana, en el ciclo Desayuno Americano tocaron el tema y revelaron que estaban tratando de contactar a otra periodista que había atravesado una situación similar.
Con el correr del programa conducido por Pamela David, se reveló que se trataba de Soledad Larghi, la histórica conductora de América Noticias. “Vi el video de Agustina y me impresionó un montón, porque sentí que estaba recordando lo que me pasó a mí”, señaló la periodista luego, en diálogo telefónico.
“Ustedes son mis amigos, además de compañeros, así que lo saben”, continuó Larghi, que trabajó junto a David en el programa, antes de desembarcar en el noticiero central de América. “Yo no lo hice público en ese momento, porque fue una situación superincómoda. Esto pasó unos años y no hablé de eso en el momento porque me dio un poco de miedo; me pareció incómoda la situación para mi familia, porque venía con una carga agresiva y violenta muy fuerte lo que esta persona me escribía”, continuó.
“En realidad, se dio diferente a lo que contó Agustina. Son como esas películas que comienzan por el medio y después van por el principio”, graficó. Y explicó: “En ese momento yo hacía radio con Débora Plager los sábados a la mañana. Un día salgo de la radio con mi mate y mi termo, colgada de una palmera, como siempre. Voy hacia el auto, y antes de entrar, se me cruza un hombre, se me pone enfrente, y yo hice lo que nos pasa un poco a todas, que estamos acostumbradas a que nos aparezca una persona… Le sonreí, le pregunté qué necesitaba y él me dice: ‘Soledad, te vine a buscar’”.
“Yo le dije que se estaba confundiendo, y cuando lo miro con atención, me doy cuenta de que le temblaba muchísimo la boca -me quedó grabada esa situación- y me reiteró: ‘Te vine a buscar. Te dije que te iba a venir a buscar y te vine a buscar’”, siguió relatando.
“Me dijo, en ese momento, ‘soy Gastón’ y un apellido con be larga. Recuerdo que en ese momento yo me puse muy nerviosa, algo que no me había pasado jamás. Me dio mucho miedo. El cuerpo se me paralizó. Me subí al auto rápido y le dije: ‘Mirá que del otro lado del vidrio hay un montón de policías que te están mirando. Si yo grito, esos policías van a actuar’. Era mentira, era sábado, no había nadie en la radio, pero a mí se me ocurrió decirle eso. Él se corre, yo me meto al auto, hago una cuadra y tuve que frenar porque me temblaban las piernas”, rememoró.
“Cuando llego a mi casa le cuento a mi pareja lo que me había pasado, y él me dijo que le parecía que era para hacer una consulta. Llamamos en ese momento a la policía que se especializa en informática y le contamos lo que había pasado. Fueron a buscar las cámaras de la radio, vieron que esa persona había estado desde las 5 de la mañana esperándome. El programa empezaba de 9 a 11. Se lo veía perfectamente”, siguió contando.
“Entonces, el policía me explicó: ‘Si dijo que te había dicho que te iba a ir a buscar, de alguna manera te tiene que haber contactado. Vamos a hacer el caminito: los mensajes de Instagram, de Twitter, de Facebook’. La verdad es que no encontrábamos nada y en ese momento se le ocurre a esta persona ver los mensajes de las personas que yo había bloqueado. Y ahí aparece: Gastón B. y un sinfín de mensajes, 500 mensajes de esa persona”, siguió recordando.

Y señaló: “En ese momento, yo estaba haciendo la mañana en América con Antonio Laje y este hombre todo el día me mandaba mensajes. ‘Buen día mi amor’. ‘Me gusta lo que te pusiste’. ‘Está bien que respetes el color que a mí me gusta’. ‘No me gustó la consigna que dijiste. Siento que me estás mandando un mensaje’. Él interpretaba que yo hablaba al aire y le estaba enviando mensajes a él”.
“Y después, como no existía respuesta mía, los mensajes se iban poniendo más violentos. ‘Ya te dije que no me gusta que no me contestes’. ‘Te voy a ir a buscar’. ‘Ya vamos a hablar de esto seriamente’. Hasta llegar a mensajes que eran espantosos que terminaban con: ‘Te voy a hacer esto, esto y esto’; todos con connotaciones sexuales. Me decía: ‘Hasta que sangres por aquí, hasta que sangres por allá’. Espantoso”, continuó relatando la periodista.
“Eran unos treinta mensajes por día. Y en algún momento, lo bloqueé. Entonces, todo lo que vino después yo no me enteré. Y, efectivamente, en uno de los mensajes, efectivamente esta persona me decía: ‘Te voy a ir a buscar a la radio’”, reveló.
A partir de ese momento y por dos semanas, la periodista tuvo custodia policial: “Yo no quería saber nada, porque me parecía muy incómodo. Pero lo consideraron así, me dijeron: ‘Mirá, una cosa es lo virtual, pero cuando se cruza la línea a lo real, hay que tomar medidas’. Y, efectivamente, esta persona vuelve a escribirme dos semanas después. Yo estaba en la radio y me dijo nuevamente que me iba a ir a buscar. Estaba la custodia esperándolo y ahí lo detienen”.
La periodista recordó también el momento en el que el acosador fue detenido: “Ahí empezó este trámite horrible. En ese momento no me ofrecieron un botón antipánico, pero le pusieron una restricción a él para contactarme. Fue muy shockeante, porque vi el momento de la detención y esta persona le decía a la policía: ‘No, no... Ella nunca me dijo que no’. Vos fijate lo que es la mente, porque efectivamente yo nunca le había dicho que no porque nunca jamás en la vida le había contestado. Me había mandado mensajes durante tres años sin obtener ninguna respuesta de mi parte. Lo único que hice, seguramente, es haber leído algo desubicado y bloquearlo. Él estaba convencido de que tenía una relación conmigo”.
David, entonces, le preguntó si el acosador tenía problemas mentales. “Sí, pero curiosamente, tenía un perfil en Facebook con fotos de su familia. No era un usuario trucho. Tenía una vida real, un nombre, un apellido, un trabajo... Tenía un trabajo que tenía que ver con el Estado”.
“No estuvo detenido, porque no tenía antecedentes y me explicaron que no tenían motivos para hacerlo porque no me había agredido. Pero le pusieron una orden de restricción. La realidad es que nunca me volvió a contactar, por lo menos no desde su perfil”, indicó Larghi.
Y explicó: “Voy a decir algo incorrecto. En el momento en el que mi familia lee los mensajes, mis hermanos varones, mi papá, mi mamá; mis hermanos lo querían ir a buscar y agarrarlo a las trompadas, porque lo que me decía no tenía explicación”. Y finalizó: “Yo tenía en mi cabeza la fantasía de que, como había hecho cursos de defensa personal, iba a poder defenderme. Tenía esa seguridad interna. Y después de ese episodio, esa seguridad se me fue, porque yo vi cómo mi cuerpo se paralizaba. Sentía que mis brazos eran de hormigón”.


